BOGOTÁ.- Las fuertes lluvias que azotan a algunos países suramericanos desde fines de 2013 se han cobrado la vida de unas 70 personas y causado daños a otras 53.000, además de cuantiosas perdidas materiales, según informaciones oficiales.
Las últimas víctimas mortales de inundaciones, desbordes y otros accidentes derivados de las intensas precipitaciones se registraron el pasado sábado en Bolivia, donde un cerro se desmoronó sobre el pueblo de Morochata, en el centro del país.
Al menos 14 personas, entre ellas seis niños, quedaron sepultadas bajo el lodo, pero hasta el día de hoy las autoridades sólo han podido recuperar cuatro cuerpos.
Esas muertes se suman a otras 40 registradas desde que comenzó la temporada de lluvias en ese país, que va de octubre a marzo.
Además se contabilizan cuatro desaparecidos y casi 47.000 familias damnificadas.
Por esto, el Gobierno boliviano decretó a finales de enero la emergencia nacional, para que las gobernaciones departamentales y las alcaldías pudieran introducir variaciones en sus presupuestos y disponer con mayor facilidad de recursos para ayudar a los damnificados.
Como era de esperarse, la economía no se ha salvado de la tormenta y ha sufrido pérdidas millonarias, especialmente en los sectores agrícola y ganadero.
En Perú, las inundaciones de las últimas dos semanas han dejado cerca de 3.000 damnificados, 7.221 afectados, 592 casas destruidas, y 1.383 hectáreas de cultivo perdidas,entre otros daños materiales, de acuerdo al último reporte del Instituto Nacional de Defensa Civil, divulgado hoy.
Además del envío de ayuda humanitaria para la población y la declaración de emergencia para que se agilicen las labores de asistencia, el Gobierno peruano decidió fumigar las casas y albergues afectados por las lluvias para evitar la propagación del dengue y el aumento de enfermedades diarreicas y respiratorias.
A su vez, los temporales en Argentina han causado la muerte de 16 personas y han afectado a otras 2.000, que han tenido que evacuar sus hogares debido a las inundaciones.
En Buenos Aires, la lluvia provocó graves problemas de tráfico e interrupciones en los servicios de metro y trenes, mientras que en los aeropuertos de Aeroparque y Ezeiza se suspendieron 14 vuelos y cerca de una veintena sufrieron retrasos.
Aunque en Uruguay hoy mejoró el clima, las fuertes precipitaciones de los últimos cinco días perjudicaron a más de 3.000 personas, obligándolas a evacuar sus viviendas y a refugiarse en gimnasios, escuelas y liceos, donde se montaron campamentos de emergencia para darles cobijo, alimentos y cuidados sanitarios.
Por el mal tiempo, actividades como el Desfile de Llamadas del Carnaval y partidos de la liga de baloncesto uruguaya tuvieron que ser cancelados.
Además, según informó la Policía Caminera, catorce rutas nacionales están cortadas debido al desborde de numerosos ríos y arroyos.
Al igual que en Bolivia, el sector agropecuario uruguayo registró «pérdidas importantes» en los cultivos de papa, arroz, verduras de hoja y frutas, según fuentes del sector.
En Brasil la situación es disímil: mientras que once municipios en cinco estados están en emergencia por las lluvias y el granizo que azotaron al país entre diciembre y enero, los estados restantes se enfrentan a una intensa sequía producto del calor estival que está batiendo récords históricos.
Tras el reconocimiento oficial de la situación de emergencia por las lluvias, estas localidades podrán recibir ayuda del Gobierno Federal brasileño y asistencia a las víctimas, entre otras acciones.
Los pronósticos indican que las fuertes lluvias, incluso con tormentas eléctricas, continuarán por lo menos durante el fin de semana en buena parte de los países afectados.