Por Nelson Encarnación
El hospital Padre Billini es uno de esos establecimientos que más que edificación es una institución íntimamente ligada a la historia de la ciudad de Santo Domingo y de toda la República Dominicana.
Su historia se remonta a 1552—hablamos de al menos 470 años—si lo conectamos con el Hospital Real de San Andrés, obra que, según las reseñas, fue gestionada por Francisco de Molina cuando su casa fue desbordada por pacientes que procuraban las atenciones que, muy precariamente, él proporcionaba.
Recurro a lo que se conoce del origen del centro, pues se le atribuye al virrey Andrés Hurtado de Mendoza haberse constituido en el benefactor del entonces rudimentario espacio sanitario que, pasados los años—y los siglos—vendría a ser uno de los centros de salud más emblemáticos de nuestro país.
Si hablamos de años recientes, el Padre Billini fue, por diversas razones, el principal proveedor de atenciones a los heridos y lesionados resultantes de los enfrentamientos durante la guerra civil y la posterior grosera intervención de tropas de los Estados Unidos, en 1965.
Pero no solo esas referencias—que de por sí son elocuentes—sitúan ese hospital en el punto máximo, sino que generaciones de capitaleños y llegados de otras partes del país lo han tenido como el centro asistencial al que cualquier enfermo quería ser llevado, consciente de las elevadas atenciones médicas que recibiría.
Por distintos motivos el Padre Billini entró en un deterioro progresivo, que se agravó hace cuatro años a raíz de que un socavón afectara su estructura y lo dejara en condiciones inseguras para las personas, por lo que fue necesaria su intervención.
El emblemático hospital, que honra a su fundador en la etapa temprana de lo que vendría a ser después—nos referimos al presbítero Francisco Xavier Billini, uno de los sacerdotes más preocupados por enfermos y menesterosos—, ha sido puesto nuevamente en operación luego de un arduo trabajo de remodelación.
En el histórico establecimiento de salud, ahora hospital docente, el Estado ha debido invertir más de RD$2,200 millones en su remodelación, esfuerzo que concluyó finalmente con la entrega hace una semana por el presidente Luis Abinader.
Hay que señalar que, desde el principio, el Colegio Médico Dominicano y gremios de enfermería venían reclamando la agilización de estos trabajos, dado el impacto negativo del cierre en un momento en que otros hospitales de la capital habían sido también intervenidos con poca racionalidad.
Un dato a resaltar, asimismo, es la rapidez y eficacia del ministro de Vivienda y Edificaciones, Carlos Bonilla Sánchez, un proceso que se espera repita en otros centros intervenidos, para devolver a miles de personas las debidas atenciones.
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