El coronavirus no sólo amenaza la economía y la democracia de la República Dominicana, sino también la vida.

Por Elba García

El coronavirus ha llegado a la República Dominicana no sólo para golpear casi de muerte el turismo, renglón más importante de la economía, quitarle la vida no se sabe a cuánta gente, sino también para dejar agonizante la democracia en un momento de serios cuestionamientos a este sistema político.

La suspensión de las elecciones municipales del pasado 16 de febrero fue una razón más que suficiente para que se diseminara por todo el territorio nacional una serie de protestas en contra de los que muchos consideran una forma de negarle el derecho a elegir y ser elegible en virtud de lo consignado en la Constitución de la República.

Las protestas, que fueron diversas y distintas, cobraron mayor fuerza cuando los jóvenes decidieron tomar la Plaza de la Bandera, localizada frente a la Junta Central Electoral y desde allí reclamar que se diera una explicación de lo ocurrido con la suspensión de las elecciones municipales.

Sin embargo, a pesar de que aún no se ha podido determinar la causa de la alteración del sistema informático de la JCE para impedir la celebración de las elecciones municipales, la protesta de los jóvenes constituyó un gran foco de presión para que en una próxima contienda electoral las cosas se hicieran y tuvieran un resultado diferente.

Pero el pasado 15 de marzo se repitieron las suspendidas o anuladas elecciones municipales y  han arrojado unos resultados que dejan mucho que desear en términos de su legitimidad, ya que sólo algo más de un 35 por ciento de los votantes participó en las mismas.

La baja votación ha sido atribuida a la tradición de que son pocas las personas que les dan importancia a las elecciones municipales, pero otros  consideran que la situación es el resultado del impacto y el pánico creado por el coronavirus.

Cualquiera que sea la causa nadie puede subestimar ni quitarle valor a una votación que se producen días después de grandes protestas nacionales por habersele negado a la gente su derecho al sufragio, lo cual se constituye en lo que muchos llamaron la muerte definitiva del sistema democrático en el país.

La crisis creada desmontó la creencia en la comunidad internacional de que la República Dominicana cuenta con una democracia sólida y consolidada, pero la situación parece haberse complicado con la llegada con toda su fuerza del COVID 19, el cual ya ha quitado miles de vidas en China y en Italia.

Esta pandemia amenaza con acabar y arruinar el frágil sistema democrático dominicano, porque si las cosas siguen como van será muy difícil que se celebren las elecciones generales para escoger un nuevo presidente y vicepresidente de la República, así como diputados y senadores que son los que forman el Congreso Nacional, el poder más importante del Estado.

Los comicios están programados para el próximo 17 de mayo, pero el país por el camino que va  en medio de serias dificultades como consecuencia del aumento exponencial del ataque del coronavirus, cuya cantidad de afectados ya llega a 72, pero que en las próximas horas podría aumentar esa cifra, se ven amenazados por una enfermedad que todavía no se puede medir su alcance en el territorio nacional.

Como parte de las medidas tomadas por el Gobierno por el aumento exponencial del impacto de coronavirus está haber decretado un toque de queda y haber cerrado las fronteras nacionales, incluidos los puertos y aeropuertos y haber dispuesto una cuarentena  por unos 25 días, pero nadie cree que la situación pueda ser superada en ese período de tiempo, lo cual podría provocar una suspensión de las elecciones generales.

Una suspensión o posposición de las elecciones de mayo de este año 2020 crearía serias dificultades en virtud de que tal vez habría que programarlas para una fecha que podría implicar una extensión de la fecha de entrega de la administración nacional a quien salga triunfante en esos comicios, lo que trastornaría severamente la democracia por las consecuencias que se derivan de una situación de ese tipo.

Lo cierto es que cualquier cosa que pueda ocurrir, la llegada al país del coronavirus se constituye en una razón más que suficiente para impactar negativamente a la democracia, no solo en lo que respecta a elegir y ser elegible, derecho fundamental consignado en la Constitución de la República, sino también en lo referente a la disposición de recursos para la inversión social que requieren los diferentes sectores de la vida nacional.