Periodismo Interpretativo
El futuro reinado del plástico
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Esa sería una herida profunda en la estética del viento.
Hasta el aire se resentirá de agresión a su presencia de toda la vida.
Lo extraño es que todavía no se les vea infestando el cielo cuando los ríos, antes espejos del reino de los ensueños, las fuentes jubilosas y las orillas de los mares cautivantes, están en eso.
Hasta la mitad de las chichiguas que usan los niños resultan ser del invasivo elemento.
SU SECRETO
El éxito del plástico consiste en parecer inofensivo.
Todo lo que contiene de instrumento “apocalíptico” será demostrado líneas abajo y demolida su versatilidad.
Podríamos tener primaveras con vuelos de polímeros alucinantes.
De un modo tan sistemático como sostenido, el hombre está construyendo el oscuro lecho de un destino sin regreso.
Con la naturalidad con que un familiar o un amigo al que acogemos sin reservas nos dejan, sin explicación, en la calle del medio, el plástico excesivo invade todos los espacios del tiempo.
Esta materia derivada del petróleo esteriliza terrenos, se hace fuerte en territorios antes intocados, ofrece una resistencia implacable contra cualquier intento de hacerla decrecer y ya parece inerradicable.
Vino para quedarse.
LA FUNDITA DE PAPEL
Esa funda de papel amarillo becerra en que nos envolvían cualquier cosa en la pulpería ya ni siquiera se añora, lo cual es grave.
Los acantilados, las acequias, las fuentes, los puentes, fundas, carrocerías, piezas de juguete.
Piezas de motores, maletas, sillas de sentarse, muchas de ellas dudosas y capaces de hacer pasar una vergüenza a cualquiera, hasta las bellas madrugadas del reposo, las rige el plástico.
Lo inventó un tal Leo Hendrick Baeckeland y para hacer honor a su apellido le colocó el nombre de “baquelita”. Sucedió en 1909.
Algunas de las características del plástico son su moldeabilidad y flexibilidad.
Esas condiciones lo tornan ideal en múltiples aplicaciones desde la hélice del motor de un vehículo hasta una sencilla e inofensiva pelotita.
Por vía de la polimerización o multiplicación artificial de las cadenas moleculares de compuestos orgánicos derivados del petróleo y otras sustancias naturales tenemos un elemento flexible, resistente y tan duradero como 500 años, los cuales necesita para degradarse.
Admite su reciclamiento, admite que se abuse de su uso, que se le contraiga, extienda, desgarre, pinte y se bote como desecho.
Pero no acepta ser eliminado.
Entonces se le tiene como cosa infinitamente útil y que puede hacerse omnipresente.
CASI NO HAY
Casi no hay lugar en el planeta que no lo ostente por lo que declararle la guerra parece más insensato que realizable.
Y sin embargo, hay que irlo combatiendo como se debe porque presenta un panorama de ahogamiento de todo lo noble que ha construido la naturaleza sobre el suelo en millones de años desde humos hasta la forma ideal de conservación de las semillas de los árboles, resistente incluso al fuego.
Su primera víctima es tu territorio donde se lanza, Atila, el Huno, que se jactaba de no permitir que creciera la hierba por donde pasaba su caballo, le queda chiquitico.
UNO DE ELLOS
Uno de los graves problemas, los más serios de todos que presenta es el cómo deshacerse de los escombros que de él se derivan.
Por aquí no se ha aprendido, salvo el de la fácil victoria de lanzarlo al río, a la cañada, al callejón sin salida, a los vertederos infestados.
Un planeta plastificado hasta el silencio inmemorial no se había imaginado ni en las peores condiciones de irracionalidad humana.
Hay que salvar al planeta del plástico, no de la plasticidad.
Hay que hacer conciencia de esa y otras realidades como la de la guerra.
Hay que rechazar al plástico por su perdurabilidad, por su calor excesivo, por sus secuelas.
Lo plástico no es todo el mal que tenemos.
Pero no es uno de los más inofensivos.
Es claro que la gente seguirá usando su material como si nada hubiera pasado.
Pero véase el caso del cigarrillo.
Todo comenzó por una tímida campaña y vea por dónde va.
Millones han dejado ya de fumar. Sólo después de millones de muertos por efectos del cáncer.
Ya no hay casi nada que no se rija por esa presencia útil y terrible.
Momentos llegarán en que no habrá qué hacer con su monumental presencia.
¿Nos hundiremos en él?