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Opinión

¿Hasta dónde puede llegar Danilo Medina?

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Por Andrés L. Mateo

ANDRES-L.-MATEO11111111Ha usado el Estado para construirse el pedestal de un Dios. La desmesura de su determinación de retener el poder aterrorizó al posible candidato natural del PLD, Leonel Fernández; quien no midió la fiereza con la que lo combatirían.

Danilo Medina despliega el esplendor convulso de sus mentiras y ya ni siquiera se inmuta. Se ve que digirió el tiburón podrido. Por lo tanto, lo que sigue es preguntarse a dónde puede llegar. Si leemos el discurso reeleccionista la meta es otro período, o sea que es hasta el dos mil veinte;  pero la política dominicana demuestra que es mejor leer prácticas y no discursos. Ese mismo Danilo Medina juró defender una constitución que cambió en quince días, y sus prédicas contra la reelección fueron las más razonadas, las más ponderadas, las más objetivas. Hipólito no prefiguraba ningún trauma en su intento de reelección, según él “quedaba mucho por hacer” y eso bastaba. Danilo, para rechazarla, se empinaba sobre un razonamiento que recuperaba la historia desastrosa que la ambición de continuidad en el poder había originado en nuestro país, y apostaba (EN EL PLANO DISCURSIVO) a fortalecer la institucionalidad. “Arrojar los escrúpulos al zafacón”, “comerse un tiburón podrido”,  “desarticular las frágiles instituciones del Estado para ponerlas al servicio de quien se reelige”, eran un verdadero catálogo de las vicisitudes que la reelección nos había obligado a vivir.

En la práctica, sin embargo, Danilo Medina repitió el guion que la miserable historiografía dominicana reitera. Ha usado el Estado para construirse el pedestal de un Dios. La desmesura de su determinación de retener el poder aterrorizó al posible candidato natural del PLD, Leonel Fernández; quien no midió la fiereza con la que lo combatirían. Acorralado, con más miedo que vergüenza, en un discurso penoso ante la nación definiría las intenciones de Danilo Medina como las de “un dictador del siglo veintiuno”. Y no eran meras palabras. Lo molieron hasta hacerlo gofio. Danilo dispersó con dinero el núcleo de apoyo legislativo de Leonel Fernández. Propició el descrédito paulatino del “líder”(el déficit fiscal, el maletín lleno de facturas, el contrato de la Barrick Gold, los juicios a connotadas figuras del leonelismo, la traída de Quirino, etc), cercándolo en el terror de una embestida presentida que ahora la reelección acerca. No es que lo que esgrimía contra Leonel Fernández fuera mentira, es que empleaba los mismos métodos que criticaba, superándolos.

Y si vemos cómo ha utilizado los fondos públicos para reelegirse, la ausencia absoluta de escrúpulos; el horror se instala como uno de esos presagios de una obra de Shakespeare. ¿Será el 2020 el límite de la ambición de este hombre y su grupo económico? ¿Importa acaso, leyendo su práctica, que haya un impedimento constitucional? ¿No fueron las necesidades de prolongar la acumulación originaria de capital del grupo económico que apoyó a Danilo, y el miedo a lo que hubiera podido hacer Leonel Fernández en venganza, los que obligaron a la  búsqueda de la reelección? ¿No era la reelección el único plano teórico que en su práctica política había analizado Danilo, con opiniones contrarias ética e históricamente sustentadas? La verdad es que el plano de la democracia formal no puede detener la práctica de un grupo económico que se encaramó en una expresión política. Puede incluso que Danilo creyera sinceramente en todo lo que predicó sobre la reelección, pero frente a la perspectiva de que Leonel Fernández regresara al poder y le hiciera a él  lo mismo, su grupo económico, primero, y después su expresión política; empujaron la reelección de quien había atesorado un caudal político combatiéndola.

¿Y no resurgirán en el 2020 los mismos argumentos de la cúpula económica danilista? ¿Puede una figura tan gris como José Ramón Peralta encarnar la continuidad del danilismo? ¿Cuál será el destino del doctor Leonel Fernández si Danilo se reelige?  ¿Y el miedo a ser esculcados, investigados, analizados en profundidad, no impulsará la cúpula danilista a borrar del mapa a Leonel Fernández, cuya significancia dentro del PLD es ya casi simbólica y nominal? ¿Leonel Fernández abandonará su terror al poder de Danilo y decidirá combatir? ¿Es compatible el nivel avasallante de la imposición de la imagen con un período de gobierno que solo llega hasta el veinte?

Lo cierto es que Danilo Medina despliega el esplendor convulso de sus mentiras sin ni siquiera inmutarse, y lo hace contando con dieciocho millones de pesos diarios del erario, y con todo el Estado. Cualquiera no cree que su ambición se detendrá en el 2020. Además de la libertad, aquí languidece la comprensión y la esperanza. Volveré sobre el tema.

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Opinión

El voto en blanco, un instrumento útil en una desacreditada democracia.

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Por José Cabral

En un país donde la politiquería lo ha dañado todo, absolutamente todo, hay que apelar a una herramienta que puede servir de mucho y se trata del voto en blanco como una forma de llamar a la atención silenciosa a unos partidos que nada les sirve de escarmiento.

 En las pasadas elecciones municipales hubo un ensayo que, aunque no se trató exactamente del voto en blanco, sino del nulo, cuya última no parece ser la mejor opción, porque no son contabilizados y en consecuencia no surten ningún efecto, todavía requiere de una acción más contundente.

En cambio, el voto en blanco luce como una herramienta que como ya se ha planteado en diferentes lugares del mundo, representa una forma de protesta ante la conducta depravada y corrupto de los actores de la vida política nacional e internacional y sirve como una expresión democrática.

Sin lugar a dudas, que el voto en blanco puede ser la clave para darle una nueva vida y mayor credibilidad al sistema electoral dominicano y como vía de consecuencia a la democracia.

El alto nivel de abstención electoral es un espejo de la falta de estímulo del votante porque sufre desde hace décadas el mismo proceder de todas las organizaciones que conforman la odiosa partidocracia.

El voto en blanco podría constituirse en un instrumento útil para evitar  que el desacreditado sistema político dominicano caiga en la ilegitimidad, aunque no necesariamente en la ilegalidad, pero que este paso, sin duda, haría reflexionar a los que no les importa los intereses de la mayoría, sino los propios, de grupos y de otros particulares.

Sería como una especie de desaprobación constructiva como ya lo planteo alguien en una reflexión sobre este mismo tema.

En algunos países del hemisferio el voto en blanco es un mecanismo de cambio, ya que si esta opción logra la mayoría podrían repetirse las elecciones, pese a que para que esto ocurra en la República Dominicana habría que modificar las leyes del régimen electoral.

Pero de cualquier modo no deja de ser útil el voto en blanco para enviarles un contundente mensaje a todos los «vividores» de la política vernácula, sobre todo porque el país no está muy lejos de tener un total colapso institucional.

Se imaginan los dominicanos preocupados con el sendero que lleva el país enviar un mensaje en las urnas de que ninguno de los candidatos merece su voto y la repercusión que esto podría tener en el ámbito nacional e internacional.

Como ya se ha dicho el voto en blanco no es una expresión de apatía, sino de inconformidad, es una forma de dejar claro que no se quiere ninguna de las opciones presentadas.

A votar en blanco el próximo 19 de mayo y la mayoría de la gente verá como las cosas comienzan a cambiar, incluso el burocratismo que caracteriza a las instituciones públicas, las cuales en el marco de la concepción de los partidos políticos que controlan el Estado, son un patrimonio particular de cuyas acciones no tienen que rendirle cuenta a nadie.

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Opinión

Cuando el poder del discernimiento no es suficiente

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Por Isaías Ramos

El discernimiento es esa capacidad esencialmente humana que nos permite analizar, evaluar y comprender profundamente las encrucijadas que la vida nos presenta. Reflexionamos críticamente, balanceando aspectos racionales y emocionales, buscando esa chispa de claridad en cada decisión.

Pero, ¿qué sucede cuando el discernimiento parece fallar ante decisiones cruciales cuyas opciones parecen, todas, llevar a consecuencias negativas?

En esos momentos de incertidumbre, cuando el corazón pesa y el camino hacia adelante se nubla, es fundamental mantenernos fieles a nuestros principios. No podemos permitirnos el lujo de engañar a nuestra conciencia o justificar pequeñas traiciones por conveniencia o desesperación.

Actualmente, nuestra nación se encuentra inmersa en la recta final de una campaña electoral insulsa. Nos enfrentamos a una alarmante escasez de candidatos que realmente encarnen los valores y principios que nuestros padres de la patria instauraron. ¿Dónde están esos líderes capaces de trazar un camino claro hacia el futuro que deseamos? Las elecciones se acercan, y la oferta política parece más desalentadora que nunca.

Esta crisis de liderazgo es un claro desafío al poder del discernimiento individual. Nos vemos obligados a elegir en un panorama desolador donde predominan las promesas vacías y las estrategias populistas, más enfocadas en el engaño y la manipulación que en ofrecer soluciones reales. Las mismas caras, desgastadas por escándalos y fracasos, siguen ocupando el escenario político, insistiendo en que merecen otra oportunidad.

El discernimiento, sin embargo, debe ir más allá de la simple elección entre las opciones presentadas. Debe implicar una búsqueda activa de alternativas, un impulso hacia la creación de nuevas posibilidades que reflejen nuestros ideales más elevados. En estos momentos de crisis, es donde más se prueba la resiliencia de nuestra democracia y la integridad de nuestro compromiso con los valores fundacionales.

¿Cómo podemos confiar en aquellos que han sido parte del sistema corrupto que tanto ha dañado a nuestro país? La falta de visión política, la ausencia de transparencia y la escasez de propuestas innovadoras solo refuerzan la percepción de que la mayoría de los candidatos carecen del compromiso genuino necesario para liderar verdaderos cambios.

Es imperativo recordar que somos herederos de una nación forjada con principios y valores trascendentales. Frente a esta encrucijada crítica, debemos recordar nuestra responsabilidad como ciudadanos informados y conscientes. Cada voto que emitimos refleja nuestra dignidad y respeto por nosotros mismos. Vender o traicionar nuestros principios más íntimos equivale a despojarnos de nuestra propia humanidad.

Sucumbir a la tentación del egoísmo y la falta de integridad nos aleja de nuestra verdadera esencia y nos sumerge en un camino oscuro, impulsados por intereses mezquinos en lugar de valores profundos y duraderos. En este contexto, el discernimiento por sí solo no basta.

En el Frente Cívico y Social, entendemos que solo unidos podemos superar este desafío crucial y abrir paso a una nueva era política fundada en valores auténticos y proyectos transformadores. El tiempo es esencial y nuestra nación merece lo mejor.

No permitamos que la falta de visión y principios nos condene al estancamiento perpetuo. Juntos, podemos redescubrir el significado de la política como servicio verdadero al pueblo, redefiniendo así el futuro de nuestra nación.

El cambio está en nuestras manos. Es hora de reclamar nuestro futuro, de construirlo sobre los cimientos de nuestra integridad. ¡Despierta, RD!

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Opinión

La entrega de los nacionales de un Estado a la Corte Penal Internacional

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Por Rommel Santos Díaz

La Corte Penal Internacional requerirá en ciertas ocasiones  que un Estado Parte entregue a sus propios nacionales, cuando la persona sea sospechosa de haber cometido un crimen de la competencia de la CPI. No obstante, esto podría representar dificultades para aquellos Estados en los cuales su constitución expresamente prohíba  la extradición de sus nacionales, y podría requerir de soluciones creativas.

Los Estados deberían tomar en cuenta el ¨carácter específico de la Corte¨ al decir sobre la mejor manera de asegurar  que la nacionalidad de la persona requerida no afecte su entrega a la Corte Penal Internacional.

Los Estados Parte del Estatuto no podrán alegar bajo ninguna circunstancia que la nacionalidad del acusado, o una disposición constitucional que prohíbe la extradición de nacionales impida su entrega.

Para muchos Estados, la posibilidad de entregar sus nacionales a la CPI no necesita la implementación de una ley particular  más que aquella que prevea la entrega de cualquier persona  a la CPI.No obstante algunos Estados poseen una constitución que expresamente prohíbe la extradición de los nacionales. Estos Estados deben de escoger entre estas  dos opciones:

  1. a)Algunos Estados podrían distinguir en su legislación entre la extradición de una persona  a otro Estado y la entrega de una persona a la CPI, lo cual permitiría la entrega de nacionales a la CPI a pesar de la restricción a la ´´extradición¨ de nacionales a tribunales extranjeros, sin obstaculizar la habilidad del Estado  de cooperar plenamente con la CPI.

La ventaja de esta medida consiste  en el procedimiento simple a seguir para la entrega de una persona acusada a la CPI. También reconoce el carácter específico de la competencia de la CPI , la cual no puede considerarse como una jurisdicción extranjera , y prevé una manera más eficiente de proceder con la cooperación.

  1. b)La reforma podría ser mínima, dirigida solo a la introducción de una excepción al principio, asegurando  que la constitución no sea violada por la entrega de un nacional a la CPI. La ventaja de una enmienda constitucional con una referencia específica a la CPI yace en el hecho de que elimina cualquier posibilidad de que surja un conflicto normativo a  escala nacional.

Lo planteado anteriormente garantiza que los tribunales nacionales dicten sentencias de conformidad con sus obligaciones legales respecto al Estatuto de Roma, pese al posible dilema de entregar a un ciudadano a otro sistema judicial.

Rommelsantosdiaz@gmail.com

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