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Nutrición

¿Alergias o intolerancias alimentarias? Esa es la cuestión

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Los expertos del blog “Salud y prevención” explican, en un nuevo post, las diferencias que existen entre alergia e intolerancia alimentaria, para resolver dudas y confusiones

Es muy frecuente que los pacientes confundan entre alergia e intolerancia. La diferencia entre una patología y otra es que el origen del problema aparece desde diferentes sistemas del organismo humano, como lo es el inmunológico, en el caso de las alergias, y el digestivo en el de las intolerancias.

“La confusión podría venir a nivel del sistema digestivo si existe una coincidencia en algunos síntomas como son dolor abdominal, meteorismo, hinchazón, vómitos, diarreas, alteraciones intestinales,…”, explica el doctor Enric Martí, responsable de la Unidad Integral de Intolerancias Alimentarias del Hospital Universitari Sagrat Cor.

Y añade que “estos síntomas pueden aparecer en ambas patologías, aunque la gran diferencia es que las alergias pueden ser mucho más peligrosas, y pueden extenderse a otros órganos y sistemas del cuerpo como son los de índole respiratoria –broncoespasmo- con la consiguiente dificultad de respirar, cutáneos (urticaria), y los temibles edema de glotis o shock anafiláctico en los casos más graves. Las alergias pueden llevar incluso a un final dramático del paciente en pocos minutos, hecho que nunca ocurrirá en la intolerancia alimentaria”.

Una reacción alimentaria alérgica requiere un trastorno inmunológico en el que el paciente genera unos anticuerpos que, al reaccionar con el alimento causante, produce la liberación en la sangre de unas sustancias nocivas que generan, en pocos minutos, las reacciones anteriormente descritas.

Por su parte, una reacción de intolerancia alimentaria, en general, suele estar causada por una deficiencia de una sustancia que tenemos en la sangre llamada enzima, que facilita la digestión.

El caso más frecuente de intolerancia es a la lactosa en la que tras, tener un cuadro gastrointestinal, se pierden las enzimas lactasas que tenemos en el revestimiento intestinal, y sin ellas la lactosa no es digerida correctamente, causando un cuadro de mala digestión por fermentación y producción de gases.

El doctor Martí explica que “las alergias alimentarias más frecuentes en la población infantil suelen ser la leche de vaca, el huevo y el pescado. Añadiéndose más adelante los frutos secos, las frutas y el marisco, aunque cualquier alimento, y más concretamente las proteínas de cualquiera de ellos, puede tener la capacidad de generar esos anticuerpos si existe la predisposición por parte del paciente”.

Las intolerancias son generalmente debidas a la fracción de hidratos de carbono del alimento y destacan por su frecuencia, la lactosa, (leche y derivados, fundamentalmente), la fructosa (frutas, algunos vegetales,…) y la miel, el sorbitol (azúcar usado como edulcorante en chicles y productos dietéticos) y la sacarosa (en todos aquellos productos que contengan azúcar común).

La importancia de la historia clínica

El diagnóstico, para descartar si es una alergia o no, consiste en una buena y rigurosa historia clínica, unas pruebas cutáneas con kits comerciales o bien utilizando alimentos sospechosos, ampliable, en ocasiones, a una analítica sanguínea y, en determinados casos, requiriendo para la confirmación definitiva un test de exposición oral progresiva controlado, siempre realizado en un medio hospitalario.

Si el diagnóstico de alergia es negativo, y la historia clínica nos orienta, se realiza un estudio de intolerancia a los principales azúcares descritos, mediante una sobrecarga del posible causante, y determinación seriada de gases exhalados (hidrógeno/metano). Se trata de una prueba sencilla, exenta de riesgos, con una duración aproximada de unas 3 horas de estancia en el servicio de alergias. Si la cantidad de gas es elevada, respecto a la basal, tendremos el diagnóstico sin necesidad de realizar más pruebas.

Últimamente, en la literatura científica se están aportando comunicaciones del llamado Síndrome de Sobrecrecimiento Bacteriano (SIBO) que consiste en el depósito de parte de la microbiota intestinal en un lugar no adecuado, alejado de donde debería estar, concretamente en el intestino delgado. Allí liberan las bacterias gases que producen la sintomatología antes especificada.

La solución a este problema, consiste en suministrar al paciente antibiótico de baja absorción, que suele eliminar las bacterias de ese lugar. Con lo que hay una mejoría clínica, y también evidenciada, en la prueba de hidrógeno/metano exhalado.

En el ABC del tratamiento escalonado de las enfermedades alérgicas, la letra A la ocupa el consejo de eliminar el/los alimentos causantes del problema, llámese alergia o intolerancia.

Para ello es más fácil evitar los alimentos que producen alergia, pero haciendo la observación y comunicar siempre los alimentos que nos sirven en un restaurante o que compramos preparados, puesto que nos encontramos con muchas sorpresas al respecto.

En caso de sospecha de reacción alérgica alimentaria se debe eliminar el consumo del alimento sospechoso y acudir a un Servicio de Alergia.

En la consulta, el especialista investigará el perfil de sensibilización por medio de una historia clínica detallada y exploraciones complementarias, siendo diferentes para cada individuo alérgico.

Además, se le programará un control periódico e individualizado y un tratamiento farmacológico para controlar los síntomas en caso de ingestión inadvertida del alimento responsable, haciendo hincapié repetitivo con la adrenalina en forma de autoinyector que en pocos minutos hace efecto en el paciente.

En la dilatada experiencia, más de 30 años, del doctor Enric Martí, son numerosos los pacientes que acuden a su servicio, fundamentalmente por problemas digestivos inespecíficos, como distensión y meteorismo abdominal, que una vez estudiados desde el punto de vista inmunoalergológico presentan estudios negativos.

Abordaje multidisciplinar

Ante ello el servicio se fijó el objetivo de crear una Unidad Integral de Intolerancias Alimentarias que acogiera todas las necesidades de estos pacientes, aportando el conocimiento con un equipo multidisciplinar de Alergólogos, Digestólogos, Nutricionistas, con el imprescindible soporte de Enfermería.

La Unidad está formada por un alergólogo adjunto, un especialista en Aparato Digestivo, un profesional de Enfermería y una Nutricionista.

Para su funcionamiento, se han creado unos circuitos que proporcionan al paciente evitar demoras y duplicidad de exploraciones. De una forma ágil y segura, una vez visitado el paciente tiene toda su planificación de visitas y exploraciones detallado para evitar pérdidas de tiempo.

Básicamente las líneas de actuación tras rigurosa historia clínica son:

Descartar problemas orgánicos digestivos. Es básico tener la seguridad de que el paciente no presenta trastornos como tumores, infecciones, malformaciones, etc. Tras este descarte se realiza un rápido estudio alergológico estándar (Pruebas cutáneas con método prick, Ig E específicas y, en caso de duda, test de provocación oral).

En el caso de que ambos estudios sean negativos se pautan tests de intolerancia a fructosa, lactosa, sorbitol y lactulosa (éste último para descartar SIBO, o sobrecrecimiento bacteriano en intestino delgado), mediante medición de hidrógeno exhalado tras sobrecarga de dichos ingredientes alimentarios con aparataje incruento.

Con el protocolo utilizado se les solucionan problemas a los pacientes y, en especial, se evita ese largo peregrinaje por numerosas consultas médicas, paramédicas, y analíticas caras no estandarizadas que para nada aportan evidencia de calidad asistencial.

El doctor Martí lo resume de este modo: “Patología emergente, conceptos claros, soluciones personalizadas, equipos integrales con alergólogos, digestólogos, enfermería especializada, nutricionistas, y apoyo psicológico en determinados casos, en los que se ensalza la máxima donde al intestino se le etiqueta como el segundo cerebro”.

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Nutrición

La dieta perfecta para un envejecimiento saludable

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EFE

 Madrid.– En España cada vez se destinan más recursos a investigar cuál es la dieta saludable ideal para que una persona viva los años de envejecimiento con la mejor calidad posible.

Según los últimos datos de la agencia estadística Eurostat, España es el país de la Unión Europea (UE) que registra una mayor esperanza de vida, con 84 años de edad, una cifra que se encuentra 2,5 puntos por encima de la media europea.

Es uno de los países más longevos del mundo y, de entre varias hipótesis de las causas, el estilo de vida juega un papel importante.

De hecho, la dieta se ha postulado como uno de los mecanismos más importantes.

Gracias a los múltiples avances en ciencia y tecnología, nuestra esperanza de vida aumenta cada año. Por ello, la población mayor cada vez es más numerosa.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya predijo que, entre 2015 y 2050, la proporción de la población mundial mayor de 60 años casi se duplicará del 12 % al 22 %.

Diana Díaz-Rizzolo, investigadora y profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, experta en nutrición y longevidad, investiga en este ámbito y explica las características que debe tener una dieta perfecta para el envejecimiento

1. Evitar una alimentación restrictiva

La experta advierte de que es necesario poner atención en que las dietas sean completas, pues numerosos estudios han puesto de manifiesto que los déficits nutricionales pueden ser comunes en personas de edad avanzada.

En caso de exceso de peso, Díaz-Rizzolo, experta del máster universitario de alimentación saludable y sostenible de la UOC, explica que hace falta enfocarse en la calidad de la dieta.

“Es común que haya personas con exceso de peso porque siguen con una dieta parecida a la época de adultos jóvenes. El gasto energético ha disminuido bien porque hacemos menos actividad física o dejamos el ejercicio por diversos motivos y porque nuestro gasto calórico basal se ve disminuido por la propia edad”, apunta la especialista.

El gasto energético ha disminuido con la edad, bien porque hacemos menos actividad física y porque nuestro gasto calórico basal se ve disminuido por la propia edad. EFE/ Nacho Gallego

2. Enfocarse en calidad (y no en cantidad) de la dieta

La experta indica que la calidad de la dieta debe ser el objetivo.

Más variedad de alimentos de mejores fuentes nos proporcionarán los nutrientes que necesitamos, nos saciarán más y nos aportarán más energía que alimentos menos saludables.

“Por ejemplo, un plato grande de verduras asadas (más de 300 g de zanahoria, pimiento, calabacín y berenjena) acompañado de un buen trozo de tortilla de patatas parece mucha cantidad, pero un bocadillo tipo sandwich mixto o bikini, el cual puede parecer a simple vista una cena ligera, puede aportarnos más calorías, menos saciedad por su bajo contenido en fibra y mucho menor aporte de nutrientes”, señala la investigadora.

3. Rehuir de los alimentos ultraprocesados, envejecen

Los alimentos ultraprocesados envejecen. EFE/ Alberto Valdés.

Los alimentos ultraprocesados no solo afectan directamente a nuestra salud y nos acercan a desarrollar patologías crónicas evitables, sino que además envejecen.

“Nos vuelven más frágiles y aumentan nuestro riesgo de fallecer (incluso cuando no nos aportan más calorías). Pero es que, además, promueven el envejecimiento de nuestras células. Vamos, un cóctel para vivir menos y peor”, alerta Díaz-Rizzolo.

4. Consumir proteína

A pesar de que estudios previos parecían indicar que las cantidades de proteína que consumían los adultos mayores era suficiente, se ha visto que no es así.

Las necesidades de proteína ingerida se ven afectadas durante el envejecimiento y difícilmente se incorporan las cantidades necesarias en la dieta.

Pero, anecdóticamente, se ha observado que, a más proteína animal consumida, más fragilidad en el adulto mayor.

Por este motivo, la experta recomienda priorizar la proteína vegetal a la animal.

“Lo recomendable es consumir alimentos proteicos de origen vegetal. De hecho, la sustitución de solo un 3 % de la proteína animal por vegetal supone un descenso en el riesgo de mortalidad del 10 %”, explica la profesora.

5. Moderar los cereales y tubérculos

Las poblaciones más longevas siguen patrones de dieta moderadamente ligera en alimento ricos en carbohidratos, como el arroz, la pasta y la patata.

No obstante, consumir esas grasas de origen vegetal puede suponer una prevención de desarrollar patologías durante la vejez y protegen frente al envejecimiento celular.

La investigadora de la UOC aconseja moderar los cereales y tubérculos y aumentar los frutos secos, el aceite de oliva y los aguacates.

“Por eso, una alimentación sin restricciones y con una amplia variedad de alimentos de origen vegetal puede ser nuestro mejor aliado para vivir más y mejor”, concluye Díaz-Rizzolo.

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Nutrición

Los tres frutos secos que debes incluir en tu dieta diaria para sentirte con energía

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Los frutos secos, considerados por muchos nutricionistas como elementos fundamentales en una dieta saludable, no solo destacan por su sabor exquisito y su versatilidad culinaria, sino también por sus beneficios nutricionales. Pablo Ojeda, conocido nutricionista, ha revelado sus tres frutos secos favoritos por su excepcional valor para la salud: las almendras, las nueces y, compartiendo el tercer puesto, los pistachos y los anacardos.

Tienen un alto valor nutricional

Almendras, nueces, pistachos y anacardos, los frutos secos más destacados

Almendras, las favoritas de Ojeda, destacan por su capacidad para mantener un buen control glucémico, siendo ideales incluso para personas con diabetes debido a su bajo índice glucémico. Rica en vitamina E, grasas saludables y minerales como el calcio, las almendras ofrecen casi 20 gramos de proteínas por cada 100 gramos, superando a la leche en la provisión diaria de calcio.

Las nueces, clasificadas como contribuyentes a mejorar la elasticidad de los vasos sanguíneos por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (ESA), son esenciales para una dieta equilibrada. Consumir 30 gramos diarios de nueces puede tener beneficios significativos para la salud cardiovascular.

Pistachos y anacardos, en el tercer lugar según Ojeda, ofrecen diferentes ventajas. Los pistachos, ricos en fibra y con un fuerte efecto saciante, son ideales para controlar el hambre entre comidas y mejorar la salud ocular. Los anacardos, además de ser versátiles en la cocina, aportan triptófano, esencial para la producción de melatonina y serotonina, hormonas vinculadas al bienestar y la felicidad.

Contribuye a una mejor salud cardiovascular

La cantidad diaria recomendada es de 30 gramos

El consumo moderado de frutos secos se destaca como crucial, ya que, a pesar de sus beneficios nutricionales, poseen un alto contenido calórico. La cantidad diaria recomendada es de 30 gramos, aproximadamente un puñado, para evitar problemas digestivos.

Incorporar frutos secos en la dieta no solo contribuye a una mejor salud cardiovascular, sino que también ayuda a mantener un peso equilibrado, controlando la ingesta de alimentos y reduciendo el picoteo entre horas. Además, estos alimentos, ricos en hierro y otros minerales, potencian la función cerebral y protegen el corazón.

Más allá de sus beneficios para la salud, los frutos secos añaden una dimensión única a la gastronomía, aportando texturas y sabores distintivos. Su versatilidad permite su uso en una variedad de platos, desde recetas dulces hasta opciones saladas.

https://www.lavanguardia.com/

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Nutrición

Los beneficios para la salud de comer tomate (crudo y cocido)

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En ensaladas, en salsas, asados o en sopas…

El tomate suele ser una suerte de comodín en la cocina que va con casi cualquier cosa y levanta el sabor de cualquier plato.

Fácil de conseguir, y relativamente económico, nos resuelve más de una comida.

Pero, además, el tomate nos aporta una serie de beneficios para la salud, tanto si lo ingerimos crudo como cocido.

Aunque lo consumimos como una hortaliza, desde el punto de vista de la botánica el tomate es una fruta.

  • Existen cerca de unas 10.000 variedades de tomates que difieren en su tamaño, forma y color, pero el que predomina es el rojo.

Cuestión de color

Y es justamente este color lo que lo convierte en un alimento muy interesante a nivel nutricional, según explica Gemma Chiva-Blanch, profesora de Nutrición de la Universidad Abierta de Cataluña, en un artículo publicado recientemente en The Conversation.

“El cromatismo de los vegetales viene dado por unas sustancias, los polifenoles y los carotenoides, que cubren el espectro desde el amarillo (del limón) al morado (de la berenjena, por ejemplo).

“El tomate es rojo porque contiene gran cantidad de estos compuestos, aunque hay distintas variedades con diferentes colores que tienen mezclas distintas de polifenoles y carotenoides”, señala Chiva-Blanch.

Estos compuestos bioactivos tienen un efecto antioxidante y antiinflamatorio.

Enfermedades cardiovasculares

Para hacernos una idea, una porción de 80 gramos de tomate contiene cerca del 5% del potasio que un adulto necesita al día.

Consumir alimentos ricos en potasio está asociado a un menor riesgo de accidentes cerebrovasculares y puede estar asociado también a un menor índice de enfermedad coronaria.

Los tomates contienen además un compuesto llamado licopeno que, además de tener un efecto antiinflamatorio y antioxidante, tiene el potencial de reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, según varios estudios.

Incluso sin preparación alguna, solo condimentados con un poco de sal y aceite de oliva, los tomates pueden ser muy sabrosos.

Chiva-Blanch señala que el licopeno es “uno de los pocos compuestos en los alimentos que se absorbe mejor si nuestro protagonista (el tomate) está triturado”, como en el caso de la sopa fría española conocida como gazpacho u otra versión llamada salmorejo, típica del sur de España, o cocido.

Y si bien es cierto que, al igual que otras frutas y verduras, el tomate pierde vitaminas y minerales cuando se somete a altas temperaturas, diversos estudios apuntan a que el licopeno, por el contrario, intensifica su potencial antioxidante con el calor.

También es recomendable consumir el tomate cocido con aceite de oliva, que contribuye a que se asimilen mejor sus compuestos.

Según la revista Good Food de la BBC, gran parte del contenido de carotenoides está en la piel del tomate, por lo cual, en lo posible, es recomendable no pelarlo para obtener un máximo beneficio.

Más beneficios

Otros beneficios de los fitoquímicos que contiene el tomate es que mantienen la salud de los ojos y pueden tener un efecto protector contra la degeneración macular vinculada a la edad y otras enfermedades de la vista.

Chiva-Blanch señala también que las personas con diabetes, con más posibilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares, que consumen más tomates “tienen una menor carga esclerótica y por lo tanto un menor riesgo cardiovascular”.

A modo de guía, 80 gramos de tomate representan una de las cinco porciones de frutas y verduras al día que recomienda la Organización Mundial de la Salud como parte de una dieta saludable.

80 gramos de tomate equivalen aproximadamente a un tomate tradicional o 7 siete tomates cherry.

https://www.bbc.com/

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