La Jueza del Primer Juzgado de Instrucción del Distrito Nacional, Kaila Pérez Santana, acaba de ser apoderada de un recurso de objeción al archivo definitivo de ocho de los encartados del caso Odebrecht, entre cuyos beneficiarios está Temístocles Montás, quien luego de ser apresado admitió haber recibido dinero de los actos de corrupción que envuelve el proceso.
El recurso de oposición se produce mucho tiempo después del que otorga la ley para recurrir con la objeción, pero el argumento fundamental en este caso es que se violaron todos los procedimientos para acogerse a la figura jurídica conocida como archivo provisional y definitivo.
Habría que ver qué tratamiento le da esta jueza de instrucción al caso, lo cual podría implicar que el más escandaloso caso de corrupción en contra del Estado tomaría otro curso y que incluso el proceso podría dejar los resultados esperados por la sociedad.
Sin embargo, hay que dejar claro que este tipo de recurso ha causado grandes daños a la sociedad dominicana, porque los archivos definitivos son pocas las veces en que han sido revertidos, sobre todo porque se trata de un sistema profundamente corrompido y concebido para promover anti valores y distorsiones que matan la poca credibilidad que tienen las instituciones, sobre todo las del sector público.
La procuraduría general de la República, cuya titular es una mujer con una buena reputación de independiente y que se supone que quiere salir fortalecida del puesto, debe disponer una investigación en todo el territorio nacional para que compruebe los miles de casos que están archivados en el Ministerio Público por una irresponsabilidad de los fiscales.
En estos casos las víctimas se han cansado de dar viajes a las sedes del Ministerio Público y a su auxiliar, la Policía Nacional, porque en ambas órganos sólo reciben maltrato e indiferencia frente a sus querellas o denuncias.
El problema es mucho más grande de lo que cualquiera pueda pensar, dado que la presencia y en consecuencia la ineficiencia del Estado es una realidad innegable y palpable mientras el ciudadano se aleja de la ciudad capital, tanto es así que prácticamente no existe el estado de derecho y lo que se impone es la vía de hecho.
Este fenómeno es tan fácilmente comprobable que para vivirlo no hay que ir hasta Dajabón o cualquier otro pueblo fronterizo, sino que con sólo examinar la conducta de los fiscales en la segunda ciudad en importancia del país, Santiago, se confirmará cual es la realidad del órgano que está supuesto perseguir el delito y el crimen.
Naturalmente, el fenómeno no es exclusivo del Ministerio Público, sino que igual ocurre en el nivel jurisdiccional, ya que los jueces fallan los casos después de mantenerlos secuestrados por muchos meses y hasta años y al final emiten una sentencia sin haber estudiado los expedientes.
Seria una gran cosa que la procuradora general de la República Dominicana iniciara una revisión del comportamiento de los fiscales para que compruebe que el país todavía es una selva en lo que respecta al Ministerio Público y que el estado de derecho hace mucho que no existe, fruto de que el órgano que debe jugar el papel persecutor para resarcir a las victimas y a la sociedad sencillamente es una gran falsa.