¿De izquierda o socialista?

Por Víctor Víctor

Ser socialista, era ser de izquierda, hasta principios del siglo XX cuando se celebró la II Internacional. Para Lenin y otros líderes comunistas quienes permanecieron allí no eran ni socialistas ni de izquierda, pero insistían en auto-proclamarse como tal.

Ese fue el inicio de la gran confusión liderada por los paniaguados de la social-democracia, un ‘encate de maco y cacata’ que sólo convenció a la Europa de la post guerra.

Fue gente que pretendió barnizar con algunos tonos populistas su servilismo al imperio capitalista, y una costumbre que continúa en nuestros días.

Pero la historia para confundir la esencia de vocablos como socialista e izquierdista también tuvo aportes de los partidos comunistas de mediados del siglo XX.

Por cierta ingenua acción política creyeron avanzar y decidieron ‘penetrar en las instituciones creadas por el Gran Capital y partidos conservadores para sistematizar su cultura y práctica política’.

De ahí nace la generalizada y perversa creencia que las sociedades perfectas y democráticas son las que celebran elecciones; y hoy participan los auto-denominados izquierdistas, verdaderos comunistas, radicales de izquierda y hasta apoyan candidatos de extrema derecha, justificados en el equívoco histórico de guarecerse en las instituciones de la sociedad (creadas por la derecha…).

Creer en las instituciones de esta sociedad, por ejemplo, como la Policía Nacional, encargada del orden, es creer en las formas de protección de un sistema capitalista, derechista; o ¿alguna vez ha visto usted que hayan rociado gas pimienta a los ojos de un capitalista que organizó un paro porque su industria no acumulaba suficiente capital?

Pero de las incongruencias resultantes de esta confusión, por explicarla de alguna manera, no es extraño acusar de socialista o izquierda a un presidente aunque su prioridad no sea ser justo, que no castigue a quienes roban el dinero de los ciudadanos, que no tenga un plan para sacar de la pobreza a millones de congéneres, que no quiera vencer el analfabetismo y la insalubridad de los más desprotegidos.

Y la confusión continúa hasta nuestros días. El domingo, un auto-llamado movimiento de izquierda dedicó un acto a Chávez y reconoció ‘el buen gobierno’ del ex presidente Fernández. De un lado a otro, a casi 100 años de la II Internacional, entonces saqué mi guitarra y canté: “Que confusión…”