El nombramiento el viernes pasado de Scaramucci, un financiero de Wall Street con un carácter arrollador y carismático pero sin experiencia en estrategias de comunicación, ya provocó la dimisión del portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer.
EFE
WASHINGTON. Las luchas de poder en la Casa Blanca de Donald Trump comenzaron el primer día de su Gobierno, pero el nuevo fichaje del mandatario, Anthony Scaramucci, ha sacado el armamento pesado con una serie de agresivos ataques que parecen divertir al presidente, amante de la competición entre sus leales.
En apenas seis días en el cargo, Scaramucci, el nuevo director de comunicación de la Casa Blanca, ha amenazado con despedir a todos aquellos que filtren información a la prensa y ha declarado la guerra al jefe de gabinete de Trump, Reince Priebus, de quien ha llegado a decir que es un “puto paranoico esquizofrénico”.
“Si Reince quiere explicar que no está filtrando información, que lo haga él”, dijo hoy Scaramucci a la cadena de televisión CNN.
Este miércoles por la tarde, poco después de que la revista Politico publicara una serie de datos financieros de Scaramucci que pueden obtenerse por canales oficiales y públicos, el nuevo director de comunicaciones de la Casa Blanca acusó a Priebus de filtrarlos.
“A la luz de la filtración de la información de mi formulario financiero, que es un delito grave, voy a contactar al FBI y el Departamento de Justicia”, escribió Scaramucci en un tuit en el que etiquetó a Priebus, cuya cuenta de Twitter es @Reince45.
Cuando los medios comenzaron a destacar que la información era pública y no podía haber sido filtrada, Scaramucci borró el tuit, pero no dio marcha atrás en sus ataques a Priebus, que ocupa el cargo más alto en la Casa Blanca fuera del gabinete y que en cualquier otra Administración sería su jefe.
El nombramiento el viernes pasado de Scaramucci, un financiero de Wall Street con un carácter arrollador y carismático pero sin experiencia en estrategias de comunicación, ya provocó la dimisión del portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, un protegido de Priebus que había trabajado con él en el Comité Nacional Republicano (RNC).
Scaramucci no ha ocultado su enemistad con la facción de la Casa Blanca formada por exfuncionarios del RNC, ligados a la disciplina tradicional del Partido Republicano y que a menudo ejercen de contrapeso al populismo del estratega jefe de Trump, Steve Bannon, y a la confianza desmedida del presidente en su yerno, Jared Kushner.
“Con el jefe de gabinete he tenido diferencias. Cuando dije (el viernes pasado) que éramos hermanos, es porque somos duros con el otro. Algunos hermanos son como Caín y Abel, otros hermanos pueden pelearse y luego llevarse bien”, afirmó hoy Scaramucci, citando un pasaje bíblico en el que uno de los hermanos asesina al otro.
“No sé si vamos a poder arreglar esto o no, es algo que dependerá del presidente”, añadió Scaramucci en declaraciones a CNN.
En una iracunda llamada telefónica este miércoles a Ryan Lizza, un periodista de la revista The New Yorker, Scaramucci fue más allá, al asegurar que Priebus “es un puto paranoico esquizofrénico”, y se metió también con otro alto funcionario, al decir: “No soy como Steve Bannon, no estoy tratando de chupármela a mí mismo”.
Tras salir a la luz esos insultos, Scaramucci admitió en un tuit que “a veces” usa “lenguaje colorido”, y que se “moderará” a partir de ahora.
El líder republicano en la Cámara de Representantes, Paul Ryan, salió hoy a defender a Priebus, dijo que “está haciendo un trabajo fantástico en la Casa Blanca”, y aconsejó a Scaramucci que se reúna con él para “resolver sus diferencias”.
Pero la nueva portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, no se mostró de acuerdo con esa sugerencia al ser preguntada al respecto.
“Al presidente le gusta la competición sana (dentro de su equipo), y considera que esto lo es”, afirmó Sanders durante su conferencia de prensa diaria.
“Esta es una Casa Blanca con muchas perspectivas diferentes. No siempre están de acuerdo (…) pero con ese tipo de competición, normalmente se consiguen los mejores resultados”, agregó Sanders.
Esa filosofía, extraída de la experiencia de Trump como empresario, ha alimentado una competitividad extrema en la Casa Blanca durante los seis primeros meses de Trump en el poder, y las constantes filtraciones sobre las intrigas en el ala oeste parecen ser un producto de las amargas luchas de poder en su interior.
Scaramucci ha declarado la guerra a esas mismas filtraciones, uno de los objetivos favoritos de Trump en sus tuits, y ha asegurado tener ya “una idea muy clara” de quiénes son los responsables.
El recién llegado parece tener, por el momento, a Trump de su lado, pero el presidente es voluble y a menudo “deja de apoyar a la gente que no es de su familia inmediata”, como demuestran sus críticas a su fiscal general, Jeff Sessions, recordó a Efe un experto en comunicación política en la Universidad de Michigan, Aaron Kall.
“Nadie sabe cuánto durará el apoyo de Trump a Scaramucci”, indicó Kall, quien dijo que, “al mismo tiempo, Reince Priebus y otros tipos cercanos al aparato republicano podrían ser muertos andantes”.
Lucía Leal