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Editorial

Una comunidad sólo receptora de malos tratos.

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El clientelismo y los intereses grupales han proyectado la idea de que cumplir con los dominicanos del exterior es nombrar a uno procedente de allí en un carguito público.

Ese es un gran engaño, una mentira que traiciona los intereses de un conglomerado de dominicanos que sólo en los Estados Unidos ya supera los dos millones de personas.

Y esa cantidad de inmigrantes dominicanos habla muy claro de que en la medida que ese segmento sea estimulado a presionar a través de los mecanismos de la democracia para producir cambios mediante la gestión pública en el país, mayores serán sus logros en el lugar donde viven y donde están sus familias.

El crecimiento exponencial en términos poblacionales de la comunidad en el exterior irá en aumento, pero los cambios en lo que respecta a políticas públicas en su favor desde los gobiernos nacionales,  dependerá de qué tanto la comunidad se empodere a través del voto.

En la actualidad se habla de una población votante dominicana registrada en el exterior que supera las seiscientas mil personas, pero pudieran ser mucho más si se diseña un plan que haga entender que los que han huido hacia tierras extrañas cuentan también con el poder económico para hacer grandes cambios si se focalizan en lo que tienen que hacer para mejorar incluso su propia situación.

En el caso de los dominicanos del exterior sólo falta lograr una mayor incorporación suya en la agenda nacional, ya que total se trata de inmigrante de primera generación que esa condición les hace tener muy pocas posibilidades de jugar un papel protagónico en la administración de los gobiernos donde residen.

De cualquier modo, los dominicanos del exterior, sobre todo los de primera generación, por una serie de factores de tipo psicológico, sociológico y étnico siempre tendrán empeño en que las cosas en el país se manejen mejor.

Son muy diversas las potencialidades que tienen los dominicanos del exterior, ya que incluso cuentan con una serie de valores cívicos y democráticos que han sido adquiridos luego de vivir en otros destinos que podrían ayudar a depurar y mejorar a la sociedad dominicana.

Este medio siempre ha tenido la idea de que la incorporación de los dominicanos del exterior al mapa político nacional conlleva necesariamente una herramienta para que el país mejore su democracia, pero ello sólo será posible si los propios criollos que viven del otro lado se empeñan en que las cosas aquí sean diferentes.

Es importante que se entienda que el aporte del dominicano del exterior no es sólo a través de la remesa, la cual no deja de jugar un papel de primer orden en la economía nacional, aunque también necesita de ser refocalizada, sino que se debe asimilar que su contribución llega además a la cultura, la política y otros muchos renglones de la vida nacional.

El 2024 debe ser definido como el año del empoderamiento de la comunidad en el exterior con la expulsión de todos los vividores que se aprovechan de sus logros para colocarse, por ejemplo, en una curul en el Congreso Nacional con una agenda muy personal y que en nada beneficia a los buenos y verdaderos dominicanos.

Ha llegado el momento ya de decir no a la demagogia, la politiquería y el engaño en contra de una comunidad en el exterior que lo ha dado todo por su gente y que su esfuerzo no recibe ninguna recompensa, sino castigos y desprecios.

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Editorial

Lo mismo del año pasado.

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En este 2025 se repite lo mismo de los años pasados en lo que respecta a crear falsas expectativas en la gente pobre de la nación, cuyos anhelos y sueños están fundamentados, más que en cualquier otra cosa, en un poder proveniente del más allá que tiene su razón de ser en creencias mágico-religiosas.

La República Dominicana y el mundo occidental se apoyan para proyectar prosperidad y bonanza económica en un paradigma que consiste en una percepción que nunca tiene nada que ver con la realidad.

En este contexto hay que ver el crecimiento económico sostenido del país, el cual no tiene ningún impacto en los niveles de pobreza y de desigualdad social, porque los que se llevan los beneficios del mismo son unos grupos económicos enquistados en la macroeconomía.

En estos momentos ya prácticamente no queda ningún margen para que se pregone que la República Dominicana ocupa niveles importantes de crecimiento y desarrollo.

Por esta razón, el 2025 no pinta nada bueno debido a que los niveles de endeudamiento ya es un tema de gran preocupación nacional, porque por lo que se ve los gobiernos que ha tenido el país, incluido el actual, se han inclinado por la vía más fácil, que no es otra que coger dinero prestado con una calidad de gasto que deja mucho que desear.

Las autoridades nacionales no han priorizado el aumento de la producción nacional para satisfacer el mercado interno y al propio tiempo aumentar las exportaciones para generar las divisas que necesita el país para cumplir con su balanza de pagos.

Todo lo contrario, hay un empeño de coger prestado todo lo que aparezca, sin importar consecuencias, lo cual coloca la nación en tener que utilizar un 25 por ciento de su presupuesto para el pago de intereses de una deuda que ya alcanza más del 60 por ciento del producto interno bruto.

En esas condiciones, no se puede ser optimista en el año que acaba de hacer su entrada, el 2025, cuando el país se encamina hacia un cuadro parecido al sufrido por naciones hermanas como Puerto Rico, Grecia y Argentina.

Quién es tan osado en la República Dominicana para pensar que ante lo que ocurre puedan venir cosas buenas en el 2025, sobre todo porque esa política de endeudamiento no tiene la tendencia a bajar, sino a subir.

De modo, que el 2025 es un año que más que traer cosas buenas, podría representar una mayor profundización de la pobreza y de la delincuencia como consecuencia de la exclusión social y de la mala distribución de las riquezas nacionales.

Pero, además, habría que preguntarse si hay reales esperanzas de que en el país disminuya la corrupción administrativa cuando ese es un mal consustancial con la forma de involucrarse con el Estado, pese, además, que es un flagelo que trasciende del sector público al  privado y penetra en todos y cada uno de los ámbitos de la vida nacional.

Es importante recordar que el Producto Interno Bruto del país descansa en dos renglones como son el turismo y las remesas, ambos resultados, primero de las riquezas naturales de que  ha dado sido dotada  la nación  y el segundo, resultado de los dominicanos que han tenido que irse del país por no tener oportunidades para disfrutar de una vida más digna en las tierras que los vio nacer, lo cual indica que esos dos polos de la económica nacional no están asociados necesariamente a una buena gestión de gobierno, sino a razones muy diferentes, cuyas abusivas autoridades los que persiguen hasta en el exterior, donde están asentadas las comunidades de criollos fuera del país, es explotarlos inmisericordemente para llenarle el bolsillo a uno de sus  protegidos y un buen ejemplo al respecto  es el consulado dominicano en Nueva York, el cual es un botín de los dirigentes del partido en el poder, sin importar su color o cuál sea.

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Editorial

Las candidaturas independientes es un riesgo que necesita la democracia nacional.

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La sentencia del Tribunal Constitucional permite que en el panorama político dominicano tenga vigencia la figura de las candidaturas independientes.

Esta decisión sí que impacta de una forma importante la democracia nacional, la cual está agonizante por la conducta de los actores del sistema de partidos tradicionales.

Quién le puede quitar el carácter de depredadora de la partidocracia, la cual se aprovecha de todo y lleva inexorablemente al país a otra Grecia, Argentina o Puerto Rico.

Los robos del patrimonio público no son moderados, lo que de ninguna manera es aceptable, dado que los políticos tradicionales no se conforman con cien millones de dinero del pueblo dominicano, sino que hacen hasta lo imposible para sustraer miles de millones.

Para ilustración al respecto, los ejemplos están a la orden del día, con el agravante de que los que hacen turno desde la oposición sólo persiguen apoyarse en la expresión muy popular que dice: “quítate tú, pa ponerme yo”.

Ahí están los ejemplos de Danilo que se peleó con Leonel por esa causa y ahora la de Abinader que reproduce en muchos aspectos la misma conducta de los dos primeros.

Si bien es cierto, que la crisis de valores de que adolece el país podría llevar al poder a cualquier degenerado que se proyecte como buena gente, lo cierto es que las candidaturas independientes es un mecanismo más democrático y participativo,

Es decir, que aun en el caso de que la figura de las candidaturas independientes conlleve riesgos, pero lo cierto es que es una vía más acorde con el proceso de democratización de la política, sobre todo en Latinoamérica, donde hay profundos antivalores que ponen en peligro la cultura cívica, moral y ética de estos pueblos.

De manera, que La República promueve un apoyo masivo, abierto y sin reservas a la decisión tomada por el Tribunal Constitucional, porque esa sentencia abre un camino importante hacia la democratización, la participación, el  adecentamiento y el mejoramiento de los niveles de institucionalidad del Estado dominicano.

El reto está echado. Manos a la obra.

 

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Editorial

Niveles muy preocupantes de educación dominicana.

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La educación es la puerta al desarrollo, cuya expresión no se trata de un cliché, sino de una realidad que debe ser digerida o comprendida por todas las naciones del planeta.

 El fenómeno de una buena educación ha sido aprovechado al máximo por las naciones asiáticas, como Simgapur, Corea del Sur y Japón.

 Estas naciones del continente asiático han tomado el toro por los cuernos en lo que respecta a invertir para  su desarrollo y de esa manera impactar a todo el planeta.

Pero la pregunta que debe hacerse cualquier persona con un nivel óptimo de inteligencia y por qué a países como la República Dominicana se le hace tan difícil ocupar esos niveles de desarrollo cognitivo y de un mayor coeficiente de inteligencia.

 Es común escuchar a cualquier joven decir en este lado del mundo que  para tener dinero no se necesita estudiar, lo cual no obedece totalmente a la verdad, porque en cualquier lugar del universo donde se prioriza la educación, la tecnificación y la buena formación le sirve  más que toda la riqueza material que se pueda tener, aunque generalmente  la primera garantiza la segunda.

Debe entenderse que las naciones de economía informal, del día a día,  de poco desarrollo industrial,  el trabajo artesanal es lo que predomina y en consecuencia un país al margen del conocimiento no tiene otras formas que sobrevivir mediante el trabajo rustico y poco tecnificado.

Es decir, que para cualquier país del tercer mundo rebasar su pobreza y precariedades tendrá que insertarse en el mundo del conocimiento, de las ciencias y de las tecnologías, no importa que tantos plátanos y mangos exporte.

 Si la República Dominicana quiere tener un desarrollo verdadero, no de palabras y de campañas publicitarias, debe, primero, mejorar la calidad de la inversión del 4 por ciento en educación y empeñarse en superar ese nivel, a fin de que al cabo de algunos años se pueda ver en el espejo  de las naciones que hoy exhiben un desarrollo envidiable como Uruguay, Argentina y Chile o tal vez mejor decir  como Singapur, Corea del Sur y Japón, entre muchos otros.

 La educación, sin lugar a dudas, es la puerta hacia el desarrollo inclusivo, imitemos los ejemplos que tenemos a la vista, pero ello debe estar acompañado de planificación estratégica a corto, mediano y largo plazo, sin lugar a dudas,  la principal debilidad de los países pobres  y subdesarrollados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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