El periodista César Medina envió una carta al director de este diario en respuesta a un artículo que escribió Juan Bolívar Díaz el domingo pasado en las páginas editoriales. Fuente externa.
El periodista César Medina envió una carta al director de este diario en respuesta a un artículo que escribió Juan Bolívar Díaz el domingo pasado en las páginas editoriales. A continuación el texto íntegro de la carta de Medina.
“Señor Director:
El periódico Hoy publica en esta misma fecha un artículo con la firma del periodista Juan Bolívar Díaz plagado de imprecisiones, medias verdades, mentiras completas y falsedades absolutas que involucran mi nombre y mi trayectoria profesional, lo que me obliga a invocar su proverbial generosidad y mi derecho a réplica para hacer las debidas aclaraciones.
Nunca he escuchado a ese señor vincularme de forma maliciosa con el asesinato aleve de Gregorio García Castro –probablemente porque todavía no ha perdido el juicio–, o tal vez porque está consciente que en ese caso no quedaría otro espacio que el campo del honor para dirimir semejante afrenta porque de ese hecho, ocurrido hace 43 años, estoy entre los principales dolientes.
Si el señor Juan Bolívar Díaz no es capaz de memorizar algunos acontecimientos importantes –porque sé que la memoria se esfuma con los años cuando las neuronas cerebrales mueren masivamente por el maltrato y los abusos a que las someten algunos–, me veo en la obligación de refrescarle algunas cosas importantes; a):
En el año 1974 él no renunció del periódico Última Hora sino que fue despedido después de incurrir en una flagrante falta de ética, en imperdonable deslealtad y en resabio injustificado porque el diario se negó a publicarle un “análisis” llamando a la insubordinación nacional el día 14 de mayo de ese año, estando el país al borde de una guerra civil por la abstención electoral del PRD y el Acuerdo de Santiago.
Ese “análisis” había sido sometido a la consideración de los ejecutivos del periódico y se convino que no era conveniente su publicación en un momento de tanta tensión, con los sectores más sensatos del país y la opinión pública exigiendo ecuanimidad, sensatez y comedimiento a los actores políticos para evitarle un baño de sangre al país.
Al enterarse de esa decisión, el señor Juan Bolívar Díaz se entruñó como solía hacerlo y se marchó del diario llevándose su original. Esa tarde el “análisis” capcioso salió publicado en el vespertino La Noticia, con su firma, denunciando que había sido censurado en Última Hora, el periódico al que le servía desde hacía más de un año.
De haber enviado ese día su carta de renuncia a nuestro periódico, él pudiera decir hoy que no lo despidieron; pero no fue así: al día siguiente de la publicación en La Noticia, él llegó a Última Hora como si nada hubiese ocurrido, ocupó su mesa de trabajo y todos nosotros, sus compañeros, apenas le dirigimos el saludo irritados como estábamos por su deslealtad.
Fue en esa situación que momentos después llegó un mensajero de la Administración a decirle que pasara por la caja a retirar su cheque de liquidación… O sea, fue cancelado de nuestro periódico en una decisión que todos apoyamos por tratarse de una denuncia artera que afectó colectivamente nuestra dignidad profesional; b):
El señor Juan Bolívar Díaz salió del periódico El Sol con la sábana por un canto, no amigablemente como ha querido decir. Traicionó la confianza del entonces propietario de ese diario, doctor Víctor Livio Cedeño –que gracias a Dios está vivito y coleando–, cuando Víctor Livio tomó medidas administrativas para sanear la Redacción del grupismo que imperaba y designó a Manolo Quiterio Cedeño como Jefe de Redacción y asumió él la Dirección.
De ahí siguió rodando de una estación de radio en otra hasta que finalmente un grupo de amigos reunió un dinerito y envolvió a Miguel Cocco en un proyecto fracasado de antemano por su sectarismo, el tabloide El Nuevo Diario, que se mantuvo por años natagueando hasta que lo establecieron Persio Maldonado y su esposa Cossette. Pero antes lo quebró y lo abandonó en bancarrota; c):
Yo no “le llegué” a Bolivita trasladado de Hoy a Teleantillas para designarme Jefe de Información. Fue todo lo contrario, Bolivita me llegó a mí, porque cuando él volvió del Perú en 1986 con el rabo entre las piernas, yo ya estaba en Teleantillas, donde llegué del diario Hoy –ambos de Pepín–, que me pidió asumir la dirección de Prensa con la encomienda de hacer junto a Ramón Colombo un programa matutino que se llamaría Hola Matinal.
Como Juan Bolívar llegó del Perú con un proyecto de programa televisivo, Pepín nos pidió a Colombo y a mí que asumiéramos entre los tres su conducción… Colombo, que conocía bien el elemento por su experiencia de México, se negó a participar y se fue tranquilo a trabajar con Teo Veras en su matutino radial.
Es así como Bolivita y yo terminamos trabajando juntos en Teleantillas: refundimos los dos programas y él, Bolivita, sugirió el nombre Uno Más Uno, que importó de México, pero muchas de sus secciones fueron concebidas para el programa original Hola: Cara a Cara, La Entrevista Central, etcétera.
Las diferencias que tuvimos Bolivita y yo en Teleantillas fueron anticipadas por mí a Pepín antes de comenzar –Pepín está ahí y puede testimoniarlo–, porque conocía muy bien con quién estaba bregando.
¿No habíamos estado juntos años atrás en Ultima Hora? Esa situación llegó a su clímax un domingo en la mañanita cuando Bolivita se atrevió a reclamarme porque yo andaba de novio con Myrna Pichardo, que luego sería mi esposa, con la que pasé 22 años casados y tres hijos:
“¿Pero cómo es posible? –me dijo de forma afrentosa y atrevida–. ¡Esa señora está en un programa de la competencia!” (Myrna trabajaba en Hoy Mismo).
Obviamente, lo puse en su sitio y hoy, 30 años después, le agradezco su cobardía porque ese día me asaltaron los peores instintos. Luis González Fabra es testigo, como lo es también la administradora del canal, Maritza de los Santos.
Pero su mayor mentira fue decir que ese día “me despidió”… ¿Pero cómo podía despedirme si yo no era su empleado ni me había llevado él al canal? La verdad es que quien tuvo que irse del canal fue él porque todos los compañeros del departamento de Prensa se solidarizaron conmigo: Carlos Julio Féliz, Carlos Márquez, Moisés Blanco Genao…
… Pepín estaba en España de vacaciones, y cuando se lo informaron por teléfono me dijo: ¡Quédate al frente mientras tanto, César, hasta que yo llegue la próxima semana…!
A su llegada, exactamente una semana después, Pepín fue al canal y negociamos mi retorno al periódico Hoy –de donde nunca debí haber salido–, y asumí la jefatura de la Mesa de Corrección. Ya esa parte la recuerda usted muy bien, señor director, porque a mi retorno lo hallé a usted como Jefe de Redacción; y e):
La memoria pequeña de Bolivita falla también cuando sitúa a Guarionex Rosa como compañero de viaje cuando él llegó a Última Hora a principios de 1972. Guarionex era fundador del periódico, entró con el primer grupo a ese diario, el 16 de marzo de 1970, y cuando Bolivita llegó, Guarionex –periodista de escuela–, era el redactor estrella del vespertino.
Bolivita entró junto a Aníbal de Castro, que venían ambos de trabajar en Radio HIN, y ciertamente fueron a reforzar nuestro periódico, lo que significó la salida de tres compañeros valiosos: Miguel Matos, Sergio Ortiz Aquino y Mario Emilio Pérez; y f):
Es cierto lo que dice Bolivita, Señor Director, lo he dicho yo otras veces: era la rabiza en la Redacción, el menos importante, el redactor de la crónica roja –“reportero policial”, le llamó peyorativamente Bolivita–. ¡Pero qué orgulloso me siento 45 años después!
He tenido un ejercicio honesto, exitoso, independiente. Desde aquellos tiempos he crecido un montón y desarrollado mis empresas periodísticas con éxito; he sido embajador en tres de los principales destinos diplomáticos; mantengo diariamente una de las columnas periodísticas más leída del país… Y, lo más importante, siete hijos todos profesionales y también exitosos… ¡Ya puedo morirme!
¿Puede Bolivita decir lo mismo…?
Atentamente,
César Medina”.
HOY