Floribeth Mora y su familia en la conferencia de prensa de ayer.
La Iglesia católica presentó ayer oficialmente la desaparición del aneurisma cerebral de una mujer costarricense por intercesión de Juan Pablo II como el milagro que llevará a los altares al difunto papa.
San José, Costa Rica. La milagrosa desaparición del aneurisma cerebral de una costarricense por intercesión de Juan Pablo II fue presentada ayer por la Iglesia católica.Este es el milagro que llevará a los altares al difunto papa. La Iglesia presentó a Floribeth Mora y su médico a la prensa después que el papa Francisco aprobó el milagro necesario para elevar a Juan Pablo II a los altares.
Ahora solo falta el “consistorio público” en el que el papa Francisco comunique la fecha de canonización de Juan Pablo II, ceremonia en la cual Mora será la encargada de llevar alguna de sus reliquias. En compañía de su esposo, sus médicos y autoridades de la Iglesia católica costarricense, Mora rompió ayer el silencio para relatar, con lágrimas corriéndole por las mejillas, cómo pasó de estar al borde de la muerte a ser una mujer perfectamente sana.
El 8 de abril del 2011, esta mujer de 50 años, vecina de un barrio de clase media en Dulce Nombre de Tres Ríos, 20 kilómetros al noreste de San José, despertó con un fuerte dolor de cabeza, que la llevó hasta el hospital Max Peralta de la ciudad de Cartago, donde se le diagnosticó inicialmente una “migraña severa”.
Pero el dolor persistió y tres días después, Floribeth regresó al hospital, donde tras varios análisis, le fue diagnosticado un aneurisma en el lado derecho del cerebro, que según el neurólogo que atendió el caso, Alejandro Vargas, presentaba una hemorragia.
El 14 de abril de ese año, se le practicó una artereografía y un cateterismo, pero los médicos no pudieron frenar la hemorragia porque la zona afectada está en un lugar inaccesible.
Vargas mostró las fotografías de los exámenes a varios colegas de América Latina y España, quienes no recomendaron una intervención quirúrgica en este caso. El riesgo era morir o quedar con un déficit neurológico importante.
Tras este diagnóstico, le recetaron sedantes y analgésicos y la enviaron a su casa.
“Regresé a casa con el horror que tenia de morir”, recordó Mora. “Ver a mis hijos donde pasaban viéndome, con sus pies metidos a un lado de mi cama, ver a mi esposo que se hacía fuerte, cuando tomaba mi mano y me persignaba todas las noches, fue muy doloroso”.
Días después, y pese al dolor, Floribeth insistió en asistir a una procesión en la parroquia de Tres Ríos, donde recuerda haber recibido la primera señal de que sería sanada, tras recibir la bendición del sacerdote.
La familia decidió entonces confeccionar un altar con la fotografía de Juan Pablo II en las afueras de la casa.
“Yo sólo pude contestar: sí, me voy a levantar”
El 1 de mayo de 2011, Floribeth insistía en estar despierta para ver por televisión la beatificación del difunto papa. En su cama y mirando la imagen de Juan Pablo II, Mora aseguró haber tenido una experiencia que la marcaría. “Contemplé la fotografía del Santo Padre con los brazos extendidos y fijé mis ojos en él. En ese momento oí como una voz que me decía: ‘Levántate, no tengas miedo’, y yo solo pude contestar: ‘sí, me voy a levantar’.
El Caribe