Dos horas y quince minutos no bastaron para que Alejandro Fernández saciara la sed emocional de los fanáticos, que le vitorearon durante su actuación la noche del sábado en el estadio Quisqueya.
El reloj marcaba las 9:17 de la noche cuando “El Potrillo” salió a escena ataviado de un traje oscuro a rayas, trayendo consigo un repertorio de éxitos como “Cóncavo y Convexo”, del cantautor brasileño Roberto Carlos, tema con el cual abrió la velada apoyado en un bastón, con el que proyectaba una imagen más de mando y autoridad, que la causa real de llevarlo, tras el accidente que sufrió esquiando en febrero pasado.
“¡Buenas noches Santo Domingo¡. La espera ha sido larga, gracias por estar aquí”, dijo ante una cantidad alrededor de 18 mil personas que abarrotaron el emblemático estadio de pelota de la capital dominicana. El feedback del público fue total de principio a fin. Flores, llanto, un coro colectivo sólo de mujeres …, fue el discurrir de la noche, donde se hicieron sentir en más de una ocasión las manifestaciones de cariño, en un concierto en el que algunas fans hasta violaron el cerco de la seguridad para tocar la piel de su ídolo.
Lo que trajo Confidencias Tour
“Se me va la voz”, del autor dominicano Roy Tabaré, formó parte del repertorio del solista mexicano, que aunque su figura es imponente y su protagonismo frente al público es innegable, su voz no ostenta la misma fuerza de tiempos anteriores, por lo que al interpretar tonos altos y complejos en ocasiones tuvo que refugiarse en el “truco” del sonido conocido como “Delay”, un efecto de audio que consiste en la multiplicación sonora.
Nueve músicos y tres coristas acompañan al hijo del legendario artista azteca Vicente Fernández en su show “Confidencias Tour”, en el cual al final de su actuación hace un homenaje con un medly de canciones éxitos en la voz de su padre.
“Qué voy hacer”, “Procuro olvidarte”, “Hoy tengo ganas de ti” y “Me dediqué a perderte”, entre otras composiciones de Armando Manzanero y Johan Sebastian estuvieron presentes, en un repertorio, donde el artista destacó y dedicó a los eternos enamorados el corte “Cuando digo tu nombre” de Confidencias.
Indiscutiblemente que fue una noche donde no podía faltar el estilo mexicano.
Desde su país, Alejandro trajo a sus rancheros, trece en total, e interpretó temas clásicos del género “Corrido mexicano” sobre una puesta en escena deslumbrante con tecnología de punta, sistema de estructura móviles, luces robóticas y pantallas gigantes bajo la producción del empresario artístico Symond Díaz.
Entre el ron, la tequila, el vino… y la guitarra
“Nube viajera”, “Tantita pena” y “Como quien pierde una estrella” fue una trilogía de temas que “romantizaron” la parte acústica del show, en el que Alejandro se hizo acompañar sólo de una guitarra. En esta parte se movió el escenario, así como se movía el cantante tras su copa de brandy, que permanecía encima del piano. Melodías de ron, tequila y vino, como habría dicho el propio intérprete, llegaron al set con un popurrí dedicado a su padre Vicente. Esta fue la tercera ocasión que se cambió de ropa, y esta vez llegó con un T-shirt negro, donde mostraba su musculatura y dejaba ver los tatuajes de su cuello y sus antebrazos. Con esa imagen al final se despidió.
EL CARIBE