Opinión
¿Y de Caamaño qué?
Published
13 años agoon
Por Hamlet Hermann
Danilo habló de no mirar hacia atrás sino siempre hacia adelante
El presidente Danilo Medina decretó para 2013 la conmemoración de varios “aniversarios redondos”. Ha puesto énfasis en los 200 años del nacimiento de Juan Pablo Duarte, padre de la patria dominicana. Asimismo, recordarán los 150 años del inicio de la guerra por la restauración de la República, los 50 años del efímero gobierno de Juan Bosch y el consecuente golpe de Estado que lo derrocó. También tendrán en cuenta el asesinato por tropas de la Fuerza Aérea Dominicana de Manolo Tavares Justo y decenas de sus compañeros del “14 Junio” en las escarpadas montañas de Quisqueya.
Por el lado de la sociedad civil, un historiador sugirió, además, que se recuerden la Corte de Cádiz que eliminó la criminal Inquisición, los nacimientos de Giuseppe Verdi y Aimée Cesaire, así como un arresto contra Gandhi en la India. No podía quedarse fuera el medio siglo de la filantrópica Asociación Dominicana de Rehabilitación.
Y entonces pregunto: ¿olvidaron que en febrero de 2013 se cumplen 40 años del asesinato del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó y la mayoría de sus compañeros guerrilleros? Éstos que colocan a Caamaño fuera de sus respectivas memorias ¿son olvidadizos u olvidadores? Danilo habló de no mirar hacia atrás sino siempre hacia adelante. Pero todo parece indicar que cuando se decide a hurgar en el pasado, sólo atina a ver lo que le conviene. Siempre será un mal síntoma político cuando un gobernante intenta basar su poder en el olvido colectivo, como diría Mario Benedetti.
No obstante, se justifica que el presidente Medina y algunos historiadores no quieran recordar al Caamaño revolucionario y patriótico. Imagínense al gobierno peledeísta conmemorando el 16 de febrero o el 28 de abril, fechas históricas en las que Caamaño fue la figura principal. ¿Asistiría a esos actos el embajador de Estados Unidos, Raúl Izaguirre? Allí tendría que rendir homenaje al hombre que encabezó la defensa de la soberanía nacional en lucha resuelta contra las tropas de Estados Unidos que invadieron nuestro país por tercera vez en el siglo XX. ¿Rendiría homenaje a ese patriota que, aunque no venció, tampoco pudo ser vencido? No, no creo que el gobierno propicie un acto en el que el poder imperial pudiera pasar una vergüenza.
Dudo que Danilo se atreva a ordenar a las Fuerzas Armadas que rindan honores a ese Coronel que los altos mandos de entonces asesinaron luego de ser capturado con heridas leves. El Almirante de 2013 le resultaría incómodo justificar que el Almirante de 1973 cumpliera entonces con la criminal misión encomendada. Dudo que se atreviera a admitir que quien realmente debía representar a los cuerpos armados es Caamaño, defensor de la democracia y la constitucionalidad, y no la pandilla de “los 12 años”.
El gobierno quizás no podría manejar con tranquilidad que el actual canciller balaguerista rindiera honores a Caamaño a sabiendas que su líder, Joaquín Balaguer, inusualmente levantó la voz para decir aquel 16 de febrero de 1973: “Aquí no hay cárcel para ese hombre.” lo cual significaba fusilamiento inmediato.
Otra situación embarazosa para el gobierno del Partido de la Liberación Dominicana podría surgir si hubiera conmemoraciones oficiales por el asesinato de Caamaño. De seguro surgirían comentarios desagradables en torno a la actuación de entonces de Juan Bosch. Podrían volver a abrirse los archivos periodísticos de 1973, época en que las actuaciones de algunos políticos dejaron mucho que desear, mientras un pequeño grupo de valientes se enfrentaba a toda la maquinaria balaguerista formada para el crimen y el abuso.
A pesar de todo esto, al gobierno de Danilo Medina no le luce asumir el rol de amnésico. El olvidador no olvida porque sí, sino por algo que puede ser culpa o disculpa, pretexto o mala conciencia, pero siempre será evasión, huida y escape de la responsabilidad. De lo que sí debe estar consciente el presidente Medina es que el pasado glorioso no puede ser encerrado como si se tratara de desechos nucleares. La verdad es como el agua subterránea que puede circular sin ser notada por mucho tiempo, y que, al encontrar una pequeña grieta, surge con toda fuerza para saciar la sed de sinceridad que ahora sufre nuestro pueblo.
¡Habrá patria!
Artículo publicado originalmente en el periódico HOY.
Por Isaías Ramos
El Presidente en sus discursos rimbombante y grandilocuente dice que el país va bien. Que somos una “República policéntrica”, que avanzamos sin tropiezos, que estamos creciendo como nunca antes. Y uno escucha eso… y al mismo tiempo escucha de las neveras vacías, del salario que se evapora, de la factura eléctrica que aprieta, del pasaje que sube sin permiso, de la medicina que se compra hoy pero falta mañana. Y que las estadísticas y los números se manipulan y se tuercen cuando la realidad que lo único que crece es la deuda social acumulada, la deuda externa que hipotecará a nuestros hijos , la desesperanza silenciosa , la incertidumbre diaria y ese miedo que ya es parte del mes: el miedo de no llegar al 30.
Uno escucha eso… y ya no sabe si reírse o llorar.
Porque la República que describe el poder no es la República que vive su pueblo.
Arriba hablan de polos de desarrollo; abajo hablamos de polos de deuda.
Arriba señalan mapas llenos de colores; abajo vemos barrios llenos de carencias.
Arriba presumen crecimiento; abajo crece el miedo de no llegar al día 30.
El espejismo funciona porque se mira bonito desde lejos.
Pero caminarlo… duele.
Nos presentan la minería como motor de riqueza, mientras en los pueblos quedan cicatrices: ríos turbios, tierras heridas, comunidades que pagan demasiado caro un beneficio que no disfrutan. Nos venden las zonas francas como vitrinas del progreso, pero seis décadas después todavía arrastran salarios estancados, renuncias fiscales permanentes y una desigualdad convertida en modelo. Y el turismo, que podría ser orgullo nacional, sigue siendo un sistema donde la prosperidad entra por el aeropuerto, pero rara vez se queda en los bolsillos de quienes sostienen la industria con su esfuerzo diario.
Esto no es desarrollo.
Esto es despojo envuelto en propaganda.
Pero lo más doloroso no es el relato vacío.
Lo más doloroso es la indiferencia política.
Porque no hacía falta una revolución para aliviar la carga del pueblo.
Bastaba un mínimo de voluntad:
indexar el ISR, como manda la ley;
devolver impuestos a quienes menos tienen;
publicar un índice real de dignidad salarial;
condicionar privilegios a resultados verificables;
proteger el ingreso de quienes sostienen este país.
Esto no es ideología.
Es justicia básica.
Es ética elemental.
Pero cuando un Estado se gobierna desde la comodidad del privilegio, deja de ver el sufrimiento.
Cuando se mira al país desde una tarima, se pierde perspectiva.
Y cuando la política se vuelve negocio, el pueblo pasa a ser un costo operativo.
Hablar de crecimiento sin hablar de dignidad es una insolencia.
Hablar de prosperidad mientras la mayoría sobrevive es una ofensa moral.
Hablar de una República policéntrica cuando la vida se encarece y el salario se encoge es una burla cruel.
La verdadera maldición de esta tierra no cayó del cielo.
La fabricaron decisiones humanas:
leyes torcidas, pactos ignorados, derechos erosionados, privilegios eternizados.
No fue mala suerte.
Fue mala conducción.
Pero incluso el suelo más golpeado puede renacer cuando su pueblo decide ponerse de pie.
Y ese momento está llegando.
Porque gobernar no es administrar la inercia.
Gobernar es ver con claridad, hablar con honestidad, corregir rumbos, asumir responsabilidades y tener la valentía de enfrentar intereses para defender derechos.
Eso hace un estadista.
Eso exige la hora histórica que vivimos.
Un estadista no usa la pobreza como decoración en discursos.
Un estadista la combate.
Un estadista no oculta la desigualdad con cifras maquilladas.
La enfrenta.
Un estadista no se refugia en el espejismo del crecimiento.
Construye prosperidad real.
Y sobre todo, un estadista nunca le da la espalda a su pueblo.
Por eso, desde el Frente Cívico y Social afirmamos con claridad:
ningún espejismo puede sostenerse cuando la gente decide abrir los ojos.
Y cada día, más dominicanos los están abriendo.
Cada día, más voces se preguntan lo que el país completo comenzará a decir en voz alta:
**“Si el país crece, ¿por qué mi vida no?”**
**“Si la economía avanza, ¿por qué yo retrocedo?”**
**“Si somos una República policéntrica, ¿por qué mi barrio parece condenado al abandono?”**
Despertar no es un acto de rebeldía.
Es un acto de dignidad.
Es recuperar el país que nos pertenece y el futuro que nos han negado por tanto tiempo.
Y cuando un pueblo despierta, ningún relato oficial, ningún espejismo económico, ningún decorado político —por muy policéntrico, moderno o repetido— puede sobrevivir.
La República Dominicana no está destinada al espejismo.
Está destinada a la justicia, a la dignidad y a un nuevo pacto social donde el progreso deje de ser un cuento… y se convierta, finalmente, en experiencia de vida para la gente.
La hora del país real ha llegado.
Despierta, RD!
Las escaseces de divisas, alimentos, medicamentos, salarios y servicios públicos, como la electricidad, etc., predominan y se agravan en Cuba, donde no ha estallado una poblada contra el orden socio-político instaurado principalmente por la comprensión ciudadana del inhumano bloqueo económico-financiero y comercial de Estados Unidos y su inspiración en el líder histórico de su Revolución, Fidel Alejandro Castro Ruz. Ese prodigio comprueba el poder de la ideología y la herencia de los sistemas de valores como pilares para mantener el control del Estado.Opinión
La Corte Penal Internacional y los tribunales penales internacionales (2 de 2)
Published
2 días agoon
diciembre 5, 2025Por Rommel Santos Diaz
La naturaleza sui generis de los tribunales Ad-Hoc los constituye al mismo tiempo como jurisdicciones que tienen un carácter limitado tanto ratione temporis como ratione loci.El Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia solo tiene competencia para juzgar los crímenes cometidos a partir del 1 de enero de 1991 en el territorio de la Ex República Federal Socialista de Yugoslavia mientras que el Tribunal Penal Internacional para Ruanda tiene una competencia temporal aún más restringida dado que sólo puede juzgar los crímenes cometidos durante el año 1994 en el territorio de Ruanda.
Por su parte, la Corte Penal Internacional es un tribunal permanente que tiene una competencia ratione temporis de carácter prospectivo, vale decir, se aplica sólo a los crímenes cometidos luego del 1 de julio del 2002, fecha de la entrada en vigor de su Estatuto. Además, su competencia ratione loci se basa en el principio de territorialidad y no en el principio de jurisdicción universal.
Por otro lado, conviene destacar que la forma de creación de los tribunales penales internacionales determina a su vez el modo como estos tribunales internacionales se relacionan con las jurisdicciones internas.
Así por ejemplo, la Corte Penal Internacional se rige por el principio de complementariedad en relación a la jurisdicción interna de los Estados. Esto tiene particular relevancia en los casos de competencia concurrente con la jurisdicción nacional, dado que la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia y del Tribunal Penal Internacional no es complementaria de la jurisdicción nacional, sino que en su lugar se trata de una jurisdicción internacional que tiene primacía sobre las instancias nacionales.
Lo anterior permite que en cualquier estado de un proceso ante un tribunal nacional tanto el Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia y el Tribunal Penal Internacional para Ruanda puedan requerir a los tribunales nacionales la remisión del caso a sus respectivas competencias.
En relación a la existencia de mecanismos de cooperación judicial entre los tribunales penales internacionales, es pertinente subrayar que esta instituciones responden a principios distintos de aquellos que son propios del derecho penal internacional propios del derecho internacional privado y es en esta línea conservadora que ninguno de los estatutos de los tribunales internacionales contiene disposiciones específicas sobre cooperación entre ellos.
Así por ejemplo, el Estatuto de Roma regula las relaciones de cooperación y asistencia judicial sólo entre los Estados Parte y la Corte Penal Internacional y conforme al Artículo 2 de su Estatuto, se prevé en virtud del acuerdo entre la CPI y las Naciones Unidas, relaciones de cooperación con esta organización internacional.
Por tanto, el tratado de Roma no contiene referencias relativas a la forma como la Corte Penal Internacional podría vincularse con otros tribunales del sistema de justicia penal internacional.
Finalmente, tal como se observa en las líneas precedentes no existe un vínculo normativo entre la Corte Penal Internacional y los tribunales Ad-Hoc . No obstante, es innegable que la valiosa y extensa jurisprudencia del Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia y el Tribunal Penal Internacional para Ruanda servirán como referente en el desarrollo del trabajo jurisprudencial de la CPI.
