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Editorial

La Gallup se Encargó de Desmintir a la Mark Penn-SIN

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Hace ya algunos días que se publicó la encuesta Mark Penn,  auspiciada por el grupo SIN, la cual en lo fundamental perseguía mediante preguntas inducidas colocar como todo un líder nacional a un muchacho sin alma ni aura como lo es el actual sindico del Distrito Nacional, David Collado.

Todo el mundo conoce en la República Dominicana los vínculos de este joven con la empresa auspiciadora de la encuesta, que preside Fernando Hasbun y Alicia Ortega, así como con el grupo Vicini.

No bien salió nuestro artículo en el que se ponderaba la intención de la encuesta del grupo SIN, se publica la Gallup-Hoy, la cual se encarga, tal vez sin proponérselo, de desmentir la de Mark Penn, en la que Collado aparecía con una puntuación que lo ponía a competir en los primeros lugares de la preferencia electoral de los dominicanos, pero el cuestionamiento al respecto se aclara con la difusión de la medición de la compañía que se dedica a estos menesteres con mayor nivel de credibilidad.

Para una mejor ilustración de los lectores he aquí lo establecido por la encuesta Mark Penn del grupo SIN sobre el inventado liderazgo de David Collado:

Otra vez sin citar nombres, un 38% escogió a Luís Abinader como candidato del PRM, un 32% a David Collado y sólo un 16% a Hipólito Mejía. Un alto 13% no citó nombres. Pero entre los que se definen como miembros o simpatizantes del PRM un muy alto 68% escogió a Abinader y un 15% a Collado y a Mejía. Collado es fuerte entre las mujeres, entre los que tienen entre 25 y 34 años de edad. Abinader es fuerte entre los hombres y los jóvenes.

Sin embargo, no pasaron muchos días para que la encuesta Gallup-Hoy desmintiera con sus resultados lo afirmado por la compañía de este mismo género que trabaja al servicio de SIN.

A continuación los resultados de la Gallup-Hoy:

En cuanto al PRM, un 52.8% de los votantes no sabe cuál de sus dirigentes debe postularse para las presidenciales, pero un 28.8% estimó que debe ser Luís Abinader. Un 13% cree que debería ser el expresidente Hipólito Mejía y un 3.8% el alcalde David Collado.

La encuesta del grupo SIN es otra demostración de que al dominicano se le quiere meter gatos por liebres.

No se trata de algo inocente, sino de un proyecto concebido y promovido por un grupo con mucho poder económico como la familia Vicini, la cual controla el sector energético y mantiene una fuerte incidencia en el capitalismo financiero nacional.

Este resultado nos advierte de que la llamada guerra de las encuestas es un mal en el que juegan su papel una buena parte de los medios de comunicación social, como el Grupo SIN, el cual tiene estrechos vínculos con el Banco Popular de Alejandro Grullón, pero dirigido ahora por su hijo Manuel Alejandro.

La encuesta Gallup se encargó de desmentir la publicada por SIN en la que se ha querido vender la idea de que David Collado es un líder nacional.

Los resultados de esa encuesta no parecen tener otro propósito que no sea  posicionar a David Collado y a la vicepresidenta de la República, Margarita Cedeño de Fernández, como grandes líderes nacionales, ya que ambos tienen  pretensiones presidenciales sin tener más condición que la de ciudadanos que les permite elegir y ser elegidos.

La encuesta  Mark Penn del grupo SIN es a nuestro entender una forma muy tonta y torpe de poner en juego la credibilidad de un grupo de comunicación, que sin lugar a dudas, ha logrado una importante confiabilidad  en el seno de la sociedad dominicana.

La encuesta Gallup-Hoy se encargó de dejar lo suficientemente claro que el supuesto liderazgo de David Collado no ha sido más que un invento de la guerra de las encuestas.

A otro perro con ese hueso!!

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Editorial

La solemnidad de una justicia con pies de barro.

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La promoción de la vía de hecho por la ineficacia de la justicia nacional, son muy pocos los quieren verla, unos por su baja formación y su pensamiento no profundo y otros porque son parte del mal.

Pero lo cierto es que el fenómeno constituye un problema de una magnitud insospechada y de una peligrosidad que amenaza las propias entrañas de la fallida democracia nacional.

El asunto no parece tener una solución fácil en razón de que tiene un componente profundamente político y cultural.

Los debilidad y la vocación de violar la ley suprema y las adjetivas de la noción puede echarlo todo a perder, sobre todo porque no se trata de un mal a nivel de una sola instancia publica, sino de todo el tejido social e institucional.

El nivel de la problemática del sistema de justicia nacional se podría convertir en una falta que también comprometa la responsabilidad civil y penal del Estado porque se trata de la violación de derechos humanos fundamentales protegidos por el derecho internacional,

Son múltiples y variadas las violaciones de los derechos fundamentales en que incurren los tribunales nacionales a través del no respeto de los plazos razonables y en consecuencia de la tutela judicial efectiva, el debido proceso y el derecho a la defensa.

Otros principios constitucionales violados por los actores del sistema de justicia son el de celeridad, economía procesal y el de analogía, así como el del juez natural y el de estatuir ante pruebas aportadas por las partes,

En realidad se trata de un asunto de una dimensión inmedible, cuya solución no parece tan simple y sencilla.

Ahora mismo puede decirse  con toda seguridad que la ineficacia y contaminación politiquera del sistema de justicia produce en la nación un efecto que lo daña todo, absolutamente todo.

Es un verdadero cáncer que impacta todo el cuerpo social de la Republica Dominicana

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Editorial

Un problema que no se ve a simple vista.

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La educación superior dominicana, que como bien se establece en el reportaje que aparece en la sección “De Portada” de este diario, implica un problema que debe motivar profundas reflexiones para que el país se avoque a pasar de la deficiencia a la calidad de la enseñanza universitaria.

Pero este es un asunto que sólo puede solucionarlo el Estado, el cual no está en capacidad de dar los pasos para que al cabo de algunos años el cuadro pueda dar un giro positivo.

La tendencia entre los dominicanos es sólo ver lo que está frente a ellos, sobre todo en materia de educación universitaria, pero no hay forma de llevar su mirada crítica a lo que requiere de un esfuerzo más profundo y exhaustivo.

El gran problema de la educación superior del país es que no sólo la situación depende de la negligencia y la deficiencia del Estado, sino que además que no se cuenta con una cultura para crear un cuerpo profesoral preparado para impartir docencia a nivel universitario, aunque, naturalmente, una cosa depende de la otra.

De manera, que los resultados no pueden ser peores, cuyos egresados, penosamente, terminan su carrera con una formación tan precaria que en la práctica son analfabetos funcionales.

Lo peligroso del fenómeno es que la sociedad está frente a médicos que puedan matar al paciente, ingeniero civil que construya una obra que puede caerle en la cabeza en cualquier momento a sus propietarios y un abogado que no puede asesorar idóneamente a su clientes y en consecuencia poner en peligro, por su poca formación, la tutela judicial efectivo, el debido proceso y el derecho a la defensa.

De manera, que el asunto no es como se puede ver a simple vista, sino que se trata de una deficiencia que aparte de hablar muy mal de toda la sociedad, amenaza la seguridad nacional, todo como resultado de un problema integral que impacta a todo el Estado.

Lo grave del problema es que no se ven soluciones fáciles en el camino, porque además la explicación de una educación superior fundamentada más en el negocio vulgar que en un plan nacional para lograr los índices de desarrollo del mundo competitivo de hoy, es parte de una cultura nacional y de un neoliberalismo salvaje que se lleva de paso todo lo bueno.

La realidad es que no es posible poner en orden las universidades nacionales, ya que en el país todo está contaminado con la politiquería, de arriba hacia abajo y lo contrario, de abajo hacia arriba.

Se impone entonces la siguiente pregunta: ¿Quién nos sacará del tremendo tollo de la educación superior nacional, aunque la respuesta más realista es que no hay una respuesta convincente y que satisfaga.

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Editorial

El Oncológico es un espejo de un problema de un gran alcance.

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No son pocos los conflictos originados en sindicatos, clubes culturales y deportivos, cooperativas de ahorros y préstamos y los propios partidos políticos, que son asaltados por grupos de personas que los usan con fines muy particulares.

Puede decirse que se trata de un cáncer que resulta complicado erradicar, con el agravante que esa mala práctica es reproducida cuando personas con la misma filosofía de vida llegan a la administración pública, lo que explica la gran cantidad de casos de sustracciñn de fondos del patrimonio público.

Realmente el país está copado por los que piensan que deben llegar a este tipo de instituciones, las cuales no tienen fines de lucro, para manipular sus recursos y creerse incluso que es algo que legítimamente les pertenece.

Un ejemplo muy elocuente al respecto son los partidos políticos, los cuales son manejados como empresas privadas y propiedad de particulares, pese a que en  realidad se trata de una figura que está legalmente regulada y que no puede ser jamás un patrimonio personal.

Pero el mismo problema es encontrado por doquier, cuyos propiciadores de este tipo de conducta sumergen a la sociedad en un gran dolor de cabeza.

El asunto ahora se puede ver con lo que ocurre en el Patronato Cibao contra el Cáncer, cuya institución juega un papel de primer orden para combatir una enfermedad tan severa y mortal como esa.

El problema del Oncológico del Cibao ha entrado ya a los tribunales competentes y sólo se espera un desenlace que tal vez no sea la panacea al problema, porque se van unos con un criterio equivocado en el manejo de este tipo de organizaciones, pero llegan otros que no difieren, absolutamente en nada, en la forma de ver el asunto.

Independiente de cual sea la decisión del tribunal que conoce el caso, debe admitirse que la sociedad dominicana está frente a una cuestión que lesiona lo más profundo de la sensibilidad humana, sobre todo porque no hay ningún tipo de arrepentimiento.

Hoy ha salido a la superficie el conflicto en el Patronato Cibao contra el Cáncer, pero la raíz del conflicto, con una explicacion profundamente cultural,  es que una gran cantidad de instituciones sin fines de lucro hoy permanecen asaltados por grupos de «vividores» que  ponen en tela de juicio las  bases de la dominicanidad.

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