De portada
Cuando una nación tiene pobreza institucional todo el que tiene un fin ilegal se justifica con la persecución política.
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Por Elba García
La Constitución de la República Dominicana es muy clara en sus artículos desde el 18 hasta el 22 sobre la ciudadanía y el derecho de elegir y ser elegible, el cual constituye un derecho fundamental, pero pese a ello siempre hay quienes recurren al cliché de atribuir a razones políticas una decisión ajustada al derecho.
Desde hacía mucho tiempo en el ámbito político se hablaba de que el aspirante presidencial Ramfis Domínguez Trujillo no podía ser candidato a la presidencial porque no llanaba el requisito que establece la Carta Magna para todo el que ha nacido en el extranjero, pero que es hijo de dominicanos.
Pues la Junta Central Electoral acaba de negar o rechazar mediante la resolución 18-2020 la candidatura presidencial de Domínguez Trujjillo por no ajustarse a lo que establece la ley sustantiva de la nación, lo cual ha provocado que este aspirante haya presentado un recurso de amparo ante el Tribunal Superior Electoral.
Es definitivamente grave cuando una sociedad adolece de muy baja nivel de institucionalidad, porque por esa razón no bien se produjo la decisión de la JCE, surgieron una serie de teorías e interpretaciones de la Constitución en lo que respecta a este caso.
Ahora este aspirante presidencial alega que se trata de una decisión política, pero entonces habría que preguntarse sobre qué base se puede argumentar semejante cosa, cuando ha quedado demostrado que el país todavía tiene más trujillistas que gente que mal recuerda esa dictadura.
Además, aunque es cierto que su candidatura ha tenido un crecimiento relativo, un 6 o 8 por ciento en las encuestas, pero parece que él se ha creído el cuento de que en el 2020 puede ser presidente de la República.
Ramfis debe bajarse de esa nube, porque si bien es cierto que uno no sabe lo que pueda ocurrir en el futuro, máxime si se parte del hecho de que la dominicana es una sociedad en crisis y que en consecuencia cualquier cosa puede ocurrir por lo que pasa con los partidos políticos, pero por ahora no se vislumbra que éste pueda llegar al poder.
Ramfis Domínguez Trujillo es un pobre diablo que ha querido inventar con una candidatura presidencial agarrándose de cualquier lacra que aparezca en el escenario, como hizo con el Partido Democrata Institucional (PDI), pero sus reales posibilidades son muy remotas.
Más ahora que ha comenzado a sacar las garras en contra del pobre ordenamiento jurídico nacional, cuyo recurso de amparo busca meter gatos por liebres, ya que hasta pruebas en contrario su candidatura no satisface el mandato de la Constitución de la República.
Ramfis Domínguez que se deje de sofismas jurídicos y que proceda a renunciar de su ciudadanía estadounidense para que pueda ser candidato presidencial en la patria que su abuelo manejó como una finca personal y que dejó un legado de miles de muertos por disentir de la forma en que conducía los destinos nacionales.