El Gobierno anuncio con bombos y platillos el aumento dispuesto por el Comité Nacional de Salarios entre los trabajadores de una parte del sector privado.
La disposición trajo consigo una reclasificación entre lo que es una empresa grande y una micro, lo cual se interpreta que la misma busca liberar de aumentos reales los salarios de los trabajadores de las que están ubicadas en la macroeconomía.
La realidad es que con la nueva clasificación las grandes pueden entrar como micros, ya que regularmente no se reportan todas las ventas que se producen en las empresas, lo cual es una práctica muy tradicional cuando de evasión fiscal se trata.
Llama a la atención que las medianas tengan los mismos requerimientos que las grandes, porque qué empresa mediana tiene ingreso hasta de 202 millones de pesos al año, lo cual deja claro que se abre un gran margen para que se evada el aumento.
En esto del aumento salarial parece ocurrir lo que siempre pasa en el país de que se incurre en un engaño que al final de la jornada se convierte en una agresión a la economía de los que menos tienen y en contra también de los que más tienen también por su desatino y falta de visión.
El aumento salarial da pie a que tome fuerza el alegato de amplios sectores de la vida nacional que le atribuyen al Gobierno de Luis Abinader estar entregado al sector empresarial.
En esa resolución del Comité Nacional de Salarios hay muchas cosas que no están lo suficientemente claras, porque, sobre todo, la reclasificación parece ser parte de un traje hecho a la medida de los intereses de los grandes empresarios.
Ahora resulta que con la reclasificación una empresa grande puede aparecer como micro o cuando menos como mediana, porque resulta que los requisitos para una de esta categoría es superior a la que antes tenían las que están colocadas en la macroeconomía.
Es una cuestión que no entiende nadie, absolutamente nadie, y traza una ruta de prácticamente la quiebra de la mayoría de las medianas, pequeñas y micros empresas nacionales, las cuales son el alma del aparato productivo nacional.
En este caso se presenta nueva vez un error del presidente Luis Abinader que parece ser un resultado de la improvisación que caracteriza a su Gobierno o de su entrega en cuerpo alma al gran empresariado nacional, ya que una cosa que debe destacarse y que genera mucha suspicacia ha sido la celeridad con que se aprobó la resolución.