Opinión

Condenas a Leonel y compañía

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Por Narciso Isa Conde (narsoisa@gmail.com)

Comenzaron los juicios populares a Leonel y a su corporación protegida por Danilo. El valor de los mismos dentro de esta primavera juvenil reside en que muestran  la enorme desconfianza popular en el sistema judicial derivado de la Constitución vigente y atado a una dictadura institucionalizada pintada de morado.

 Eso es válido para todos los poderes del Estado en fase de putrefacción.

  La sociedad se las ha ingeniado para crear tribunales y condenar simbólicamente a ladrones y estafadores impunes, con la dicha de que ya esas condenas simbólicas tienen más fuerza que la impunidad derivada de una legalidad falsificada

 En esos juicios populares en el parque La Lira, de Santo Domingo y en el parque Duarte, de San Francisco de Macorís,  repuntó la perspectiva de derrota de Leonel y sus “ladroneles”, la cual tiende a arrastrar a Danilo como autor del “paquetazo” encubridor y  garante de impunidad vía su procurador subalterno Domínguez Brito.

Solo que este es  el principio de un final posible y deseable, que exige salirle al paso  a cierto desvío expresado en el periodo poselectoral y que en el prólogo del juicio popular de La Lira  resurgió  de la mano del politólogo properredeísta Pedro Catrain, proponiendo  a los movimientos políticosociales en lucha aliarse al PRD y a otros partidos electorales para definir política.

 Eso es manipular una convocatoria atractiva,  dirigida a enjuiciar a Leonel y a su régimen. No es democrático montarse sobre ella para lanzar, desde arriba y sin posibilidad de debate, una idea que favorece la otra cara del régimen en descomposición y ayuda a Danilo y al PLD a  usar el “cuco” del PRD.

 La gente fue a reclamar cárcel para Leonel y compañía, y  a contribuir a derribar los obstáculos que este régimen interpone al anhelo de justicia. No fue a favorecer que se desnaturalice esta hermosa primavera de la democracia de calle.

 No se trata de impedir que alguien asista. Incluso es válido estimular a las bases y sectores disidentes de los partidos del sistema a que se indignen y participen.

 Pero cuidemos al movimiento emergente, con su diversidad e independencia, de los pactos de cúpulas con una u otra de las expresiones de la partidocracia corrompida y neoliberal, siempre carentes de sentido alternativo y de contenido transformador.

 Pongamos las miras en desarticular y superar la dictadura institucionalizada a través de una Constituyente Popular creada en el proceso de crecimiento de esta democracia de calle con la juventud al frente.

Artículo publicado originalmente en el periódico El Caribe

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