Agencia Efe
HONG KONG.- Cuatro meses después del inicio de las protestas contra una polémica ley de extradición que han llevado a Hong Kong a una grave crisis política, la tranquilidad parecía este miércoles la norma en este centro financiero, a excepción del cierre de algunas estaciones de metro, escenarios de actos vandálicos.
Sin embargo, las ubicuas pintadas antigubernamentales y en contra de la Policía son testigos mudos de la tensión política en la urbe.
Eslóganes como “¡Resistid, hongkoneses!” o “La disolución de la Policía no admite retrasos” demuestran que no hay luz al final del túnel de la crisis, que comenzó de manera multitudinaria el 9 de junio, cuando un millón de los residentes de esta ciudad de siete salieron a las calles a manifestarse en contra de la mencionada propuesta de ley.
Las manifestaciones, que al principio fueron masivas y pacíficas, se han vuelto más violentas con el paso de las semanas y últimamente acaban por lo general en enfrentamientos con la Policía y disturbios.
Aunque el Gobierno hongkonés retiró el mes pasado la controvertida norma -que habría abierto la puerta a que Pekín accediera a “fugitivos” refugiados en Hong Kong para juzgarlos en su sistema judicial, carente de garantías-, el movimiento surgido de aquellas protestas ya había ampliado sus demandas con el objetivo de mejorar los mecanismos democráticos de la excolonia británica.
“Echando la vista atrás, estos cuatro meses creo que son el peor y el mejor momento de Hong Kong”, cuenta a Efe Chris Wong, un universitario que ha participado en incontables manifestaciones.
“El peor, porque la Policía ha estado arrestando manifestantes de manera arbitraria y nuestro gobierno ha circunvalado los procedimientos legislativos normales para introducir una ley que nos prohíbe llevar máscaras durante las protestas”, arguye.
“Y el mejor, porque Hong Kong está asistiendo a una solidaridad entre su gente sin precedentes. Así que mucha gente se apoya mutuamente para luchar por una causa justa. Ha sacado un lado hermoso de la naturaleza humana”, apunta Wong.
La calma del estudiante, de 22 años, contrasta con la conmoción sufrida en la ciudad durante el fin de semana.
Horas después de que la jefa del ejecutivo hongkonés, Carrie Lam, anunciara su controvertida decisión de invocar una ley de emergencia de tiempos de la colonia británica para imponer una normativa que prohibiera a los manifestantes cubrirse la cara con máscaras -y así facilitar la labor policial de identificación-, las calles registraron nuevas protestas.
La ciudad se paralizó durante dos días por la violencia registrada entre Policía y algunos manifestantes radicales, que ha ido en aumento en los últimos cuatro meses y que, para sorpresa de muchos, estuvo hoy ausente.
“Hoy se cumplen cuatro meses y esperaba que pasara algo. Pero nada”, comenta Jacob Ehrbahn, fotógrafo del diario danés Politiken, que llegó a Hong Kong el viernes pasado.
Chris Wong, el universitario manifestante, lo explica: “Ha sido un largo fin de semana y todo el mundo está agotado. Nos estamos tomando un descanso antes de salir de nuevo”.
El hecho de que no hubiera violencia no quiere decir que no se registrara movimiento: Ehrbahn y otra docena de periodistas cubrieron una vista del juicio al conocido activista Edward Leung, inspiración de muchos jóvenes participantes de las actuales protestas.
Poco después de las 09:00 hora local (01:00 hora GMT), cientos de personas se congregaron a las puertas del Tribunal Supremo de la ciudad para apoyar la apelación de Leung y otros dos activistas, condenados por participar en revueltas en 2016.
Leung, de 28 años y condenado el año pasado a seis años de cárcel, es el autor del eslogan “Reclamemos Hong Kong, revolución de nuestros días”, ampliamente coreado en las manifestaciones hongkonesas.
Entre los que se solidarizaron con Leung a la puerta del tribunal estuvo Chris Wong. “En Hong Kong, han detenido a muchos activistas prodemocráticos antes de este movimiento (en referencia al actual). Ha sido así desde 2014. Esta gente necesita nuestro apoyo”, manifiesta.
El propio Wong tiene a 20 amigos detenidos entre los 2.300 arrestados por la Policía en los últimos cuatro meses.
“Creo que tenemos que seguir protestando y así aumentar el coste administrativo del Gobierno”, reflexiona Wong, para añadir: “tienen que entender que no pueden resolver la crisis arrestándonos”.