Allanamiento en Torre Bella Vista estaría vinculado a cargamento de 450 paquetes de cocaína

Por Elba García

Tras la conversión de la República Dominicana de un puente a un mercado muy codiciado, el narcotráfico convive con el dominicano como la más normal de las actividades cotidianas.

No pasa un día sin que se anuncie la incautación de grandes cargamentos de drogas, las cuales muy bien pueden ser marihuana o heroína, lo que proyecta hasta dónde la República Dominicana está inundada por este negocio del bajo mundo.

Lo peor de la situación tiene  que ver con que en el narcotráfico las transacciones de mayor envergadura prácticamente no se ven, porque generalmente cuentan con el aval de personas que ocupan posiciones importantes en el Estado, incluyendo a los que tienen como misión perseguir el delito, incluidos a militares y policías.

Las recientes revelaciones de la procuradora fiscal del Distrito Nacional, Yeni Berenice Reinoso, en el sentido de que en el 90 por ciento de los hechos delincuenciales hay involucrados policías  y militares, establecen hasta dónde la sociedad dominicana está entrampada en un empedrado camino para lograr su adecentamiento.

El narcotráfico y ahora el consumo de drogas es un monstruo de mil cabezas que el Estado dominicano no está en capacidad de contrarrestar por la poca fortaleza institucional, convirtiéndose en una peligrosa amenaza para toda la sociedad.

En los últimos días, principalmente luego de la denuncia del convicto narcotraficante Quirino Ernesto Paulino Castillo en la que acusa al expresidente Leonel Fernández de haber recibido de su persona unos doscientos millones de pesos para usarlos en la campaña electoral del año 2004-2008, ha quedado demostrado los niveles que hoy ocupa el lavado de activos procedentes del sucio negocio.

La confusión y la falta de credibilidad que hoy predomina en la sociedad dominicana, provoca que la mayoría de la gente ya no crea prácticamente en nadie, sobre todo en las personas que tienen el privilegio de tener el control del Estado.

Los escándalos y crímenes se suceden en el país unos tras otros y posteriormente llega el olvido.

Lo peor de todo es que incluso la propia Policía Nacional incauta la droga y  luego la recoloca en el mercado, apoyándose en el desorden y la impunidad que prevalece en el país.

El caos generalizado, la falta de autoridad y la carencia de regulación, fiscalización e institucionalidad, convierten a la República Dominicana en una presa fácil de las mafias internacionales, como el narcotráfico.