Esta vez contó con un séquito artístico ampliado sobre el escenario: tres extraordinarias cantantes, dos de ellas dominicanas, y una orquesta compuesta por 69 músicos, bajo la dirección del inseparable Eugene Kohn.
La puertorriqueña Larisa Martínez y las dominicanas Nathalie Peña Comas (soprano) y Cristal Marie, junto a la Orquesta Filarmónica de Santo Domingo, fueron un ancla perfecto para marcar las entradas y salidas de Bocelli, además de impregnarle un encanto femenino de alto vuelo por la variedad y matices de sus voces.
Con Peña Comas cantó la intensa y dramática O soave fanciulla de la ópera La bohemia, de Giacomo Puccini. Y le cedió el escenario a ella sola para interpretar De España vengo, de El niño judío, zarzuela musicalizada por Pablo Luna y que se estrenó hace justo este mes 100 años en el Teatro Apolo de Madrid.
También a Cristal Marie la abrazó tras cantar juntos el popular Vivo por ella (ella en español, él en italiano), que en 1995 le abrió las puertas hispanas a Bocelli en el inolvidable dúo pop con la española Marta Sánchez.
Cristal Marie, además, realizó una magistral interpretación de Derroche (de Manuel Jiménez), la canción romántica dominicana mejor acogida en el mundo desde 1993, después de Por amor.
El deslinde entre ópera y pop es tan marcado, pero en su caso particular la simbiosis que Bocelli logra entre esos géneros tan distintos lo hace imperdible. Simplemente es un lujo estar en uno de sus conciertos.
Sin embargo, hay que entender que su herencia musical viene de la fina tradición vocal italiana y que eso pesará a la hora de confeccionar su cancionero, como pasó en Punta Cana.
Seguro muchos de los presentes hubiesen preferido más temas populares y cantados en español, no en italiano. De igual manera, el ángel artístico que posee, la pasión, la entrega y dulzura vocal de Bocelli hacen que esos deseos como latinos sean compensados y sin dudas que se disfruta el cancionero escogido.
Detalles
Repertorio. El programa de 24 piezas se dividió en dos partes que resumen sus facetas de cantante lírico y de pop; en un croosover no común y en el que en más de 20 años de carrera conquistó a millones de personas en varios continentes que sin su influjo no hubiesen apreciado la ópera italiana como lo hacen ahora.
SOLEMNIDAD EN EL INICIO
Para la primera parte, con la solemnidad que caracteriza a la ópera, Bocelli se acomodó en el belcanto para rendirle homenaje a grandes clásicos italianos, sobre todo a Giuseppe Verdi y Giacomo Puccini.
LO POPULAR AL FINAL
En la segunda salida, que evidentemente generó más algarabía del público, llegaron los temas más conocidos, como el bolero Bésame mucho, con un matiz vocal diáfano y sensible, o los cercanos al pop y a películas populares como la hermosa María de Bernstein para West Side Story y el Be my love,