La opinión de consenso es que estas amenazas son “lo mismo de siempre”, en cuanto a que suponen una continuidad de la retórica belicista usada ya en el pasado por el régimen norcoreano, pero analistas y Gobierno también coinciden en que esta vez el tono y el nivel de tensión es más preocupante.
“Nos tomamos en serio estas amenazas y permanecemos en estrecho contacto con nuestros aliados de Corea del Sur”, dijo hoy en un comunicado la portavoz del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, Caitlin Hayden, después de que Corea del Norte se declarara en “estado de guerra” con su vecino del sur.
Corea del Norte también declaró “finalizado” el “estado de la península coreana en el que no hay paz ni guerra”, en referencia a la situación entre Norte y Sur desde la Guerra de Corea (1950-1953), concluida con un armisticio que, al no haber sido reemplazado por un tratado de paz, sitúa a ambos lados como enemigos técnicos.
Pese a recordar que Corea del Norte tiene “un largo historial de retórica belicista”, Hayden destacó que EE.UU. está “totalmente preparado” para defenderse en caso de ataque y que tomará “medidas adicionales” como “incrementar los interceptores terrestres y radares” en su territorio.
Esta semana, el Gobierno estadounidense ya dio un paso sin precedentes ante la escalada de las tensiones con el envío de dos bombarderos B-2 a las maniobras militares conjuntas que realiza anualmente con Corea del Sur.
Christopher Hill, exembajador en Seúl y exjefe negociador de EE.UU. con Corea del Norte, explicó a The Washington Post que cree que el líder norcoreano, Kim Jong-un, “no ha conectado realmente con su pueblo” y por eso estas nuevas amenazas pueden haber surgido de la necesidad de “demostrar que es un tipo duro”.
Aunque están destinadas a tener un efecto doméstico, “el tono y las amenazas son particularmente preocupantes”, indicó Jonathan Pollack, experto en Asia, en un foro sobre Corea del Norte organizado por el instituto Brookings.
A juicio de Pollack, es necesario “un esfuerzo mucho más decidido” de Estados Unidos y Corea del Sur para aliarse con China en la tarea de hacer frente a Corea del Norte en caso de que la situación se complique aún más.
“Tenemos que medir muy cuidadosamente nuestras respuestas”, advirtió hoy Joseph Cirincione, experto en temas nucleares, en declaraciones a la cadena CNN.
Mientras, el director del Centro de Estudios sobre el Noreste Asiático, Richard Bush, pronosticó en el foro de Brookings que si las tensiones se agravan podría producirse un ataque del régimen norcoreano en la zona de distensión entre las dos Coreas o contra alguna de las islas surcoreanas, como ocurrió en 2010.
Según un análisis de The New York Times, lo que más preocupa al Gobierno de Barack Obama es una acción “no anunciada” previamente por Kim, como los recientes ataques cibernéticos en el sistema bancario de Corea del Sur o el hundimiento de un buque de guerra surcoreano en marzo de 2010, que causó la muerte de 46 marinos.
La personalidad del joven Kim, que asumió las riendas del país en diciembre de 2011 tras la muerte de su padre, Kim Jong-il, sigue siendo un enigma, lo que hace más difícil todavía pronosticar cuáles serán sus siguientes pasos.
La “intensidad” de las amenazas actuales puede estar determinada porque Kim “es más guerrero” que su padre, argumentó Bush.
El joven líder se parece a su abuelo y fundador del régimen comunista norcoreano, Kim Il-sung, según Pollack, que advierte de su cercanía a la cúpula militar del país.
Este nuevo capítulo de tensiones con Corea del Norte comenzó el pasado 7 de marzo, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU impuso nuevas sanciones a ese país por la prueba nuclear realizada en febrero. (EFE)