La mayoría de los países del mundo que han logrado colocarse en un sitial de crecimiento y desarrollo nacionales importantes ha sido sobre la base del respeto a la ética y del apego a ejes tan importantes como la educación.
Esta ha sido la clave para convertir en un ejemplo en esta materia a una serie de países, sobre todo de Asia y Europa, así como de América del Norte.
Entonces estos valores son de primer orden para una verdadera transformación nacional, lo cual, naturalmente, tiene que ser reforzado con otros de igual importancia en una sociedad como la dominicana.
Este periódico entiende que el país demanda de que amplios sectores de la vida nacional construyan herramientas para restablecer valores, como la lealtad, la solidaridad, la reciprocidad y la hermandad, porque ello representa una buena zapata para desarrollar ideas de trabajo colectivo y de defensa de la familia, de la sociedad y del Estado.
Esto no es tan fácil de entender con el tipo de educación que prevalece en el país, donde no importa la cantidad de dinero del producto interno bruto que se destine a este sector, ya que los resultados siempre serán los mismos.
Donde no interviene la ética y la moral muy difícilmente los resultados pueden ser buenos y necesariamente hay que tomar de ejemplo lo que ha ocurrido con el cuatro por ciento, cuyos mayores recursos han quedado en las garras de la corrupción administrativa.
Es tan grave el problema que son incontables las escuelas construidas con el cuatro por ciento, pero ninguna representa una garantía de que el país tendrá estudiantes que llenen las expectativas.
Es un problema de nunca acabar y ante esa realidad el trabajo es duro e intenso para los propósitos deseados, lo cual será mucho más difícil con los supuestos mecías que se convierten en candidatos a cargos electivos porque están confabulados a lo interno de la partidocracia o porque se suman a ella a través de la compra de una de esas organizaciones.
Es un asunto mucho más complejo de lo que cualquiera pueda creer, ya que no se trata de que se busquen soluciones puritanas, pero que si predominen las buenas ideas y que los actores de esos cambios estén dotados de una profunda espiritualidad y que estén convencidos de la transitoriedad de la vida.
Siempre este periódico ha creído de que en la vida hay dos grandes filas, la del banco para depositar o retirar dinero, de la cual usted puede salirse cuando le sea conveniente y una segunda que está asociada con la muerte, la cual la persona no puede abandonar aunque quiera, por lo que se impone darle más valor a la segunda porque es la única que lleva a que se piense en el legado más que en la mercancía llamada dinero, esta última fuente de discordia y de grandes divisiones familiares.
Se impone restablecer valores para el logro de una mejor sociedad, cuyo proceso no choca con los avances científicos y tecnológicos, pero si con las distorsiones que hoy constituyen grandes obstáculos para tener una autentica y racional armonía social, un mejor estado de derecho y una verdadera democracia.