Opinión

El reposicionamiento de ultraconservadores, corruptos y corruptores

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Por José Cabral

El actual proceso ha desplazado del escenario electoral a los sectores liberales y más progresistas de la sociedad dominicana, en razón de que los dos bloques partidarios que hoy monopolizan la contienda han impuesto a los ultraconservadores, corruptos y corruptores, cuyo fenómeno ha estado acompañado de una corriente profundamente anti-democrática.

Los candidatos colocados en los cargos electivos por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y por el Partido Revolucionario Moderno (PRM) son en su mayoría crápulas en el orden ético y moral, constituyéndose esta realidad en un motivo más que suficiente para que prevalezca en el seno de la parte más sensata de la sociedad una gran preocupación por lo que pasará en los ayuntamientos y en el Congreso Nacional en el futuro inmediato.

Los diputados, síndicos,  regidores y senadores que saldrán de las próximas elecciones representan una profundización de la podredumbre que hoy carcome los cimientos de la República Dominicana, ya que muchos de ellos están seriamente comprometidos con el narcotráfico, el lavado de activos, el sicariato y otras vertientes de la delincuencia organizada que arropa a toda la sociedad.

Por esta razón los sectores más pensantes e identificados con los auténticos valores democráticos y la decencia nacional no pueden tener la esperanza de que la sociedad dominicana tome un sendero diferente a los problemas que hoy la afectan y la convierten en prácticamente invivible.

Ambos bloques políticos cada día se ven más comprometidos con hechos bochornosos, que van desde la malversación de fondos hasta crímenes o asesinatos por parte de gatilleros que serán los próximos legisladores, síndicos, regidores y senadores de la República.

Todo el que represente un ápice de decencia está fuera de las ofertas electores de los dos grandes bloques, ya sea porque no tienen espacios para canalizar sus aspiraciones o porque ya fueron quitados del medio por un gatillero, cuyos aliados toleran ese mal porque sólo están preocupados por preservar su reconocimiento para seguir recibiendo el dinero que distribuye la Junta Central Electoral  y porque tienen la esperanza de ocupar una posición pública si triunfa el candidato que apoyan.

Naturalmente, esa tolerancia con el atropello de los valores democráticos, la moral y la ética los convierte en cómplices con lo mal hecho, porque esos aliados, no importa que sean de derecha o de izquierda, tienen que salir a las calles a promover candidatos como Héctor Rodríguez Pimentel, Félix Bautista, Blas Peralta, Osiris Guzmán y todos los riferos  o propietarios de bancas y otros tantos que han acumulado fortunas sobre la base de sus vínculos con el bajo mundo.

La oferta electoral de Danilo Medina y de Luís Abinader habla más contundentemente que sus planteamientos programáticos, lo cual nos advierte de que muy difícilmente se pueda cambiar el país con los ultraconservadores, corruptos y corruptores en la dirección del Estado.

Cómo se puede creer en un buen discurso para transformar el país cuando el que lo plantea tiene a su lado a ultracoservadores, corruptos y corruptores, pero para decirlo con palabras más llanas y claras,  enemigos de la diversidad, la democracia y promotores del juego, el sicariato y de la depredación del Estado.

Lo más duro de la realidad la constituye el hecho de que los aliados que quieren lo mejor para el país hieden en los entornos de Danilo Medina y de Luís Abinader, ya que sobretodo este último maltrató y agredió a sus amigos para entrar en una especie de confabulación con lo peor de la clase política de la República Dominicana.

Grandes retos se presentan en una sociedad donde su mejor carta de presentación son sus anti-valores que hoy arropan todo el cuerpo social, sin que se presenten opciones que constituyan la antítesis de un fenómeno que advierte que la República Dominicana ha entrado en un proceso de disolución.

Definitivamente el país ha tocado fondo, sólo lo mantendrá de “pie” los sueños y anhelos de los grandes hombres que no buscan hacer fortunas a cualquier precio, que aman a su familia y a la patria, categoría esta última que está por encima de país o de nación, porque en ella  descansa la esencia de la dominicanidad.

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