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Opinión

Horacio Vásquez, Leoncio Ramos, y la reelección

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Por Andrés L. Mateo

ANDRES-L.-MATEO11111111Si hay una constante en la historia dominicana es el hecho de que los gobernantes encarnan el lujo privilegiado de la lisonja, y súbitamente se sienten una transparencia imborrable, y entornan los ojos, y son indispensables. Incluso reemplazan la ambición personal por la Patria. Todo pende de ese mito feliz que nos salvará. Santana, Báez, Lilís, Mon Cáceres, Vásquez, Trujillo, Balaguer, Leonel e Hipólito. Todos han cantado a coro su salmodia mesiánica. De los casi dos siglos de vida republicana, el continuismo se ha presentado siempre como la redención coyuntural, y ha terminado devastando la nación y descoyuntando sus instituciones. Como Danilo Medina ahora, con ese aspaviento de un ambicioso creyéndose un redentor y no es más que la continuidad vergonzosa de la historia nacional.

Lo que más se le parece es el caso de Horacio Vásquez y Leoncio Ramos. Tanto Danilo como Horacio Vásquez se dejan lamber por la zalamería, y renunciando a sus principios anti reeleccionistas sucumben a la adulación y a la falsa conciencia de creerse predestinados. Horacio se apegó de tal forma al poder que forzó una modificación constitucional que el 17 de junio de 1927 prorrogó su mandato por dos años más. Se le llama “La prolongación”, pero no fue más que el pórtico de la ambición del caudillo (“Horacio o que entre el mar”), puesto que cumplida ya la prolongación, los partidarios de Horacio Vásquez armaron la reelección para el periodo 1930 a 1934, y desplegaron la leyenda de un ser providencial y mágico, imprescindible para la continuidad de la patria, pese a que Horacio estaba gravemente enfermo, y las instituciones destruidas por la corrupción.

Entonces saltó al ruedo un apacible juez de la corte de apelación de La Vega, el licenciado Leoncio Ramos; dirigente del Partido horacista, y modesto integrante del pensamiento político social de la época. Rápidamente se hizo el héroe intelectual del momento, porque colocó al predestinado frente a su propia ambición, y apostrofó duramente al otrora líder antirreeleccionista porque “las promesas suyas en nombre de las cuales convocó tantas veces al pueblo a la guerra y a la matanza, en donde encontró ese pueblo infructuosamente su ruina económica, la mengua de su buen nombre, gran derramamiento de sangre, han quedado desmentida con su actitud de hoy”. Con su carta pública, Leoncio Ramos se convirtió en un paradigma de valentía y probidad ciudadana, citado con veneración por todos los que auscultaban con preocupación el porvenir de la patria. Incluso Juan Bosch escribió un artículo en esos días nombrándolo como uno de los “hombres de vergüenza” con que contaba el país (ver: “La más anunciada revolución de América”, p.25; Bernardo Vega, editor). El mismo caso de Danilo Medina, sin su Leoncio Ramos empotrado en un partido envilecido por la corrupción. Porque si hay algo que demuestra el caso de Horacio Vásquez, y ahora reitera la continuidad histórica el caso de Danilo Medina, es que hay una relación dialéctica entre el continuismo y la corrupción.

Entre Danilo Medina y Leonel Fernández no hay una ruptura, sino una continuidad del modelo. Aquel hombre al que “había derrotado el Estado”, usó los fondos públicos para ganarle la convención interna a Leonel. Ha ampliado el financiamiento del partido a través de la nómina pública. Es indiferente a la depredación del Estado, y mira hacia otro lado cuando en su propio gobierno la corrupción se expande. Compromete el futuro de numerosas generaciones de dominicanos financiando con préstamos el presupuesto, y juega a ser Dios fingiendo un paternalismo vulgar, sin enfrentar a fondo ninguno de los problemas estructurales de la nación. Ahora se propone desmentirse a sí mismo, encaramarse en los signos rituales de su desmedida ambición, financiando con los dineros públicos toda la aventura reeleccionista que antes criticó.

En la penosa historia de la reelección presidencial en nuestro país, el pequeño burgués que se traga el suspiro de su condición de insustituible, construye siempre un mundo de justificaciones hecho a la medida de su comercio. Nuestra historia es aterradoramente circular. Horacio se creía “La virgen María con chiva”, Leonel se pantalleó como “La virgen de la Altagracia con bigotes”, y ahora Danilo encarna “La virgen de Las mercedes adolorida”. Manipulaciones circulares en la historia que quieren fundar como naturaleza y eternidad lo que no es más que ambición.

 

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Opinión

El voto en blanco, un instrumento útil en una desacreditada democracia.

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Por José Cabral

En un país donde la politiquería lo ha dañado todo, absolutamente todo, hay que apelar a una herramienta que puede servir de mucho y se trata del voto en blanco como una forma de llamar a la atención silenciosa a unos partidos que nada les sirve de escarmiento.

 En las pasadas elecciones municipales hubo un ensayo que, aunque no se trató exactamente del voto en blanco, sino del nulo, cuya última no parece ser la mejor opción, porque no son contabilizados y en consecuencia no surten ningún efecto, todavía requiere de una acción más contundente.

En cambio, el voto en blanco luce como una herramienta que como ya se ha planteado en diferentes lugares del mundo, representa una forma de protesta ante la conducta depravada y corrupto de los actores de la vida política nacional e internacional y sirve como una expresión democrática.

Sin lugar a dudas, que el voto en blanco puede ser la clave para darle una nueva vida y mayor credibilidad al sistema electoral dominicano y como vía de consecuencia a la democracia.

El alto nivel de abstención electoral es un espejo de la falta de estímulo del votante porque sufre desde hace décadas el mismo proceder de todas las organizaciones que conforman la odiosa partidocracia.

El voto en blanco podría constituirse en un instrumento útil para evitar  que el desacreditado sistema político dominicano caiga en la ilegitimidad, aunque no necesariamente en la ilegalidad, pero que este paso, sin duda, haría reflexionar a los que no les importa los intereses de la mayoría, sino los propios, de grupos y de otros particulares.

Sería como una especie de desaprobación constructiva como ya lo planteo alguien en una reflexión sobre este mismo tema.

En algunos países del hemisferio el voto en blanco es un mecanismo de cambio, ya que si esta opción logra la mayoría podrían repetirse las elecciones, pese a que para que esto ocurra en la República Dominicana habría que modificar las leyes del régimen electoral.

Pero de cualquier modo no deja de ser útil el voto en blanco para enviarles un contundente mensaje a todos los «vividores» de la política vernácula, sobre todo porque el país no está muy lejos de tener un total colapso institucional.

Se imaginan los dominicanos preocupados con el sendero que lleva el país enviar un mensaje en las urnas de que ninguno de los candidatos merece su voto y la repercusión que esto podría tener en el ámbito nacional e internacional.

Como ya se ha dicho el voto en blanco no es una expresión de apatía, sino de inconformidad, es una forma de dejar claro que no se quiere ninguna de las opciones presentadas.

A votar en blanco el próximo 19 de mayo y la mayoría de la gente verá como las cosas comienzan a cambiar, incluso el burocratismo que caracteriza a las instituciones públicas, las cuales en el marco de la concepción de los partidos políticos que controlan el Estado, son un patrimonio particular de cuyas acciones no tienen que rendirle cuenta a nadie.

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Opinión

Cuando el poder del discernimiento no es suficiente

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Por Isaías Ramos

El discernimiento es esa capacidad esencialmente humana que nos permite analizar, evaluar y comprender profundamente las encrucijadas que la vida nos presenta. Reflexionamos críticamente, balanceando aspectos racionales y emocionales, buscando esa chispa de claridad en cada decisión.

Pero, ¿qué sucede cuando el discernimiento parece fallar ante decisiones cruciales cuyas opciones parecen, todas, llevar a consecuencias negativas?

En esos momentos de incertidumbre, cuando el corazón pesa y el camino hacia adelante se nubla, es fundamental mantenernos fieles a nuestros principios. No podemos permitirnos el lujo de engañar a nuestra conciencia o justificar pequeñas traiciones por conveniencia o desesperación.

Actualmente, nuestra nación se encuentra inmersa en la recta final de una campaña electoral insulsa. Nos enfrentamos a una alarmante escasez de candidatos que realmente encarnen los valores y principios que nuestros padres de la patria instauraron. ¿Dónde están esos líderes capaces de trazar un camino claro hacia el futuro que deseamos? Las elecciones se acercan, y la oferta política parece más desalentadora que nunca.

Esta crisis de liderazgo es un claro desafío al poder del discernimiento individual. Nos vemos obligados a elegir en un panorama desolador donde predominan las promesas vacías y las estrategias populistas, más enfocadas en el engaño y la manipulación que en ofrecer soluciones reales. Las mismas caras, desgastadas por escándalos y fracasos, siguen ocupando el escenario político, insistiendo en que merecen otra oportunidad.

El discernimiento, sin embargo, debe ir más allá de la simple elección entre las opciones presentadas. Debe implicar una búsqueda activa de alternativas, un impulso hacia la creación de nuevas posibilidades que reflejen nuestros ideales más elevados. En estos momentos de crisis, es donde más se prueba la resiliencia de nuestra democracia y la integridad de nuestro compromiso con los valores fundacionales.

¿Cómo podemos confiar en aquellos que han sido parte del sistema corrupto que tanto ha dañado a nuestro país? La falta de visión política, la ausencia de transparencia y la escasez de propuestas innovadoras solo refuerzan la percepción de que la mayoría de los candidatos carecen del compromiso genuino necesario para liderar verdaderos cambios.

Es imperativo recordar que somos herederos de una nación forjada con principios y valores trascendentales. Frente a esta encrucijada crítica, debemos recordar nuestra responsabilidad como ciudadanos informados y conscientes. Cada voto que emitimos refleja nuestra dignidad y respeto por nosotros mismos. Vender o traicionar nuestros principios más íntimos equivale a despojarnos de nuestra propia humanidad.

Sucumbir a la tentación del egoísmo y la falta de integridad nos aleja de nuestra verdadera esencia y nos sumerge en un camino oscuro, impulsados por intereses mezquinos en lugar de valores profundos y duraderos. En este contexto, el discernimiento por sí solo no basta.

En el Frente Cívico y Social, entendemos que solo unidos podemos superar este desafío crucial y abrir paso a una nueva era política fundada en valores auténticos y proyectos transformadores. El tiempo es esencial y nuestra nación merece lo mejor.

No permitamos que la falta de visión y principios nos condene al estancamiento perpetuo. Juntos, podemos redescubrir el significado de la política como servicio verdadero al pueblo, redefiniendo así el futuro de nuestra nación.

El cambio está en nuestras manos. Es hora de reclamar nuestro futuro, de construirlo sobre los cimientos de nuestra integridad. ¡Despierta, RD!

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Opinión

La entrega de los nacionales de un Estado a la Corte Penal Internacional

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Por Rommel Santos Díaz

La Corte Penal Internacional requerirá en ciertas ocasiones  que un Estado Parte entregue a sus propios nacionales, cuando la persona sea sospechosa de haber cometido un crimen de la competencia de la CPI. No obstante, esto podría representar dificultades para aquellos Estados en los cuales su constitución expresamente prohíba  la extradición de sus nacionales, y podría requerir de soluciones creativas.

Los Estados deberían tomar en cuenta el ¨carácter específico de la Corte¨ al decir sobre la mejor manera de asegurar  que la nacionalidad de la persona requerida no afecte su entrega a la Corte Penal Internacional.

Los Estados Parte del Estatuto no podrán alegar bajo ninguna circunstancia que la nacionalidad del acusado, o una disposición constitucional que prohíbe la extradición de nacionales impida su entrega.

Para muchos Estados, la posibilidad de entregar sus nacionales a la CPI no necesita la implementación de una ley particular  más que aquella que prevea la entrega de cualquier persona  a la CPI.No obstante algunos Estados poseen una constitución que expresamente prohíbe la extradición de los nacionales. Estos Estados deben de escoger entre estas  dos opciones:

  1. a)Algunos Estados podrían distinguir en su legislación entre la extradición de una persona  a otro Estado y la entrega de una persona a la CPI, lo cual permitiría la entrega de nacionales a la CPI a pesar de la restricción a la ´´extradición¨ de nacionales a tribunales extranjeros, sin obstaculizar la habilidad del Estado  de cooperar plenamente con la CPI.

La ventaja de esta medida consiste  en el procedimiento simple a seguir para la entrega de una persona acusada a la CPI. También reconoce el carácter específico de la competencia de la CPI , la cual no puede considerarse como una jurisdicción extranjera , y prevé una manera más eficiente de proceder con la cooperación.

  1. b)La reforma podría ser mínima, dirigida solo a la introducción de una excepción al principio, asegurando  que la constitución no sea violada por la entrega de un nacional a la CPI. La ventaja de una enmienda constitucional con una referencia específica a la CPI yace en el hecho de que elimina cualquier posibilidad de que surja un conflicto normativo a  escala nacional.

Lo planteado anteriormente garantiza que los tribunales nacionales dicten sentencias de conformidad con sus obligaciones legales respecto al Estatuto de Roma, pese al posible dilema de entregar a un ciudadano a otro sistema judicial.

Rommelsantosdiaz@gmail.com

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