Scioli, de 58 años, agradeció por «dejar un país normal, desendeudado y con paz social» a la presidenta argentina, Cristina Fernández, que en la noche de este domingo estuvo en la sede del Ejecutivo, pero no apareció por el Luna Park, a unas pocas cuadras de la Casa Rosada
Seguidores del candidato a la presidencia de Argentina Daniel Scioli se retiran después de escuchar su discurso y conocer la victoria parcial del candidato de Cambiemos Mauricio Macri,
Buenos Aires. (EFE/Natalia Kidd).- Argentina definirá el 22 de noviembre en un inédito balotaje si quien gobernará durante los próximos cuatro años será el oficialista Daniel Scioli o el conservador Mauricio Macri, después de que ningún candidato obtuviera los votos suficientes para imponerse en primera vuelta.
El dato sobresaliente de estas elecciones no fueron las sospechas de fraude, como algunos esperaban, sino la decisión del Gobierno, a cargo del escrutinio provisional, de difundir los primeros resultados seis horas después de cerrados los colegios electorales y cuando ya había sido contado el 67% de las mesas de votación.
Entrada la madrugada, con el 93,1% de las mesas escrutadas, Scioli, del gobernante Frente para la Victoria, sumaba el 36,39 por ciento de votos, por debajo del resultado de las primarias de agosto. Pisándole los talones, Macri, postulante del frente conservador Cambiemos, tenía el 34.75 por ciento.
Con estos números, ninguno iba a obtener el 45% de los votos o al menos el 40% más una diferencia de diez puntos sobre el segundo más votado necesarios para consagrarse presidente en la primera votación, por lo queArgentina celebrará por primera vez en su historia una segunda ronda electoral.
El candidato a la presidencia de Argentina por el Frente para la Victoria Daniel Scioli (c) termina de hablar ante sus seguidores junto a su mujer Karina Rabolini
Mientras los 32 millones de argentinos que este domingo acudieron a las urnas ignoraron durante seis horas el resultado de la votación, todos los candidatos se adelantaron a lanzar sus discursos, dando por sentada una segunda vuelta.