Opinión
Cambios que vienen y nadie espera
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Por Melvin Mañón
Los niños que ahora despachan al medio día y los otros que entran poco después a la tanda vespertina no podrán enfrentarse al calor y la insolación.
Ahora, en los campos, se empieza a trabajar alrededor de las 7 de la mañana para una jornada que normalmente terminaría a las 4 de la tarde con una interrupción para almorzar. Pero ya es muy difícil que un hombre pueda soportar el sol de las 11 de la mañana y menos aun el de las dos de la tarde. En pocos años, los trabajadores del campo empezarán a modificar sus horarios y las jornadas comenzarán cada vez mas temprano hasta adentrarse en la madrugada y, dependiendo de la época del año, del tipo de trabajo y del patrono se suprimirán trabajos por las tardes o se conformará una jornada diferente que empiece a media tarde y se prolongue hasta la noche temprana.
De la misma manera, alrededor del medio día desde las 11 hasta al menos las 3 de la tarde, los niños y tampoco los maestros podrán soportar las temperaturas en las escuelas nuevas ni en las viejas porque aquí las edificaciones escolares son como las casas de urbanizaciones para obreros; hornos oscuros, estrechos, mal ventilados y ahora con frecuencia construidos al lado de autopistas o vías extremadamente ruidosas y contaminantes. Los niños que ahora despachan al medio día y los otros que entran poco después a la tanda vespertina no podrán enfrentarse al calor y la insolación.
Tampoco podrán los buhoneros, los trabajadores de la construcción o viales, los policías, los agentes de tránsito prestar servicio en áreas descampadas sin protección de la sombra de edificios o portales y/o árboles que hemos ido destruyendo sistemáticamente para ampliar avenidas, hacer estacionamientos y con frecuencia para mostrar una fachada o un letrero. Lloraremos lágrimas de sangre y pronto.
La alteración de los horarios laborales, primero en las áreas descritas y luego en todas las demás, transformarán de raíz el estilo de vida edificado sobre la sociedad industrial atrasada y subvertirá de manera imprevisible las distorsiones ya existentes y en cierto modo, de lo que estamos hablando es de sociedades enteras que pasarán a la nocturnidad. Empezaremos a parecernos a los murciélagos. Con esa transición gradual en algunos casos, repentina en otros, todo el estilo de vida será estremecido y subvertido de raíz.
Muchos rehúsan pensar en esta inminente realidad, otros ni siquiera
se lo imaginan y los mas “listos” pronto estarán buscando la manera de hacer dinero bajo este régimen o simplemente de sobrevivir si con el clima, también el sistema se viene abajo. De manera pues que, mucho antes de que el planeta –tal y como lo conocemos- se haga inhabitable tendrán lugar profundas y perturbadoras conmociones en la economía y el estilo de vida. Ya lo verán porque incluso yo, a pesar de mi edad, creo que podría estar vivo para verlo.