Desde hace muchos años se ha planteado que con la corrupción administrativa que se ha producido en la República Dominicana se pueden construir varias republicas dominicanas con mejores estándares de vida del que tiene el país actualmente.
Y ciertamente es así.
Pero, lo que más sorprende es que si la República Dominicana es signataria de una serie de convenciones y acuerdos internacionales en el contexto del derecho público y en los que se ha consignado que el crimen de la corrupción no perime, por qué en el país ha sido tan difícil sentar jurisprudencias en esta materia?
Qué de especial tiene la República Dominicana para que sea tan difícil sentar precedentes en términos de condenas en contra de los corruptos?
Una pregunta que se queda sin respuesta, ya que incluso los intentos serios que ha habido para por lo menos a nivel de determinadas instancias acabar con el flagelo de la corrupción, por qué entonces surge la inquietud de cuál es la razón de que esos esfuerzos terminen diluyéndose y convirtiéndose en un mal ejemplo para los que no quieren acogerse al mandato de la ley en esta materia.
Pero habría que preguntarse también por qué en Perú y El Salvador, entre otros países latinoamericanos, es posible juzgar a presidentes y expresidentes comprometidos con la corrupción y en la República Dominicana resulta tan difícil cuando el derecho público internacional es transversal a todos los países y va a la par o es de igual aplicación en todas las naciones, porque la que no es signataria de las convenciones y los tratados, se supone que en algún momento lo será.
De manera, que en lo que respecta al derecho público internacional se produce un desarrollo disparejo entre naciones con problemas por lo menos similares, donde impera la impunidad, aunque en los textos los crímenes y los delitos sean castigados por las normas jurídicas.
En los países del llamado tercer mundo es donde más se impone que se respeten las leyes aparte de sus constituciones y las convenciones y los tratados internacionales, porque esos preceptos del derecho internacional se constituyen en una garantía para combatir un flagelo que lleva más subdesarrollo y atraso a las naciones de la llamada América Morena.
Lo lamentable de todo esto es que los niveles de la corrupción administrativa en la República Dominicana, podría decirse, que son desproporcionados, si es que se admitiera que este mal es consustancial a la existencia de la nación.
Pero, siempre habrá que preguntarse, por qué en El Perú y en El Salvador se mete preso a un presidente, mientras en la República Dominicana esa es una acción prohibida social y políticamente?
La respuesta no parece fácil, aunque las cantidades involucradas en los robos en contra del Estado en estas naciones son prácticamente insignificantes con los montos que se sustraen del patrimonio público de la República Dominicana.
Pero, aun así, si se pondera la doble moral de los actores de la vida política y pública de la nación, la sorpresa será mucho mayor.