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Opinión

Pesan la corrupción y la impunidad

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Por Juan Bolívar Díaz

Durante los años 2017 y 2018, a raíz de la explosión del escándalo Odebrecht que embarró hasta el tuétano los gobiernos de los últimos 16 años del Partido de la Liberación Dominicana, se desarrolló en el país la mayor manifestación social de nuestra historia. La Marcha Verde fue un primer grito multitudinario contra la corrupción y la impunidad, que no fue escuchado en las alturas del poder.

Consideraron que era cuestión de tiempo para que los ciudadanos y ciudadanas se cansaran de marchar, y así ocurrió en efecto, aunque algunos advertimos que la coyuntura electoral del 2020 iba a propiciar el resurgimiento de esas protestas, y de ahí que surgieran iniciativas buscando capitalizar ese descontento, por ejemplo la Coalición Democrática para la Regeneración Nacional, emprendida por profesionales y activistas sociales, que ha promovido la integración de una coalición de siete partidos políticos y grupos cívicos en base a una veintena de objetivos para el rescate de la institucionalidad democrática, el combate a la corrupción, el fin de la impunidad y las reformas económicas sociales que demanda la nación.

Gran parte de los jóvenes que en las últimas semanas han protagonizado las protestas por el asalto electoral del 16 de febrero, fueron protagonistas de la Marcha Verde. Y están dando el segundo aviso, ya no sólo a los actuales gobernantes, sino que, conscientes de que es un inminente un cambio de gobierno, están adelantando una advertencia  a los que pueden llegar en agosto próximo, que ya no habrá  indiferencia ni adormecimiento de la juventud dominicana, que ellos van a tomar en sus manos el destino de la nación y van a imponer orden sobre una clase política demasiada enfocada en el aprovechamiento del poder para el enriquecimiento personal, envileciendo a diestra y siniestra para justificarse y prolongarse.

La corrupción y la impunidad ya aparecen entre las mayores preocupación de la sociedad dominicana. En la encuesta Greenberg-Diario Libre de la semana pasada alcanzó 45 por ciento, casi duplicando al desempleo y la inseguridad ciudadana. Es que la corrupción de arriba y la impunidad repercuten en la delincuencia abajo y por tanto no sólo sustraen los recursos de toda la sociedad, sino que además incentivan la inseguridad ciudadana.

En el Indice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial 2017-18, cuando estaba en su apogeo la Marcha Verde, el país quedó sub-campeón en los indicadores de corrupción, sólo superado por Brasil entre 137 evaluados. Nos dejaron en el escalón 136 en favoritismo de los funcionarios públicos, 135 en desvío de los fondos públicos, 133 en políticas antimonopólicas, 132 en ética empresarial, y 131 en eficiencia del gasto público.

Cualquiera tiene la tentación de creer que nos lo hicieron de maldad. Y otros que eso quedó atrás. Pero el retroceso se manifiesta también en el Indice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional publicado en enero pasado. Sacamos 28 de 100 puntos,  quedando en el escalón 137, entre 182 evaluados, peor que el 78 por ciento de los países del continente, y en América Latina sólo mejor que Guatemala, Honduras, Nicaragua y Venezuela, todos sumidos en la pobreza, que para muchos se relaciona con la corrupción.

En esta evaluación, en el 2006 el país ocupaba la posición 99, y para el 2012, al concluir el gobierno de Leonel Fernández, había descendido 19 escalones, a la 118, pero en los dos periodos de Danilo Medina prosiguió cayendo justo en otras 19 posiciones, para completar 38 en 14 años.

La corrupción y la impunidad tienen un peso grande en el descalabro político que se advierte para el partido gobernante. Es que si la malversación, el robo y el despilfarro representan el 3.5% del PIB como estimó un estudio del BID, fueron unos 165 mil millones de pesos el año pasado, 20 veces los 7 mil millones de pesos invertidos por año en las publicitadas “visitas sorpresas” del presidente Medina. Con esa suma se hubiesen hecho en un año 40 proyectos de viviendas como el de la Nueva Barquita.

La prioridad número uno del próximo gobierno será reducir drásticamente la malversación y rescatar la independencia y credibilidad de la justicia, del ministerio público y la policía, así como de la Cámara de Cuentas y la Contraloría General para poner un dique a la impunidad. Y que el Congreso asuma su responsabilidad de fiscalizar en vez del reparto clientelista. En pocas palabras, rescatar la institucionalidad democrática.- 

 

 

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Opinión

José Guillermo Sued, un lujo de locutor y mejor ser humano.

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Por José Cabral

La crisis de valores que impacta tan fuertemente a la sociedad dominicana, donde ya no hay amigos sinceros y peor aún que ésta se ha llevado de paro la hermandad, la solidaridad y la reciprocidad.

Conozco y he tratado con mucha deferencia a José Guillermo, porque aparte de su sinceridad y amigo inigualable era un excelente profesional de la radio que todo santiaguero se sentía orgulloso de sus dotes y manejador de la palabra hablada.

Recuerdo los días en que fuimos parte, ya unos años después, del equipo de softbol de la Asociación de Cronistas Deportivos y también de la asociación de locutores de Santiago.

No puedo olvidar lo bien que la pasamos cuando fuimos en reiteradas ocasiones a intercambios de este deporte con algunos equipos de Ponce, Puerto Rico, la cual tiene particularidades muy parecidas a Santiago, nuestra ciudad amada.

Todos estos recuerdos inolvidables llevan ahora a tener que escuchar, porque hace muchos años que no lo veo físicamente, la paraplejía que lo aqueja luego de sufrir una caída en una cabaña que tiene en Jarabacoa.

José Guillermo es un ser extraordinario que nunca lo he visto ofender a nadie, cuyo nivel de tolerancia y de comprensión tal vez sea difícil encontrarlas en estos tiempos.

Sin embargo, José Guillermo ha sido bendecido por tener una familia que lo ama y que siempre estará a su lado, principalmente su hija Pamela, quien han mostrado un amor por su padre inigualable.

A Pamela la conocí desde pequeñita e incluso en alguno momento tuve el privilegio de cargarla, lo cual me hace sentir orgulloso no por su proyección pública, sino por el amor que profesa hacia su progenitor.

De José Guillermo recuerdo de aquellos momentos en que laborábamos en el Noticiero Mundo Noticias, donde el hacia la voz noticiosa conjuntamente Jaime Thomas, entre cuyos directores estuvo el periodista Huchi Lora, así como otros profesionales del periodismo.

Traigo este episodio a colación porque en el año 1978, en pleno apogeo del Gobierno de Joaquín Balaguer, sufrimos las consecuencias de ser jóvenes profesionales con una total entrega a los mejores intereses del país, con una gran vocación de servicio,

José Guillermo fue quien me recogió en el 1978 luego de la derrota de Balaguer en la cárcel pública San Luis, localizada en la calle del mismo nombre, tras permanecer recluido en ella por algunos meses por una acusación de un hecho que no cometí.

Pero fue José Guillermo quien logró que el procurador fiscal de entonces, Lorenzo Rodríguez, firmara la orden de libertad porque después de ordenarse ésta mediante un recurso de habeas corpus conocido por la entonces jueza Semírame Olivo de Pichardo todo el mundo se desapareció y sólo quedaron en el escenario  Negro Veras, el general Guaro Estrella, padre de Eduardo Estrella, y el amigo entrañable hoy afectado de una dolencia que le arruina la vida a cualquiera.

Luego de esos hechos mi reencuentro con José Guillermo Sued fue en los años 90 cuando el amigo José Francisco Hernández fue escogido como candidato vicepresidencial del profesor Juan Bosch y en cuyo proyecto también estaban Julián Serulle, Miguel Vega y el cirujano y gran ser humano Higinio López.

José sé que el destino nos tiene reservada nuestra suerte, pero tu recuperación tiene que ser una recompensa a tu bondad y extraordinario ser humano que siempre ha sido.

Que Dios te bendiga siempre

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Opinión

Apostar a la segunda vuelta

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Por Nelson Encarnación

Los partidos de oposición que compiten por desplazar al actual presidente de la República están dirigidos por hombres curtidos en las lides políticas y electorales, que han estado en la primera fila de la lucha democrática de los últimos 45 años.

De los tres líderes del bloque opositor, al que menos experiencia se le puede atribuir es al presidente y candidato del Partido Revolucionario Dominicano, Miguel Vargas Maldonado, pero acumula una larga trayectoria al lado de José Francisco Peña Gómez, compitió por la presidencia en 2008 (42%) y fue canciller del país durante cuatro años.

Y del candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana, Abel Martínez, se pudiera sugerir que dada su relativa juventud carece de experiencia.

Sin embargo, sí tiene experiencia, pues ha sido presidente de la Cámara de Diputados durante seis años, alcalde de Santiago por otros 8, y procurador fiscal de esa demarcación judicial.

O sea, como decimos en el seno del pueblo, Abel tampoco es “un chivito jarto’e jobos”.

De Leonel Fernández y Danilo Medina hay poco que agregar, porque, en su calidad de presidentes de la República y líderes partidarios, han acumulado una experiencia de gran calado y bagaje político.

Tienen en común lo que no es poca cosa: de 2004 a 2016— juntos o medio separados—cargan en su alforja nada menos que cuatro elecciones ganadas en primera vuelta.

Esto resulta de enorme relevancia, por tratarse de gladiadores que conocen el terreno y se arman de las herramientas indispensables para competir.

Con esta enorme experiencia a cuestas, están dotados de los elementos suficientes para saber en el terreno cuándo la lucha por el poder se libra en campo minado.

Percibimos estar ahora mismo en un momento en el cual el liderazgo opositor—al analizar el potencial de su oferta electoral—se da cuenta de que navega contracorriente, si bien procura elevar la moral de las tropas, lo que resulta razonablemente útil.

La oposición sabe que es un combate con escasa viabilidad; un escenario que recrea el afrontado por Luis Abinader contra Medina en 2016, cuando todas las encuestas daban por descontada la victoria del entonces presidente reeleccionista.

¿Es previsible revertir en 12 días la tendencia consistente de 70 encuestas que durante dos años le promedian a Luis un 63%? Lo dudamos y hasta descartamos.

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Opinión

“…cuando regreso a casa”

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Por Miguel Guerrero

Benjamín Disraelí, estadista inglés del siglo XIX, escribió: “Ningún gobierno puede mantenerse sólido mucho tiempo sin una oposición temible”. En el país esa sentencia no se cumple. El papel de los partidos se limita a la crítica, a veces por la crítica misma, y esa desnaturalización de su rol no ayuda al fortalecimiento de la democracia y les obnubila la visión de la realidad en la que se desenvuelven.

En política, aun en las naciones más ricas donde las necesidades de la población son menores, la realidad condiciona la acción de los gobiernos. En el caso nuestro esa realidad suele ser brutal, capaz de minimizar cualquier esfuerzo por encararla. Y la escasez de recursos hace más difícil el esfuerzo. De manera que la acción ejecutiva no alcanza por lo general a llenar todas las apremiantes demandas materiales de una sociedad que reclama la solución de problemas tan añejos como la república misma.

Una prensa aburguesada, que solo mira con catalejos la realidad sobre la que escribe, no atina a ver todos sus matices y su percepción termina contaminada por los prejuicios que una inicua e insustancial oposición incrementa con una crítica vacía de contenido y divorciada de cuanto ocurre a su alrededor. Escribir y hablar desde una perspectiva mediática acomodada en una sala de redacción o desde un set de televisión, ajena a lo que se vive en el país, no puede fotografiar una realidad que se desconoce.

A finales de 2015, me autoinvité a una “visita sorpresa” del presidente Medina, quien luego me subió a su vehículo para ir a otras actividades con gente humilde y laboriosa. Era domingo. Después de casi todo el día de reunión en reunión, comenzando a oscurecer, le dije: “Presidente, usted se olvida de su familia”. Él movió la cabeza para mirarme: “Miguel, eso mismo me dicen todos los domingos mi esposa y mis hijas cuando regreso a casa”. Igual debe suceder con el actual y los que han existido antes.

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