Santo Domingo Oeste.- Heidy Martínez, la más reciente victima de los feminicidios en el país, hablaba con Socorro, su vecina, cuando su expareja llegó a casa. Acababa de llegar del trabajo, vestida aun con su uniforme de secretaria de la Fiscalía de la provincia Santo Domingo.
El hombre le pidió a la vecina que les diera un permiso, que ambos tenían que hablar y empujó a Heidy hacia la casa.
Cuando entraron a la vivienda 2-A, del bloque 8, en Caballona, se escucharon los gritos de suplica de Heidy para que su pareja entrara en razón. Le decía que aún lo amaba y que pensara en los dos hijos de ella, aseguran vecinos. Un golpe en la frente fue el primero que recibió antes de ser asesinada.
Lo siguiente fue inscribirla a la muerte.
“Yo estaba bañándome, y escuché el primer disparo”, dijo una de sus vecinas. “Me tiré al suelo con mis hijos”, dijo.
Una adolescente que estaba enfrente de la vivienda escuchó los estruendos y luego vio que Alex (como le decían a su expareja) salió de la casa. Se paró en la puerta con las manos ensangrentadas y la miró: en ese momento abrió la puerta otra vez y se suicidó con un arma que poseía, presuntamente ilegal.
Martínez era considerada como una mujer tranquila, solo se dedicaba a ir a su trabajo y casi no compartía con los vecinos. En la actualidad vivía sola, pero pensaba llevar a sus dos hijos de 9 y 13 años para su casa, porque estos residen con una de sus abuelas.
“Ella había comentado a una vecina que iba a traer de visita a sus dos hijos el domingo y estaba feliz porque uno de ellos había pasado a primero de bachillerato”, comentó una vecina.
Este domingo, Heidy se iba a ver con su hermana después de algunos meses: habían conversado por WhatsApp el fin de semana para coordinar todo: Heidy estaba feliz por la visita de su hermana a su apartamento en el conjunto habitacional Invi-Villa Progreso, en Caballona. Pero la ilusión murió con su hermana.
“¡Ay mi hermana!”, exclamaba mientras esperaba los restos de Heidy, de 36 años, en la morgue del Hospital Regional Marcelino Vélez Santana, para luego ser velados en la Funeraria Blandino de la avenida Sabana Larga. En la misma morgue también se encontraba el cuerpo de su matador y expareja: Alexander Espinosa Matos, de 31.
La mañana de ayer en su edificio había poco movimiento. Solo se veían pocos rastros de lo ocurrido, una cinta amarrilla de la policía en una verja, una funda plástica negra amarrada en la puerta y velas dentro de vasos desechables afuera de la casa de Heidy.
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