El Paso Inexorable del Tiempo.

Por José Cabral

Mucha gente tiene como filosofía de vida acumular la mercancía que se llama dinero, sin importarle el destino de la gran mayoría de la población.

Vivir en una mansión con una verja lo suficientemente alta no da más felicidad que aquel que tiene que ver pasar los años en una vivienda modesta, pero digna.

La mayoría de los humanos prefieren pasarse la vida con grandes sacrificios y vocación para la acumulación para al final morir como aquel que no ha hecho el bien, sólo el mal.

Pero el asunto es que el que pone un mayor empeño en acumular bienes materiales parece trabajar toda la vida para construir la desgracia de su propia familia y de muchos otros que están en su entorno y ante quienes la condición humana no tiene ningún valor.

Conozco casos de personas que ya se fueron que les rezaban al dinero y al final de su existencia fue la causa de la generación del peor dolor entre sus familiares.

Los intereses creados alrededor de los seres humanos es un gran factor de riesgo para que cualquier sociedad pueda lograr, por lo menos, una felicidad relativa.

De cualquier modo, el paso inexorable del tiempo, la llegada del final por razones biológicas, hace olvidar hasta a lo que el hombre o la mujer se dedicó toda su vida.

A partir de esta filosofía siempre he repetido que la vida tiene dos grandes filas, una para retirar o depositar dinero en el banco y otra hacia la muerte, la primera de las cuales tiene la particularidad de que usted se puede salir de ella en cualquier momento, cuando la persona quiera, pero la otra no da esa oportunidad.

La fila hacia la muerte lleva a la persona después de una determinada edad a llegar más rápido al final de la misma, porque los problemas que traen consigo   los años son definitivamente un gran factor de riesgo.

Pero llevo años con la idea de que todos los que están inmersos en la política partidista, entiendan que serán sacados de circulación, ya sea por no hacer lo políticamente correcto o por razones biológicas.

Los intereses, que estoy convencidos que existen en la derecha como en la izquierda, no dejan que sus actores digieran el mensaje.

El paso inexorable del tiempo, la llegada de la edad en que la persona prácticamente queda anulada de hacer lo que le gusta, impone que lo poco o mucho que se haga sea con la mirada de dejar un buen legado.

El legado puede ser para que esa impronta sea un referente importante para los que vienen detrás, pero que también están expuestos a la misma dinámica de la vida o para que se quede como un ejemplo a imitar para los que tendrán que someterse al mismo proceso de los que están a punto de irse o que ya se fueron.

Tal vez el problema descansa en tener un mayor nivel de espiritualidad, lo cual escasea mucho en estos tiempos, ya que la gente dedica más esfuerzos a defender intereses sin sentido que en preocuparse por llevar una vida en valores.

Tal vez sea mucho pedir en una sociedad en la que muy poco importa el ser humano, pero sí la defensa de intereses que no dan ninguna tranquilidad y   mucho menos felicidad.