Por Isaías Ramos
Hace 160 años, un grupo de intrépidos dominicanos se alzó con el Grito de Capotillo, un acto valiente y decidido para rescatar la patria de manos de traidores. Hoy, en medio de una crisis que nos asedia desde hace décadas, nos encontramos nuevamente en una encrucijada sin vislumbrar un camino hacia la esperanza.
La clase política, en su búsqueda de poder y riqueza, ha sumido al país en un mar de injusticias, desigualdad y desorden, creando un estado corrupto e inhumano que nos afecta en todos los rincones de la nación. Esta situación no es desconocida para el pueblo dominicano, que cada día se enfrenta a la eterna miseria que le brinda el sistema político, económico y social actual.
El espíritu de desesperanza pareciera en muchas ocasiones ser esparcido por todo el territorio nacional. La clase política dominante ha premiado a una casta de privilegiados y les ha entregado nuestras riquezas naturales y económicas, llevando a la miseria de manera inmisericorde a la mayoría de la población. El pueblo añora un proyecto de patria que nos represente y nos devuelva la dignidad y el orden que merecemos.
Sin embargo, son tantas las veces que ha sido engañado y manipulado que la indiferencia hoy gana una elección. La restauración de la credibilidad del estado y la confianza de los ciudadanos deben ser impostergables para lograr la transformación política, económica y social que amerita la nación y así no perezca la patria.
Medidas enérgicas y radicales de transparencia, racionalización y profesionalización de la función pública son imperativos. Además, debemos abrazar una obsesión nacional por la educación y la disciplina, sentando así las bases para un futuro próspero y justo.
Un sistema de salud eficiente y universal, basado en la prevención y el trato digno, es una piedra angular para la transformación. Asimismo, el desarrollo del sector financiero, enfocado en la producción y la estabilidad del país, es un paso vital hacia una economía que sirva al capital humano y no a intereses particulares.
Nuestro camino hacia la patria soñada también implica un compromiso con la sostenibilidad. Un sistema energético confiable, competitivo y respetuoso con el medio ambiente, basado en fuentes renovables, es un paso audaz pero necesario para asegurar un futuro próspero y sostenible.
La visión que se nos presenta en el Frente Cívico y Social es un llamado a la acción ciudadana. Es tiempo de restaurar la esperanza y abrazar un nuevo amanecer. Soñamos y visualizamos un país donde los niños jueguen seguros, donde la educación y el trabajo sean garantizados, y donde los ancianos sean respetados y atendidos con dignidad.
La seguridad en nuestras calles y la posibilidad de un futuro mejor sin la necesidad de emigrar son derechos que merecemos. En el FCS estamos convencidos de que este es el momento de actuar. Un llamado a todos los dominicanos, unidos en la búsqueda de un país basado en principios y valores. Tenemos la oportunidad de construir la patria que nuestros libertadores soñaron.
Unámonos para cambiar el desorden por el orden, la injusticia por la justicia y la desigualdad por igualdad de oportunidades. La tarea es grande, pero la causa es noble y urgente. Juntos, como ciudadanos comprometidos, podemos salvar nuestra patria y forjar un futuro mejor para todos.
¡Despierta, RD!