París.- La renovación este domingo de la mitad del Senado francés con el voto de «grandes electores» marcó una decepción para el campo del presidente, Emmanuel Macron, que vio recortada su representación, mientras que la derecha reforzó su hegemonía más incluso de lo esperado, y los socialistas aguantaron el tipo.
El partido de Macron, La República en Marcha (LRM, centristas), que había arrasado en las legislativas de junio pasado con una amplia mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, no consiguió siquiera repetir los 29 escaños que tenía en el Senado saliente, esencialmente socialistas que se habían pasado a las filas del presidente.
A falta de que se atribuyera un escaño, LRM únicamente tenía 23, lejos de los 45-50 que todavía esta semana anticipaba el presidente del grupo, François Patriat, y de los 60 que él mismo había anunciado públicamente en la primera parte del verano.
Ya se esperaba que la gran formación de la derecha, Los Republicanos (LR), fueran los ganadores de este escrutinio, en el que estaban convocados 76.359 «grandes electores», que en más del 95 % eran representantes de los ayuntamientos, pero no que aumentaran significativamente su peso.
El hecho es que sin que los resultados fueran totalmente definitivos, ya tenía asegurados 149, es decir cinco más que en la cámara alta saliente.
También salió reforzada la Unión Centrista, que pasó de 42 a 48 escaños, mientras que el Partido Socialista (PS) vio reducida su participación (de 86 a 68) pero mucho menos de lo que hubiera podido augurar el severo varapalo que sufrió esta primavera en las presidenciales (su candidato ni siquiera se calificó a la segunda vuelta) y en las legislativas.
El Frente Nacional no logró avanzar (lo hizo en votos, pero sin traducción en escaños), y repitió únicamente con dos senadores, al tiempo que el Partido Comunista (PCF) vio recortados sus representantes a la mitad (de 19 a 8, en principio), pero debería poder mantener su grupo parlamentario.
Todo eso tiene que ver, en primer lugar, con que estas elecciones tan particulares son -por la composición de los votantes- un reflejo casi exacto de las municipales de 2014, cuando LRM no existía, y cuando la derecha arrasó, al desbancar a los socialistas del poder en los ayuntamientos de las grandes ciudades.
Pero también -y eso no se había anticipado tanto- con la inquietud de los responsables municipales con algunas reformas y con algunas medidas anunciadas por Macron que les afectan directamente, como la eliminación progresiva para el 80 % de los contribuyentes de uno de los principales impuestos que perciben los ayuntamientos, la tasa de la vivienda.
El presidente saliente del Senado, Gérard Larcher (LR), que volverá a presentarse para un nuevo mandato, dijo que los grandes electores que votaron hoy «han mostrado su voluntad de que exista un contrapoder parlamentario», tras el escenario que salió de las legislativas de junio en que «todo el poder estaba concentrado» en la mayoría de Macron.
Amparándose también en la desconfianza de los ayuntamientos hacia el jefe del Estado, Larcher consideró que la nueva cámara alta «deberá ser garante del equilibrio de los territorios y del equilibrio de poderes».
A la vista del resultado final, queda lejos la ambición de Macron de engordar con su propio partido y con sus socios directos -los centristas y algunos socialistas afines- la lista de parlamentarios para contar con tres quintos del total (555 entre diputados y senadores) y poder llevar a cabo la reforma constitucional que tiene programada para el año próximo sin pasar por el referéndum.
Eso no impide, en cualquier caso, que el presidente busque apoyos para esa reforma de las instituciones en otros partidos, sobre todo si se materializa la constitución en Los Republicanos de un grupo de los que se hacen llamar «constructivos», es decir, susceptibles de apoyar puntualmente a Macron.