Las buenas intenciones del presidente Luis Abinader chocan con los intereses que se mueven en todo el partidarismo nacional, incluido el suyo, el Revolucionario Moderno, porque ahí hay mucha gente que sólo piensa en su bienestar personal y familiar.
Este concepto del Estado es el resultado de una cultura desarrollada en la sociedad dominicana desde los tiempos de la colonia, en cuya época también primó la depredación de la propiedad pública.
Por esta razón, todo el que va al Estado busca resolver lo que le ha sido imposible lograr mediante el ejercicio de su profesión y muchas veces de los negocios.
Lo ocurrido con este fenómeno es tan desastroso que con lo que se han llevado a sus bolsillos los políticos se podría construir varios países del mismo tamaño o más grande que la República Dominicana.
Entonces, las propuestas del presidente Abinader se constituyen en una amenaza para los planes de muchos que hoy están en el Gobierno sólo con la idea de resolver cuestiones que no tienen que ver con los mejores intereses nacionales.
Y esta realidad incluye al propio partido de Gobierno, el cual nadie puede negar que tiene el mismo concepto de hacer política de todos los demás, incluido el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y la Fuerza del Pueblo (FP), sin que haya necesidad de mencionar al Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC).
De manera, que ese cuadro demanda que la Constitución de la República sea modificada para establecer varias cosas importantes, como por ejemplo tener un Congreso Nacional unicameral y prohibir la reelección presidencial para evitar que los funcionarios crean que sus puestos son una herencia de sus abuelos.
Es también muy importante que ocurra con la Cámara de Cuentas lo mismo que ha pasado con la Procuraduría General de la República con la escogencia de personas que no estén vinculadas al partidarismo que tanto daño le ha hecho a la sociedad dominicana.
Son mucha las reformas que se necesitan para mejorar este país, pero Abinader ha iniciado un camino que si sigue por ese sendero se convertirá en un pilar para producir los cambios que necesitan los dominicanos.
El reto está echado y sólo queda decir hacia adelante, señor presidente!