De portada
El Ministerio de Educación es un nido de la más profunda vocación y cultura de corrupción del país.
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El Ministerio de Educación de la República Dominicana, más que un instrumento para mejorar el sistema educativo nacional, ha sido una vía para enriquecer a mucha gente mediante una serie de mecanismos creados para engañar al Estado y a la sociedad.
En los actuales momentos se habla de una inversión en equipos de computadoras y de pagos a canales de televisión para transmitir la docencia en este tiempo de pandemia, cuyas erogaciones han hecho estar en la palestra pública una serie de escándalos, principalmente, provenientes de los oferentes de ese órgano que denuncian irregularidades y violaciones de la Ley de Compras y contrataciones.
Los detalles sobre las operaciones de esa empresa deja claro que en el Gobierno de Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno (PRM) se trilla el mismo camino de los partidos que han utilizado el Estado para que personas muy específicas se enriquezcan de una forma muy peculiar.
La pequeña empresa señalada sólo tuvo un ingreso durante un año de 100 mil pesos, lo cual indica que no tiene el nivel para que se le entregue una contrata del Estado de 450 millones de pesos, cuyo avance parece también haber sido muy significativo sin que exista la seguridad de que pueda cumplir su compromiso.
El ministro de Educación, Roberto Fulcar, es un personaje muy extraño, porque luego de que su partido llegara al poder prácticamente no tiene presencia pública, ni siquiera al lado del presidente Luis Abinader, porque ya logró su principal meta que era llegar al puesto que hoy ocupa.
Hay una versión generalizada de que este funcionario es tal vez de los hombres que ha exhibido un comportamiento que no pone en duda la falta de lealtad y de cumplir con la palabra empeñada de los perredemístas, pese a que él fue una figura que se paseaba por todos los medios de comunicación del país como jefe de campaña del hoy presidente.
Los escándalos en que está envuelto el ministro de Educación no han recibido mucha difusión por razones que parecen obedecer a la forma como ha manejado durante la pandemia los recursos que llegan a esa cartera como resultado de los esfuerzos del pueblo dominicano.
No son pocos los sectores de la vida nacional que nunca han visto diferencia entre la conducta de los perremeístas y los peledeístas, así como con los demás partidos que se mueven en el escenario nacional, cuya única frontera ha sido creada por el empoderamiento ciudadano, la cual se expresa, principalmente, a través de las redes sociales.