El llamamiento del príncipe heredero a la juventud del reino exige que se concedan nuevas libertades.
A lo largo de los años los funcionarios saudíes se acostumbraron tanto a que dignatarios y periodistas extranjeros les preguntaran cuándo se les permitiría a las mujeres conducir que se les ocurrieron excusas cada vez más tortuosas. Alegaron que la sociedad no estaba preparada; que las mujeres preferían que las llevaran; que el hecho de que las mujeres condujeran sorprendería a los hombres y provocaría el caos en las calles; y, más recientemente, que no habría necesidad de que las mujeres condujeran porque pronto llegarán los coches sin conductor.
Pero el martes, con un golpe de pluma, el tabú al que los saudíes se aferraron, tan firme y absurdamente, fue destruido. El Rey Salman promulgó un decreto real anunciando que las mujeres podrían conducir a partir de junio de 2018. Dado que Arabia Saudita es el único país del mundo donde las mujeres tienen prohibido realizar esa actividad ordinaria, la decisión recibió una enorme aprobación internacional.
En realidad, las mujeres saudíes no conducirán por primera vez. Los ancianos saudíes nos cuentan que sus madres montaban camellos y conducían camiones en el desierto. Conforme los gobernantes saudíes cedieron terreno social a los clérigos del puritano sistema wahabí quienes ayudan a sostener su imperio, las mujeres fueron relegadas a la condición de ciudadanos de segunda clase y se les prohibió relacionarse con los hombres.
Ahora, sin embargo, el Rey Salman y su ambicioso hijo de 32 años y heredero de la corona, Mohammed bin Salman (MbS), están en una senda de ajuste. Desde que asumió su cargo hace dos años, el rey ha estado intentando recalibrar la relación con los clérigos y promover el nacionalismo saudí como una fuente alternativa de legitimidad. Le ha cortado las alas de la temida policía religiosa, mientras que su hijo ha desafiado a los conservadores al introducir los espectáculos públicos en Arabia Saudita.
Al mismo tiempo, el rey ha atizado el nacionalismo saudí al iniciar una guerra absurda en Yemen promovida como una protección necesaria contra la hegemonía iraní, y amenazando con castigar a cualquiera que critique el boicot saudí con el vecino Qatar.
La mayoría de las mujeres activistas que he conocido dicen que una demanda más importante que la de conducir es ponerle fin a las regulaciones que las obligan a tener un guardián masculino para prácticamente cualquier actividad que desean realizar. Este año los reglamentos en cuanto a los guardianes fueron relajados, aunque no lo suficiente.
Sin embargo, la prohibición de conducir es tan ridícula que tiene un enorme valor simbólico para cualquiera que luche por los derechos de la mujer. Cuando se piensa en Arabia Saudita, la prohibición es una de las primeras cosas que vienen a la mente.
Los beneficios a la reputación internacional del gobierno por levantar la prohibición harán sin duda que muchos especulen que fue programada para desviar la atención de la reciente ofensiva contra la disidencia.
Sin embargo, es más probable que permitirles a las mujeres conducir es el resultado tanto del cálculo político como de la necesidad económica. Conforme el rey allana el camino para que su hijo lo releve, lo imposible en Arabia Saudita se ha convertido en posible. La medida más dramática del rey fue la de destituir a su sobrino como heredero de la corona y reemplazarlo con MbS, cambiando así drásticamente la tradición y preocupando a la familia real.
MbS ha sido igualmente audaz, iniciando una reestructuración económica tan ambiciosa que recientemente ha tenido que reducirla. La transformación que imagina requiere un mayor papel de la mujer en la economía y uno más pequeño para los trabajadores extranjeros. Y esto hace que la concesión de ciertas libertades, inclusive la capacidad para conducir al trabajo, sea más apremiante.
Es igualmente importante el hecho de que las reformas sociales de MbS están diseñadas para atraer a la juventud saudí, el electorado que él espera que apoye su eventual ascensión al poder. El levantamiento de la prohibición de conducir cumple varios propósitos, incluyendo ganarle al príncipe nuevas seguidoras entre las jóvenes mujeres saudíes.
Por Roula Khalaf (c) 2017 The Financial Times Ltd. All rights reserved