Editorial
El proceso de deshumanización merece la atención de todos.
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Tanto es así que hay personas que comen en muchos pueblos del país por la ración que le pasa el vecino diariamente.
El dominicano siempre ha sido un pueblo muy solidario y todavía la razón que motoriza el turismo es el don de gente del criollo y su disposición a servir al que lo necesita.
Ese desprendimiento del dominicano es un gesto hermoso y admirable, pero en los últimos años se ha operado un cambio en la gente que llama mucho a la preocupación.
Un ejemplo del desprendimiento del dominicano es cuando alguien se le quedaba un vehículo en horas de la noche en una carretera cualquiera del país y siempre aparecían no se sabe de dónde personas que estaban dispuestas a empujar el automóvil y si no lograban prenderlo entonces ofrecían sus casas al desconocido para que durmiera en ella y también un pedazo de plátano como cena.
Ahora la historia es diferente, porque cuando alquien sufre una avería en su vehículo aparece un grupo de personas igual que antes, pero con la diferencia de que nadie le ofrece su casa para que duerma y aunque el carro no prenda preguntan dónde está lo mío.
Es un cuadro que entristece mucho, porque gente sin sensibilidad hacia el dolor ajeno es un una verdadera desgracia para el futuro de su comunidad.
Todo esto tiene que servir de ilustración al candidato de la oposición Luis Abinader para que se preocupe por restablecer valores en la República Dominicana para cuyo propósito no se necesita un alto presupuesto, sino voluntad política y un plan muy bien concebido.
La verdad es que aunque parezca un círculo vicioso todo es parte de la inexistencia del Estado porque este tiene la capacidad de imponer valores o anti- valores, como ocurre actualmente y si a ello se suma la miseria que este instrumento promueve, entonces la desgracia se podría decir que es todavía muy pequeña.
Un plan de restablecimiento de valores también va a servir para combatir fenómenos como los feminicidios y los embarazos en adolescentes, los cuales también forman parte del mismo proceso de degradación y que lesionan la esencia de la dominicanidad, pero que los mismos obedecen a una razón histórica-cultural y socio-económica y a la desaparición de una serie de valores morales y sociales.