Conecta con nosotros

Editorial

El Estado como fuente de enriquecimiento, más que como instrumento de Servicio Social.

Published

on

Nadie puede poner en duda de que la sociedad dominicana, tal y como se ha planteado en innumerables ocasiones, padece de una crisis integral, donde la vocación mafiosa y de poca sensibilidad social siempre predomina frente al interés colectivo.

Esa crisis integral que impacta todas las instancias de la sociedad, pero peor aún cuando se trata de medir cómo llega el fenómeno a los órganos del Estado, crea hasta una profunda frustración en cualquier ciudadano o ciudadana que sinceramente ame a su país.

Lo peor de todo es que la propia sociedad ha llegado a un nivel de tolerancia con lo mal hecho, que nadie se siente burlado cuando tiene que acudir a un centro de salud y que las atenciones tienen un nulo nivel de eficiencia.

Lo propio habría que decir de la justicia, donde las sentencias obedecen más que nada a un capricho, a una componenda o sencillamente a un soborno, pero que tienen una aparente legitimidad porque el juez se acoge a lo que se conoce como la íntima convicción, un recurso prácticamente irrebatible.

Las citas de como camina esa crisis integral de que se habla no tendría fin, pero lo cierto es que una razón muy poderosa para afirmar que en la República Dominicana no existe un estado de derecho, porque se trata de una sociedad en la que existen deberes, también cumplidos a medias, pero no derechos.

Podría decirse que la sociedad dominicana está inmersa en una grave crisis, cuyo detonante podría poner en serios peligros la mal llamada democracia, en la que todo el que se cobija con el techo del Estado incurre en todo tipo de violaciones sin que haya un régimen de consecuencia.

Esa es la razón por la que todo el que ocupa un puesto público tiembla cuando ve la posibilidad de ser sustituido o cancelado, porque además se trata de una sociedad sin oportunidades, donde hasta para cualquiera iniciar un negocio lo primero que debe hacer es dotarse de una vocación mafiosa.

Entonces, en una sociedad como la dominicana en la que se hace prácticamente imposible devengar un salario digno en el sector privado, todo el mundo busca estar como dice una expresión popular estar “pegao” con el gobierno de turno para poder mejorar sus condiciones de vida, aunque sea sobre la base de lo mal hecho.

Desde hace ya muchos años, sobre todo después de la llegada al poder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que en el país todo el mundo maneja la interpretación de que ese partido creó una fórmula para que sus miembros que van al gobierno tengan dos maneras de hacerse millonarios, ya sea a través de una de las tantas variantes de la corrupción o sencillamente con salarios desproporcionados con relación a la realidad que se vive en la República Dominicana.

Por esta razón, hoy hay que dedicarle mucha atención al fenómeno de que se habla cuando, por sólo citar un ejemplo, los miembros de la Cámara de Cuentas se han hecho un aumento desproporcionado y al margen de la Constitución y de las leyes adjetivas que regulan los aumentos salariales de los funcionarios públicos.

Sin embargo, no hay nadie que tenga el interés de poner orden en el desorden generalizado que afecta a la sociedad dominicana, donde el presidente parece ser una figura decorativa, complaciente y estimulante de lo mal hecho.

Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Editorial

La solemnidad de una justicia con pies de barro.

Published

on

La promoción de la vía de hecho por la ineficacia de la justicia nacional, son muy pocos los quieren verla, unos por su baja formación y su pensamiento no profundo y otros porque son parte del mal.

Pero lo cierto es que el fenómeno constituye un problema de una magnitud insospechada y de una peligrosidad que amenaza las propias entrañas de la fallida democracia nacional.

El asunto no parece tener una solución fácil en razón de que tiene un componente profundamente político y cultural.

Los debilidad y la vocación de violar la ley suprema y las adjetivas de la noción puede echarlo todo a perder, sobre todo porque no se trata de un mal a nivel de una sola instancia publica, sino de todo el tejido social e institucional.

El nivel de la problemática del sistema de justicia nacional se podría convertir en una falta que también comprometa la responsabilidad civil y penal del Estado porque se trata de la violación de derechos humanos fundamentales protegidos por el derecho internacional,

Son múltiples y variadas las violaciones de los derechos fundamentales en que incurren los tribunales nacionales a través del no respeto de los plazos razonables y en consecuencia de la tutela judicial efectiva, el debido proceso y el derecho a la defensa.

Otros principios constitucionales violados por los actores del sistema de justicia son el de celeridad, economía procesal y el de analogía, así como el del juez natural y el de estatuir ante pruebas aportadas por las partes,

En realidad se trata de un asunto de una dimensión inmedible, cuya solución no parece tan simple y sencilla.

Ahora mismo puede decirse  con toda seguridad que la ineficacia y contaminación politiquera del sistema de justicia produce en la nación un efecto que lo daña todo, absolutamente todo.

Es un verdadero cáncer que impacta todo el cuerpo social de la Republica Dominicana

Continue Reading

Editorial

Un problema que no se ve a simple vista.

Published

on

La educación superior dominicana, que como bien se establece en el reportaje que aparece en la sección “De Portada” de este diario, implica un problema que debe motivar profundas reflexiones para que el país se avoque a pasar de la deficiencia a la calidad de la enseñanza universitaria.

Pero este es un asunto que sólo puede solucionarlo el Estado, el cual no está en capacidad de dar los pasos para que al cabo de algunos años el cuadro pueda dar un giro positivo.

La tendencia entre los dominicanos es sólo ver lo que está frente a ellos, sobre todo en materia de educación universitaria, pero no hay forma de llevar su mirada crítica a lo que requiere de un esfuerzo más profundo y exhaustivo.

El gran problema de la educación superior del país es que no sólo la situación depende de la negligencia y la deficiencia del Estado, sino que además que no se cuenta con una cultura para crear un cuerpo profesoral preparado para impartir docencia a nivel universitario, aunque, naturalmente, una cosa depende de la otra.

De manera, que los resultados no pueden ser peores, cuyos egresados, penosamente, terminan su carrera con una formación tan precaria que en la práctica son analfabetos funcionales.

Lo peligroso del fenómeno es que la sociedad está frente a médicos que puedan matar al paciente, ingeniero civil que construya una obra que puede caerle en la cabeza en cualquier momento a sus propietarios y un abogado que no puede asesorar idóneamente a su clientes y en consecuencia poner en peligro, por su poca formación, la tutela judicial efectivo, el debido proceso y el derecho a la defensa.

De manera, que el asunto no es como se puede ver a simple vista, sino que se trata de una deficiencia que aparte de hablar muy mal de toda la sociedad, amenaza la seguridad nacional, todo como resultado de un problema integral que impacta a todo el Estado.

Lo grave del problema es que no se ven soluciones fáciles en el camino, porque además la explicación de una educación superior fundamentada más en el negocio vulgar que en un plan nacional para lograr los índices de desarrollo del mundo competitivo de hoy, es parte de una cultura nacional y de un neoliberalismo salvaje que se lleva de paso todo lo bueno.

La realidad es que no es posible poner en orden las universidades nacionales, ya que en el país todo está contaminado con la politiquería, de arriba hacia abajo y lo contrario, de abajo hacia arriba.

Se impone entonces la siguiente pregunta: ¿Quién nos sacará del tremendo tollo de la educación superior nacional, aunque la respuesta más realista es que no hay una respuesta convincente y que satisfaga.

Continue Reading

Editorial

El Oncológico es un espejo de un problema de un gran alcance.

Published

on

No son pocos los conflictos originados en sindicatos, clubes culturales y deportivos, cooperativas de ahorros y préstamos y los propios partidos políticos, que son asaltados por grupos de personas que los usan con fines muy particulares.

Puede decirse que se trata de un cáncer que resulta complicado erradicar, con el agravante que esa mala práctica es reproducida cuando personas con la misma filosofía de vida llegan a la administración pública, lo que explica la gran cantidad de casos de sustracciñn de fondos del patrimonio público.

Realmente el país está copado por los que piensan que deben llegar a este tipo de instituciones, las cuales no tienen fines de lucro, para manipular sus recursos y creerse incluso que es algo que legítimamente les pertenece.

Un ejemplo muy elocuente al respecto son los partidos políticos, los cuales son manejados como empresas privadas y propiedad de particulares, pese a que en  realidad se trata de una figura que está legalmente regulada y que no puede ser jamás un patrimonio personal.

Pero el mismo problema es encontrado por doquier, cuyos propiciadores de este tipo de conducta sumergen a la sociedad en un gran dolor de cabeza.

El asunto ahora se puede ver con lo que ocurre en el Patronato Cibao contra el Cáncer, cuya institución juega un papel de primer orden para combatir una enfermedad tan severa y mortal como esa.

El problema del Oncológico del Cibao ha entrado ya a los tribunales competentes y sólo se espera un desenlace que tal vez no sea la panacea al problema, porque se van unos con un criterio equivocado en el manejo de este tipo de organizaciones, pero llegan otros que no difieren, absolutamente en nada, en la forma de ver el asunto.

Independiente de cual sea la decisión del tribunal que conoce el caso, debe admitirse que la sociedad dominicana está frente a una cuestión que lesiona lo más profundo de la sensibilidad humana, sobre todo porque no hay ningún tipo de arrepentimiento.

Hoy ha salido a la superficie el conflicto en el Patronato Cibao contra el Cáncer, pero la raíz del conflicto, con una explicacion profundamente cultural,  es que una gran cantidad de instituciones sin fines de lucro hoy permanecen asaltados por grupos de «vividores» que  ponen en tela de juicio las  bases de la dominicanidad.

Continue Reading

Edificio La República: Restauración No. 138, cuarta planta, Santiago, República Dominicana. Teléfono: 809-247-3606. Fax: 809-581-0030.
www.larepublicaonline.com  / Email: periodico@larepublicaonline.com
Copyright © 2021 Blue National Group