La mejor definición de lo acontecido en el Capitolio en Washington fue lo dicho por el expresidente de Estados Unidos, George W. Busch, de que la agresión al edificio del Congreso era propia de una república bananera.
Y no ha sido menos de ahí, porque las escenas que se observaron durante la protesta de los seguidores de Trump recreaban la conducta de los países más atrasados del mundo.
Este periódico ha advertido desde hace mucho tiempo que la era Trump retrocedió a ese país a cientos de años atrás, ya que es una forma de gobernar de los países con regímenes dictatoriales.
Sin embargo, el perfil que más se acerca a la conducta de Donald Trump es aquella que encaja en un problema mental, clínico, porque la irracionalidad es de tal nivel que no parece haber otra deducción.
El asunto es tan grave en los Estados Unidos que hasta las visas que se otorgan en los consulados norteamericanos de todo el mundo es a partir de la posición que se exhiba frente a la problemática mundial.
Es decir, que hasta la entrada a los Estados Unidos luego de la llegada de Donald Trump al poder está determinada por una verdadera persecución política, racista y represiva en contra de determinadas sociedades.
Es una verdadera aberración de las democracias que predominan en tiempos de civilización, cuya tolerancia está revestida de un gran respeto por la diversidad y la pluralidad.
Pero hay que necesariamente repetir que los cientistas sociales tienen que redefinir y reevaluar los estudios en lo referente a la sociología política en torno a la sociedad norteamericana, porque el hecho de que Donald Trump prácticamente se haya tragado o se haya burlado de la institucionalidad, no tiene una explicación lógica, sobre todo cuando hay mecanismos legales para haberlo expulsado del poder y esto no se ha hecho.
Las encuestas y las valoraciones de Trump envían el mensaje de que muchos norteamericanos parece no haberse dado cuenta de que su democracia está seriamente amenazada, no porque en este proceso se perjudique al Partido Demócrata, sino porque una conducta y posición muy atrasada tomó el control del Estado y lo ha puesto al servicio de la ilegalidad, la inmoralidad y la violencia.
Donald Trump es lo peor que la ha pasado a los Estados Unidos y en tal virtud una buena recuperación de esa sociedad herida de muerte es sólo a través de un enjuiciamiento legal del saliente presidente de la mayor potencia del mundo.
La ignorancia tiene dos extremos, uno que la hace muy temerosa y otra que la lleva a ser muy audaz, pero cualquiera de las dos es muy peligrosa para una sociedad civilizada y Donald Trump es un fiel exponente de ella.