Opinión

Desafíos estructurales

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Por Miguel Ceara-Hatton

Hay que hacer de la equidad un eje de las políticas públicas

Primero la institucionalidad. La debilidad de las instituciones es la principal causa de la disminución de la calidad de vida, pérdida de competitividad e ineficiencia del aparato productivo. La respuesta está en la voluntad política de organizar e institucionalizar el país sobre la base de los derechos ciudadanos.

Segundo es la desigualdad y la exclusión. La dinámica económica se ha caracterizado por registrar simultáneamente crecimiento económico y desigualdad social y territorial. Es una lógica perversa. Esto es el resultado de un proceso de largo plazo causado por un bajo salario real, un pírrico gasto público social y bajos niveles de integración del aparato productivo. Una consecuencia de la desigualdad es la violencia social y la inseguridad ciudadana. La repuesta es mejorar la productividad, reorientar el gasto público y hacer de la equidad un eje de las políticas públicas.

Tercero, es la necesidad de reestructurar los ingresos de divisas. El motor de la economía es la capacidad de generar divisas. En la última década el ritmo de crecimiento real de las exportaciones de bienes y servicios ha disminuido. Ello ha conducido a un déficit estructural en la balanza de pagos. Es decir, la entrada de capitales de largo plazo compensa cada vez menos el déficit corriente de divisas, provocando insostenibilidad y endeudamiento creciente. La respuesta es mejorar la competitividad sistémica y enfrentar problemas como el eléctrico.

Cuarto es la situación haitiana. Por un lado están los problemas ambientales de la isla, asociados a los niveles de pobreza de ambos países pero principalmente de Haití, a la presión demográfica y presión por los recursos. Otra vertiente tiene que ver con el flujo de inmigración haitiana hacia el país que se ha constituido en un factor importante para mantener los niveles de rentabilidad de la actividad económica en RD y ha generado una constante tensión entre el uso de la fuerza trabajo inmigrantes y los derechos ciudadanos de esas personas.

Las respuestas a la primera escapa a las posibilidades de RD, simplemente baste decir que  el esfuerzo que debe hacer Haití para alcanzar los indicadores de desarrollo humano de RD hoy, es mayor que el esfuerzo de RD para alcanzar los niveles de desarrollo humano de EEUU hoy. El segundo problema se reduce a un dilema simple: si se quiere haitianos para trabajar hay que darles los derechos que les corresponde y si no se está dispuesto a reconocerles los derechos, entonces no se le puede buscar para trabajar. Lo que no se puede hacer es seguir en la ambivalencia actual de usarlos para trabajar pero no darles los derechos que les corresponde.

Los desafíos son muchos, igual los tuvimos en el pasado y poco a poco se fueron sorteando, ahora no tiene por qué ser diferente.

Artículo publicado originalmente en el periódico HOY.

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