De portada
Discurso presidencial fue un instrumento de proyección política, pero no un plan coherente y consistente.
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Por Elba García
Con un discurso adornado con un público compuesto de funcionarios y dirigentes del Partido del Partido Revolucionario Moderno (PRM), Luis Abinader, buscó destacar lo bueno de su Gobierno, crear muchos sueños y anunciar una serie de obras altamente costosas en medio de serias dificultades económicas como resultado del endeudamiento público fruto, en parte, de la pandemia del Covid-19, cuyos apasionados aplausos parecían como un ensayo muy bien montado para proyectar por la televisión una coherencia que regularmente no se ve en su administración.
Los aplausos fueron definitivamente tan estruendosos que dieron la impresión que fue lo mejor montado, porque muchas de sus promesas de construcción de obras que todavía falta ver si son realmente posibles, podrían implicar un mayor alcance de los impuestos que paga la sociedad dominicana o del nivel de endeudamiento.
La parafernalia que ha implicado el montaje del discurso del presidente Abinader y los demás actos y campañas publicitarias de los funcionarios resulta una especie de desmentido de la supuesta política de austeridad anunciada hace algunos días por el jefe de Estado.
Lo ocurrido durante la celebración del primer año del gobierno con altas inversiones publicitarias para promover lo que no se ha hecho, se inscribe en la incoherencia mostrada por las autoridades, que dicen una cosa en sus discursos, pero que en realidad ejecutan otras en contraposición al anuncio de hace algunos días de la puesta en práctica de un plan de austeridad nacional.
Sin embargo, el tema de los cambios institucionales con la modificación constitucional luce interesante y muy posible y porque para lograrlo no se requiere de una alta inversión económica, aunque si de voluntad política, la cual parece tener el presidente, ya que el jefe de Estado cuenta con el control del Congreso Nacional para ese propósito.
El país necesita modificar la Constitución de la República para que, por ejemplo, establecer legalmente la independencia del Ministerio Público, ya que falta que este órgano tenga esa condición de derecho, no sólo de hecho, porque todavía la designación de su principal autoridad, el procurador general de la República, depende del Poder Ejecutivo, lo que lo hace vulnerable a la influencia de los partidos políticos y de otros sectores contaminados con la corrupción.
Hay muchas más reformas anunciadas por el presidente Abinader, como la del suministro del agua, el del sistema energético, el del transporte y otros tantos que el presidente contempla ejecutar en un tiempo relativamente corto, lo cual no parece ser tan fácil