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Medusa alcanza ficha clave del Gobierno, mientras hay tolerancia presidencial con algunos corruptos.
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Por Elba García
Por lo menos en lo que respecta a los dos últimos escándalos que involucran a figuras importantes del Gobierno, el presidente Abinader no ha dicho esta boca es mía y la tolerancia del mandatario tiene que ver con los casos de Neney Cabrera, quien aparentemente ha malversado más de 158 millones de pesos en un programa que llevó como nombre «Pinta tu Casa» y más recientemente el involucramiento del ministro Administrativo de la Presidencia, Lisandro Macarrulla Tavarez, en el caso Medusa, ya que es parte de una empresa favorecida con algunas contratas durante la gestión de Jean Alain Rodríguez en la Procuraduría General de la República.
Todos estos detalles, aunque no implican una condena en contra del hijo de una figura tan importante del Gobierno, ya que no ha sido condenado en el caso, porque todavía no se ha producido el juicio preliminar y menos el de fondo, pero los pormenores ofrecidos por el órgano persecutor por lo menos impone que el referido funcionario sea apartado transitoriamente del cargo.
Sin embargo, no parece que esta medida se pueda producir, ya que el presidente aparenta haber entrado en una etapa de tolerancia con aquellos funcionarios de su gobierno que en realidad no es tan fácil deshacerse de ellos.
El otro asunto que se produce con este funcionario es su estrecho vínculo, podría decirse que es una quinta columna del más poderoso grupo económico del país, como lo es la familia Vicini, el cual además tiene otros cuadros importantes dentro del Gobierno de Luis Abinader.
Los casos de Neney Cabrera y Lisandro Macarrulla le han tumbado el pulso a Luis Abinader, ya que queda demostrado que los intereses pesan más que las supuestas buenas intenciones y que en consecuencia frente a los personajes involucrados, tal vez vale más la pena desde la perspectiva política mirar para otro lado.
Sin lugar a dudas que la tolerancia del Gobierno con por lo menos estos casos constituye un gran reto para el presidente Abinader que deja la sensación que la lucha en contra de la red de corrupción que amenaza la estabilidad del país tiene fronteras, tiene sus límites, los cuales comienzan cuando se llega hasta grupos considerados sagrados en la sociedad dominicana.
Ahora bien, la evidente tolerancia con estos funcionarios podría ser el inicio en el país del total desmonte de la lucha en contra de la corrupción y la impunidad, porque si bien el Ministerio Público parece hacer su trabajo para por lo menos disminuir estos flagelos, lo cierto es que si no existe la voluntad política del Poder Ejecutivo el problema tomaría cuerpo y los esfuerzos serían en vano.
La sociedad dominicana está a la espera de que el cambio pregonado por el partido hoy en el poder no sea sólo una arma para continuar con la promoción con lo que nunca debía ocurrir si en realidad se busca justicia social y acabar con la pobreza y la desigualdad.
La última palabra sobre el caso Neney Cabrera y Lisandro Macurrulla pesa sobre los hombros y la conciencia del presidente Luis Abinader, quien con lo que disponga dejará claro si está o no atado a los grupos económicos o a los intereses de las grandes mayorías nacionales.