«Los que fomentan el miedo hacia los inmigrantes, en ocasiones con fines políticos, en lugar de construir la paz, siembran violencia, discriminación racial y xenofobia, que son fuente de gran preocupación para todos aquellos que se toman en serio la protección de cada ser humano», escribe el pontífice.
En este mensaje de la Jornada de la Paz, que este año tiene el título de «Inmigrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz», Jorge Bergoglio advierte que «las migraciones globales seguirán marcando nuestro futuro».
Y añade que, «aunque algunos las consideran una amenaza», son «una oportunidad para construir un futuro de paz».
Francisco comienza su mensaje recordando a los más de 250 millones de inmigrantes que hay actualmente en el mundo, de los que 22,5 millones son refugiados.
Personas, señala, que «buscan un lugar donde vivir en paz» y para encontrarlo, «muchos de ellos están dispuestos a arriesgar sus vidas a través de un viaje que, en la mayoría de los casos, es largo y peligroso».
«Están dispuestos a soportar el cansancio y el sufrimiento, a afrontar las alambradas y los muros que se alzan para alejarlos de su destino», agrega.
Francisco recuerda a los gobernantes que «tienen una responsabilidad concreta con respecto a sus comunidades, a las que deben garantizar los derechos que les corresponden en justicia y un desarrollo armónico, para no ser como el constructor necio que hizo mal sus cálculos y no consiguió terminar la torre que había comenzado a construir».
Asimismo, lamenta que «en muchos países de destino se ha difundido ampliamente una retórica que enfatiza los riesgos para la seguridad nacional o el coste de la acogida de los que llegan».
Una actitud que «desprecia la dignidad humana que se les ha de reconocer a todos, en cuanto que son hijos e hijas de Dios», añade.
Para el papa, los inmigrantes «no llegan con las manos vacías» a los países que los reciben sino que «traen consigo la riqueza de su valentía, su capacidad, sus energías y sus aspiraciones, y por supuesto los tesoros de su propia cultura, enriqueciendo así la vida de las naciones que los acogen».
Francisco subraya que es necesario «acoger, proteger, promover e integrar» para «transformar en talleres de paz nuestras ciudades, a menudo divididas y polarizadas por conflictos que están relacionados precisamente con la presencia de inmigrantes y refugiados».
En cuando a «acoger», destaca «la exigencia de ampliar las posibilidades de entrada legal, no expulsar a los desplazados y a los inmigrantes a lugares donde les espera la persecución y la violencia».
Dice que «proteger» es un «deber» ante los que «huyen de un peligro real en busca de asilo y seguridad, evitando su explotación», e invita a «promover» el desarrollo humano integral de los inmigrantes y refugiados, como «garantizar a los niños y a los jóvenes el acceso a todos los niveles de educación».
Por último, indica que «integrar» significa «trabajar para que los refugiados y los inmigrantes participen plenamente en la vida de la sociedad que les acoge».
Francisco apoya «de todo corazón» la definición y aprobación de los dos Pactos internacionales por parte de las Naciones Unidas para una migración segura, ordenada y regulada, y otro sobre refugiados.
«Estos pactos constituirán un marco de referencia para desarrollar propuestas políticas y poner en práctica medidas concretas», augura el papa, que invita a que «estén inspirados por la compasión, la visión de futuro y la valentía, con el fin de aprovechar cualquier ocasión que permita avanzar en la construcción de la paz».
Sugiere también «que países menos ricos puedan acoger a un mayor número de refugiados, o acogerles mejor, si la cooperación internacional les garantiza la disponibilidad de los fondos necesarios».