En la política vernácula se produce el fenómeno de que muchos viejos de edad que militan en los partidos que llegan al poder usan todas las mañas para vincularse a los peores intereses, muchas veces hasta del bajo mundo, a fin de acumular fortunas.
La mayoría de ellos están tan manchados, aunque así ganan elecciones, que ahora después de viejo han procurado colocar a sus hijos para que sigan los que ellos les han enseñado, que no es otra cosa que moverse en un pantano político que atolla a cualquiera.
El asunto se trata de promover a sus hijos para que los sustituyan, a fin de que entren al ruedo político con la misma filosofía que ellos, la cual consiste en ligarse a los peores intereses, incluidos aquellos del bajo mundo, para acumular riquezas.
Por esta razón estos jóvenes políticos, hijos de los viejos, no constituyen ninguna garantía de cambios en un país donde la corrupción es el mejor instrumento para apropiarse del patrimonio público.
Los físicamente jóvenes, pero mentalmente viejos e incluso por los intereses que representan, no es la juventud que debe promover la sociedad para hacer los grandes cambios que necesita la nación.
Hablar de ese tipo de joven, cuyos padres son los responsables de la gran desgracia nacional, no representa ningún cambio en realidad, porque se debe decir que de pensamiento es más viejo que sus propios padres.
Es un engaño que parece que podría representar el colapso total de la República Dominicana, porque vienen a hacer lo mismo que sus padres o de aquellos que les han servido de padrino para entran a la política nacional.
La entrada de estos jóvenes biológicos al Congreso Nacional y a otros estamentos del Estado arrancó en el 2020, pero evidentemente que este fenómeno tomará cuerpo, porque hay otros hijos y nietos que también hacen filas hasta cumplir la mayoría de edad para encaramarse en el tren del Estado.
Es una quimera que un joven político de edad, pero viejo de pensamiento y sin ningún compromiso social va a hacer los cambios que necesita el país, porque llega seriamente comprometido con lo peor.
Vale más la pena viejo-jóvenes, es decir, personas de mucha edad, pero con compromiso social y ético moral, que jóvenes viejos que no constituyen ningún avance ni cambio para los dominicanos como pretenden ahora los políticos viejos de los partidos tradicionales con la colocación de sus hijos en las instancias públicas sólo para que busquen fortunas a cualquier precio.
Dice una famosa expresión popular que el árbol que nació torcido nadie lo endereza y precisamente ello ocurre con políticos físicamente jóvenes, pero muy viejos de intenciones y de compromiso social, ético y moral.