A la derecha cientos de trabajadores, empleadores y ciudadanos residentes en el Alto Manhattan que asistieron al foro que organizó el Fiscal General del Estado de Nueva York, Eric T. Schneiderman, quien figura a la derecha exponiendo.
Nueva York, EE.UU.- Murió hace varios días, bajo vigilancia del Buró Federal de Prisiones (BOP) en el hospital Federal Medical Center de Carolina del Norte, el recluso dominicano Julio de la Cruz, a quién el consulado dominicano en esta ciudad había anunciado en febrero pasado que por gestiones suyas se había logrado su libertad, por padecer una enfermedad terminal.
Los diferentes reportes de prensa que reposan en nuestro archivo, indican que el presidiario, condenado a 20 años, padecía de un cáncer y seguía guardando prisión en una cárcel Federal de Carolina del Norte.
Su esposa, licenciada Rosmery Pimentel, llegó a denunciar a la prensa el pasado 24 de enero que “este dominicano no puede ser abandonado por las autoridades dominicanas del consulado y embajada, su caso debe preocupar a la comunidad dominicana ya que es un ejemplo de discrimen”.
Varios días después el consulado informa que recibió a Enérsina Sánchez, madre del recluso, y que por gestiones de la sede consular es liberado.
De la Cruz continuó guardando prisión y su muerte le sobrevino en medio de los largos procedimientos burocráticos del Buró de Prisiones y el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos.
Sus familiares manifestaron que la prioridad era agilizar los procesos burocráticos del BOP y de ICE, pero el jefe de prisión apenas había firmado la solicitud para excarcelarlo y estaban a la espera que enviara el documento a Washington.
Los restos fueron velados el pasado 5 de marzo, en la funeraria Rivera, ubicada en el 1260 de la avenida Saint Nicholas del Alto Manhattan.
El caso de este dominicano comienza cuando a los cuatro días de llegar a esta urbe (14 de febrero 2002) acepta llevar una maleta con dinero a propuesta de un amigo que le pagaría 200 dólares, pero fue apresado y las autoridades determinaron que todo el efectivo era producto del narcotráfico.
Fue sentenciado por conspiración para distribuir cocaína, lavado de dinero, posesión de un arma ilegal y de asaltar a un oficial federal, por lo que la juez Bárbara S. Jones, de la Corte Distrital del Distrito Sur de la Metrópoli, lo sentenció a 118 meses concurrentes, más 60 meses, (20 años).
Ya en la cárcel, De la Cruz, estudia leyes e hizo 85 talleres, se casó (26 de junio del 2012) con la economista Pimentel, a quien había conocido cuando tenía 12 años y el brindis de la boda fue con agua en botellas plasticas.
Siempre sostenía que su condena fue excesiva en 12 años, por encima de lo que le tocaba (8 años).
A mediados de agosto (2013) vomitaba y tenía dolor de estómago y como no lo atendían protestó y lo metieron en solitaria, pero debido a su constante quejas, perdió peso, se le cambió su color natural, y por eso fue atendido por un gastroenterólogo en solitaria y solicitó que le hicieran una endoscopia, que no le hicieron.
No estaba asimilando la comida, seguía en solitaria, ni tenía atención médica apropiada y tras los fuertes dolores en el estómago sólo le dieron medicamentos antiácidos (Ranitidina y Omeprazole), pero descubrieron que era algo mucho más grave cuando lo llevaron a un hospital y le detectaron un cáncer invasivo que le deja con una esperanza de seis meses de vida.
El 5 de diciembre (2013) el paciente colapsó en convulsiones epilépticas causadas por la falta de nutrición, lo sacaron de emergencia, con sospecha de ataque cardíaco y lo ingresaron en el hospital San Francis de Trenton New Jersey y después de estabilizarlo, él explicó su condición real y le hicieron una endoscopia, que descubrió un tumor masivo.
Le hicieron una biopsia y resultó ser cáncer gástrico en cuarta etapa. El 12 de diciembre, fecha en que cumplió 50 años de edad, lo operaron, removiendo 60% de su estómago, pero todos los esfuerzos fueron en vano.
Prensa NY