Cuál Renovación Partidaria?

Por José Cabral

En la República Dominicana todo descansa en la proyección de una percepción que dista mucho de la realidad.

El proceso que se vive en el Partido Revolucionario Dominicano (PRM) no implica la pretendida renovación que se promueve, ya que todo parece que terminará en unos acuerdos de aposentos que lesionan gravemente la democracia interna del partido en cuestión.

El apoyo del senador José Ignacio Paliza y de Carolina Mejia, el primero de la corriente de Luís Abinader y la segunda hija del ex-presidente Hipólito Mejía, nos dice que ahí o por lo menos para la escogencia del presidente y del secretario general del PRM no se parte de una posición democrática.

Porque la escogencia de los candidatos de los jefes del PRM no implica ninguna renovación, porque los apoyados por ambos aspirantes presidenciales no significa ningún cambio ideológico en el seno del principal partido de la oposición.

Paliza y Carolina responden a los mismos intereses de los patrocinadores de sus candidaturas a lo interno del PRM, y sólo se podría asegurar que habrá cambios de rostros, ambos biológicamente lo suficientemente jóvenes, pero muy viejos en lo que respecta a los intereses que representan.

Podría decirse que el cambio en el PRM será de rostros jóvenes por viejos, pero en lo que respecta a la democratización de ese partido deja mucho que desear.

En el país existe una corriente dentro de los partidos que piensa que la renovación y la demacratización de la política partidista sólo consiste en poner jóvenes al frente de los mismos, cuando el cambio debe incluir no sólo un rostro con pocos años y no marcado por las arrugas, sino personas que también estén comprometidos con la ética y con retornar las ideologías a las diferentes parcelas políticas del escenario nacional.

No basta cambiar jóvenes por viejos, biológicamente hablando, sino de buscar personas que aunque sean viejos por los años acumulados, sean jóvenes de pensamientos y de ideas, para así poder lograr el cambio que demanda la sociedad dominicana.

Un anciano de 90 años puede ser tan joven como un adolescente de quince si tiene las ideas y el pensamiento social y político capaz de acabar con los males que afectan a la sociedad dominicana.

Se debe estar seguro que así como puede haber viejos de avanzadas edades, pueden existir jóvenes tan atrasados y comprometidos con el pasado como el que más años tiene.

El nuevo liderazgo que se busca promover en los partidos está tan comprometido con el pasado y con las deudas del Estado con las grandes mayorías nacionales, que muy difícilmente puedan promover cambios profundos en las estructuras del Estado.

Con los dirigentes que se pretende imponer, la sociedad dominicana se queda anclada en el pasado, pese a que el cambio de rostro hace bien a los que tenemos que soportar las caras duras de muchos viejos robles comprometidos hasta los tuétanos con lo mal hecho.

No hay forma de analizar el fenómeno de otra forma, porque la conducta de la clase política nacional habla por si sola y en la misma han sido protagonistas viejos y jóvenes.