En la manoseada información del jueves del Listín Diario, que parece diseñada por el pánico, se da extendido y tempranero un grito de alarma por la posibilidad de que el mítico e intocable Leonel Fernández sea cuestionado por el pueblo en vista de su memorable presidencia en la que quedó organizado un nuevo y poderoso grupo económico capitaneado por él y su comité político peledeísta.
Lo que queda como secuela de esta alarma abrupta es el natural cuestionamiento a la figura del ex-presidente y la idea de que el aludido pudiera sospechar que algún día cualquiera podría verse acorralado por sus propios hechos, dignos, como los son algunos de sus íntimos colaboradores, de una profunda investigación en términos de bienes muy cuantiosos que no soñaron tener siquiera hace apenas ocho años, antes de disfrutar del poder.
El mismo Listín Diario, adquirido en gran parte de su monto accionario por el grupo leonelista, con todo y director, se hace pasible de ser un cuerpo del delito si se va a los tribunales. No menos grave es el hecho de que el señor Fernández dejó una estructura jurídica que en gran medida favorece el que no se le toque sus intereses.
Otros se hicieron intocables también a partir de su condición de legisladores.
Todo esto se trató de un diseño maestro para que nada funcionara a favor de la justicia y la debida transparencia.
De ahí que no es nada casual el sacudimiento y desparpajo hipócrita de ese diario leonelista ante los esfuerzos para evidenciar al gobierno pasado como corrupto y ladrón.
Sin embargo, en su adelantado espanto y manipulada noticia, cuya autoría se hace sospechosamente clara, el Listín quiere hacer aparecer la iniciativa denunciante de las tropelías gubernamentales como el verdadero delito.
Ahí, el lobo denuncia la presencia de las ovejas.
¿No es pasible, como ciudadano dominicano, que el ex-presidente Fernández pueda comparecer ante la justicia, aunque sea la del pueblo y la de la historia misma?
¿Es el expresidente una figura divina que se encuentra por encima del bien y el mal?
¿No cometió errores, algunos de los cuales durará el pueblo dominicano pagandolos en años dadas sus cuantías económicas las que fueron a parar a los bolsillos y a las cuentas bancarias de los nuevos millonarios peledeístas y por tanto cómplices del despropósito que se pretende denunciar?
¿Constituye un delito denunciar públicamente a un ex-presidente de la República cuyo gobierno se considera entre los más corruptos, sino el que más, que ha habido en el mundo?
No es suficiente este y otros argumentos y datos sobre el dispendio escandaloso en que incurrió Leonel y su corte principesca para, al menos, evidenciarlo ante la opinión pública como el jefe de un Estado amordazado, secuestrado, despojado y desacreditado?
La democracia, sólo se puede invocar para hablar de su belleza, de sus virtudes, no de su extensión que permite revocar la imagen de gran jefe de Estado por la de un hombre que amparó en la inacción y la parálisis de la Justicia la impunidad, el robo descarado y los actos criminales?