El Partido Revolucionario Moderno (PRM) transita hacia el poder en medio de una sociedad llena de obstáculos y de antivalores democráticos que podrían constituirse en un dique de contención para una organización que no cuenta con sólidos principios éticos y morales.
Hasta el momento el PRM, cuyas herencias provienen del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), es la mejor expresión del tigueraje, donde no hay principios, no se respeta la palabra empeñada y en el que no hay escrúpulos cuando de jugar a la politiquería se trata.
El PRM en su poca vida ha sido tan bellaco como el que más, porque ha sabido engañar y manipular a sus aliados, colocar en sus boletas electorales a narcotraficantes, transportistas y banqueros, no porque tienen bancos, sino bancas, y ha recurrido a todo aquel que está dispuesto a hacer lo peor para llegar al poder.
Ahora tiene la disyuntiva si mantiene su oposición a una reforma constitucional o si acoge lo propuesto por un poder fáctico como los empresarios, aglutinados en el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP).
Naturalmente para el PRM como partido pro-neoliberal y plegado a los intereses de todos los poderes fácticos, pesa más lo que pueda pedir el CONEP que los intereses de toda una sociedad que ya ha dicho de mil maneras que no procede una reforma a la carta sustantiva de la nación.
Por esta razón no es descartable que el PRM acceda a la petición de los empresarios, que por un problema de carencia de conciencia social, solo se interesan en aquellas cosas o medidas que beneficien sus intereses particulares, sin tomar en cuenta un pueblo que está harto de políticas arbitrarias y peligrosas para su estabilidad económica, social y emocional.
De manera, que una inclinación del PRM por el pedido de los empresarios probablemente esa decisión que constituya cavar su tumba en el proceso político dominicano, porque la poca consistencia de esa organización parece ser la causa de que la gente no logre creer en ella, lo que queda evidenciado en todas y cada una de las encuestas que se publican en el país.
El PRM está inmerso en una peligrosa encrucijada política que podría significar la consolidación en el seno del pueblo de que es un partido poco creíble y que en consecuencia su llegada al poder le permitiría entregarse a un neoliberalismo salvaje, cuyos principales beneficiados son empresarios que creen más en la corrupción y la impunidad, fenómenos responsables de todos los déficit que padece la sociedad por la cultura política predominante.
La ruleta rusa en la política vernácula sigue su curso, mientras los rufianes que han metido el país en un tremendo lodazal, como el expresidente Leonel Fernández Reyna, hace turno para intentar llegar nuevamente al poder rodeado de las peores crápulas de la política nacional, cuyo líder de la oposición, Luís Abinader, no cuenta con las condiciones para posicionarse en el escenario electoral como demandan las circunstancias.