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Editorial

Leyes del Régimen Electoral, un reflejo del ADN de los dominicanos.

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No se entiende que el Congreso Nacional se abocara a discutir y aprobar con una gran deficiencia las leyes del régimen electoral.

Las normas jurídicas en esta materia se han constituido en un símbolo de la ilegalidad que afecta todo el sistema legal de la República Dominicana.

No se trata sólo de las leyes 15-19 y la 33-18, sino de muchas otras legislaciones que violan la Constitución de la República y que en consecuencia penden de que cualquier abogado o ciudadano someta un recurso director de inconstitucionalidad.

Hasta ahora son varios los artículos anulados de estas leyes que conforman el régimen electoral de la República Dominicana, las cuales representan una cuestión vital de la democracia nacional, ya que involucra un aspecto fundamental del derecho constitucional, como es el  de elegir y ser elegible.

Pero este problema, el cual proyecta lo que muy bien se podría definir como el ADN de los dominicanos, cuyas principales características son la improvisación y por consiguiente la falta de planificación, significa lo mal que está el país institucionalmente hablando.

Estas cosas provocan mucha tensión e incertidumbre entre los ciudadanos dominicanos, ya que podría constituirse en un revés muy peligroso en contra de un sistema democrático lleno de falencias y debilidades institucionales.

En los actuales momentos el país observa que las leyes 15-19 y la 33-18 pasan por una serie de cuestionamientos que no resisten ser un instrumento eficiente y garantista de unas elecciones que están apenas a menos de dos años.

Pero estos asuntos son los de nunca acabar, porque habría que esperar que las modificaciones que introduzca ahora la Cámara de Diputados no puedan provocar una intervención del Tribunal Constitucional, lo cual podría aumentar el retraso y representar una amenaza de muerte para la democracia dominicana.

Se sabe de antemano que las cosas no saldrán como se espera, porque donde predomina la improvisación lo menos que se puede esperar es que se apruebe lo recomendable y constitucionalmente correcto.

De cualquier modo, si todo lo incorrecto e improvisado forma parte del ADN de los dominicanos, entonces sería un sueño buscar que las cosas sean como nunca antes han ocurrido.

Por lo pronto, ojalá que los senadores y diputados puedan de una vez y por todas corregir todas las ilegalidades que tienen las leyes del régimen electoral, exactamente así como se oye,  aunque sería mucho pedir.

Porque en algún momento tendrá que llegar la oportunidad de corregir todos los entuertos cometidos en el sistema jurídico nacional, ya que antes de la existencia del Tribunal Constitucional habían muchos disparates legales que requieren de su rectificación.

Y aunque las leyes del régimen electoral fueron aprobadas y promulgadas después del año 2010 cuando se crea el Tribunal Constitucional, lo cierto es que son un contundente ejemplo de lo mal que anda la sociedad dominicana.

Se espera que no hayan más dolores de cabeza con errores cometidos por el legislador, solo por complacer intereses políticos y de otros géneros que tienen una gran incidencia en el Congreso Nacional.

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Editorial

El impacto del triunfo de Donald Trump.

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Aunque ciertamente las elecciones de los Estados Unidos no constituyen un asunto de fondo, porque ya lo ha dicho este periódico, porque ambos candidatos representan prácticamente lo mismo en política exterior, aunque sí hay una cierta diferencia en asuntos internos como la inmigración.

Sin embargo, hay que ser realista y reconocer que no es lo mismo Trump que Harris, porque el primero tiene una posición ultraconservadora y de maltrato a los que provienen en los Estados Unidos de naciones pobres y subdesarrolladas.

Y eso visto desde los intereses de la región implica mucho, porque no hay quién se atreva a decir que la inmigración no ha sido una válvula de escape de la crisis eterna de las naciones del tercer mundo, máxime en sus economías que se manejan en medio de grandes déficits fiscales y deudas, cuya principal tabla de salvación es precisamente la remesa que procede de su gente en el exterior.

Entonces, a partir de cómo impactan las elecciones estos temas, tiene una importancia capital las elecciones que tuvieron lugar el pasado martes en los Estados Unidos y donde resultó elector Donald Trump.

Buscar eliminar la inmigración de la gente de Latinoamérica hacia los Estados Unidos representa una fórmula de agudizar sus crisis, incluida la política.

Pero además el hecho de que Trump haya sido el elegido en los comicios de la nación más poderosa del mundo indica que muchos antivalores serán asimilados por los políticos que están bajo su órbita, lo cual indica que  la mala conducta y corrupción es una opción mucho más viable en Latinoamérica.

De manera, con las elecciones recién concluidas en la nación mas poderosa del mundo también estaba echada  la suerte de los países latinoamericanos.

Ahora no queda duda de la preferencia del ciudadano estadounidense , cuya validación de una conducta supuestamente reprochable por el sistema norteamericano ha sido confirmada, lo que mucho gente no quería y en consecuencia la misma puede ser reproducida por todo aquel actor político que no cree en otra cosa que en eso, sobre todo en las naciones que están bajo su influencia.

Sin embargo, hay que decir que la decisión tomada por el votante en las pasadas elecciones es legitima en atención a sus derechos ciudadanos, pero la misma deja un mal sabor para el que propugna y aboga por verdaderos cambios.

De manera, que nadie ponga en tela de juicio la cuestión, que el voto en favor de Trump  tiene un impacto en la vida y el futuro de las familias de los inmigrantes que viven en los Estados Unidos y de los países de donde son originarios, porque el triunfo de este político podría implicar dañar la vida de los que venden sus fuerzas de trabajo en la unión americana y de la necesaria institucionalidad de las naciones de donde provienen.

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Editorial

El dilema de la violación y la defensa de la Constitución de la República.

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El Gobierno de Luis Abinader y del Partido Revolucionario Moderno (PRM) no pegan una, actúan como si no tuvieran la menor idea de lo que quieren y de sus metas.

Buscan combatir la corrupción, pero al propio tiempo la promueven, cuyo mejor ejemplo de ese comportamiento es que ahora andan de las manos de los corruptos que hace poco fueron acusados de incurrir en este flagelo.

Porque la verdad es que Abinader y el PRM no tienen ninguna diferencia con el PLD, la Fuerza del Pueblo y otras crápulas de la política vernácula.

Puede asegurarse que la diferencia sólo tiene que ver con el nombre de los actores, tal vez el color de la piel u otros detalles de poca trascendencia, porque en el fondo tienen el mismo comportamiento ante el patrimonio público.

Aunque de alguna manera se cuidan de no exhibir su doble moral, pero su conducta los traiciona, como ocurre ahora que hablan de derechos constitucionales, pero los violan cuando entienden que deben hacerlo.

Hace prácticamente horas que en un acto solemne proclaman una nueva Constitución, pero luego viene la violación  de los derechos más sagrados del ser humano, el de la intimidad, el honor y el buen nombre.

La desfachatez es tan grande que a los pocos días repiten los mismos errores, aunque con una poderosa razón para incurrir en los mismos, como es la torpeza,  lo cual, incluso, va en contra de lo que proclaman, porque es que no saben diferenciar una cosa de otra.

Lo grave de todo esto es que Luis Abinader y el PRM con su comportamiento legitiman a una oposición que no tiene derecho hablar, porque es igual  que los que hoy ocupan el gobierno.

De manera, que los que buscan llegar al poder a través de sus críticas al Gobierno sólo tienen como consigna “quítate tú pa ponerme yo y nada más, pero lo propio hacen los que ahora están arriba y que luego se ven abajo.

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Editorial

La deuda pública, un arma de doble filo.

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El presidente Luis Abinader ha hecho un gobierno dependiente casi totalmente del endeudamiento público, cuya falta de planificación estratégica lo convierte en una víctima de esta peligrosa vía.

Su desenfrenada política de endeudamiento es una forma de irse por lo más fácil, siempre a partir de los ejemplos de países de la zona que también se apoyan en una opción que si no hay calidad del gasto sumerge la nación en una situación insostenible.

De acuerdo a economistas nacionales que se manejan al margen del partidarismo político, consideran que ya el país tiene comprometido de sus ingresos alrededor de un 72 o 74 por ciento.

Es decir, es una situación de coger más préstamos para cumplir con los ya asumidos, lo cual crea un circulo vicioso en la economía que conlleva grandes sacrificios para los dominicanos.

Ahora mismo el país se encamina a un endeudamiento público, tanto interno como externo, realmente insostenible, pero el peligro no para porque el Poder Ejecutivo sigue con un reforzamiento irracional de esa vía.

El Congreso Nacional no para de aprobar préstamos, lo cual ya ha preocupado hasta a los propios legisladores oficialistas, cuyo último en pronunciarse fue Alfredo Pacheco, presidente de la Cámara de Diputados.

Evidentemente que no se miden las consecuencias de un endeudamiento público insostenible, máxime sin una reforma fiscal integral y que sea más progresiva que regresiva.

Parece que el Gobierno ha armado su propia trampa, la cual no luce que pueda ser superada, porque la escogencia de la vía más fácil del endeudamiento que procurar aumentar la producción nacional y en consecuencia mejorar los niveles de  las exportaciones el país se inclina por lo más peligroso.

El dominicano es bueno que entienda que así como resultada de peligroso un gobierno corrupto, igual ocurre cuando el mismo también es incapaz, porque es un riesgo doble, porque si bien una cosa es mala la otra todavía es peor.

Ojos pelaos.

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