Editorial
El 27 de febrero es un día para celebrar por todo lo alto.
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Es una fecha ideal para que también proclamemos a todo pulmón viva la democracia, pero una democracia en la que se pueda desterrar la corrupción y todos los vicios que ha procreado el sistema de partidos y las demás lacras del llamado aparato institucional.
Esa verdad debe ser dicha con mucha fuerza, pero sin violencia para que nuestros hijos y nietos entiendan que debemos mejorar la mala democracia que tenemos, pero sin ofender de muy mala manera, podría decirse sin violencia, a los malos dominicanos y extranjeros que se aprovechan del estado de cosas que prevalece en el país.
Y no hay mejor día que el 27 de febrero para decirle al mundo con letras a ritmo de música que nos permitan dejar claro que con sonrisa y alegría queremos paz y bienestar general, podría agregarse hasta una gran bonanza nacional, porque tenemos las condiciones para ello.
Eso sí hay que dejar claro que no vamos a tolerar todo lo que pueda poner en peligro el legado dejado por prohombres como Juan Bosch y otros nobles dominicanos que dieron sus vidas por una República Dominicana mejor.
Que a nadie se le ocurra pensar que nuestros pregones por la paz y la vida en democracia significa que carecemos del corajo para poner a cualquiera anti-dominicano en el puesto que se merece, no importa el método a utilizar.
Hay bastantes ejemplos de que el dominicano no tolera atropellos de nadie, absolutamente de nadie, porque cuando viene la provocación entonces respondemos con el arma que demanda la circunstancia.
Sin embargo, por el momento se debe observar el orden, la planificación y el derrame del amor que siente nuestra gente por su patria que está representada por cada pedacito de la tierra de Duarte, Sánchez y Mella.
El trabucazo 2020 retumbará en lo más recóndito del territorio nacional para que se quede para siempre que gozamos y bailamos a ritmo de merengue y bachata, pero que cuando la patria está en peligro nos plantamos en veinte para decir basta ya, hasta aquí llegó lo mal hecho.
El Trabucazo 2020, un legado de música, mejor decir de buena música, arropada de grandes bríos democráticos.
No tenga la menor duda de que así es.